Aukeratutako atala ◊ Carme J. Huertas ◊

• Jueves, Mayo 23rd, 2019

SEGUNDA PARTE: La función del lenguaje

En la primera parte de este libro hemos hablado de los aspectos más tangibles del lenguaje y de las ciencias que los estudian, describen y clasifican. Hemos empezado buscando el origen de esta capacidad humana, por lo que hemos estudiado el cuerpo físico y hablado de los genes, de los cambios biológicos y de las áreas del cerebro asociadas al lenguaje.

También hemos hecho un recorrido por el registro arqueológico para intentar definir la aparición de esta capacidad. Dando un paso más, nos introducirnos ahora en un nivel más sutil y complejo del lenguaje, porque es interno e intangible: el psicológico. En esta segunda parte entramos en los procesos neurológicos y cognitivos que están en la base del pensamiento.

En el capítulo 7, nos introducimos en la mente, la conciencia, las neuronas espejo y la epigenética.

En el capítulo 8 analizamos qué ideología esconden las clasificaciones y los árboles lingüísticos, y en el siguiente vemos hasta qué punto tenemos interiorizados ciertos prejuicios que nos llevan a describir algunas lenguas como «primitivas» y otras como «perfectas».

En el capítulo 10, vemos qué sucede, a nivel neurológico cuando hablamos, qué relaciones se establecen entre el lenguaje, las creencias y las emociones y cómo se está utilizando el lenguaje metafórico como herramienta de manipulación social. Dedicamos el capítulo 11 al metalenguaje con una reflexión de cómo funciona el lenguaje a nivel semántico, cómo nos hemos desconectado del significado filosófico y profundo de las palabras y cómo las categorías gramaticales nos dan pistas de los diferentes niveles lógicos y neurológicos del pensamiento.

Comprendidos estos conceptos pasamos a realizar un ejercicio práctico y en el capítulo 12 mostramos cómo se utiliza, desde el discurso público, el lenguaje de la posverdad, cómo se manipula el significado de los conceptos, como se utilizan las metáforas para la fijación de creencias colectivas y cómo nos inducen la disonancia cognitiva generando mensajes con información contradictoria entre lo que entendemos a nivel consciente y lo que en realidad interiorizamos a nivel inconsciente. Como ejemplo se analiza un discurso de Zapatero sobre la crisis, que fue redactado por George Lakoff, el mismo lingüista que asesoró a Bil Clinton, presidente de EEUU.

Es muy importante entender que a través del control del discurso, se controla la mente. La estrategia del poder para el control de la sociedad incluye provocar constantes confrontaciones utilizando un lenguaje con alta carga emocional.

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• Martes, Noviembre 10th, 2020

En este evento realizado en octubre se ha  tratado el tema de la lengua ibérica. Una de las ponentes, Carme, expone en este video los conocimientos básicos para empezar a investigar esta lengua:

https://youtu.be/4Z7yiAWct4M

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• Miércoles, Mayo 22nd, 2019
Carme acaba de publicar un libro que se puede convertir tal vez algún día en el ABC de la lingüística, en el manual que cualquier lingüista debería tener a mano para entender el hardware y el software del lenguaje. Se puede comprar en Amazon.

Descubriendo cómo se manipula el discurso con el lenguaje de la posverdad para impedir el discernimiento.
Una propuesta para un acercamiento al lenguaje como un camino hacia la libertad, la salud y la conciencia.
Carme Jiménez Huertas, filóloga especializada en lingüística

PRIMERA PARTE: el origen del lenguaje

En los primeros capítulos se introducen los temas que se desarrollan en la segunda y tercera parte del libro. En el primer capítulo se hace una breve definición de qué es la lengua y qué es el lenguaje. En el segundo y el tercero, se cuestiona el evolucionismo y se relativiza el generativismo: el lenguaje es demasiado complejo para haber surgido por azar y no todo está en los genes.

A continuación, en el cuarto capítulo se explica que la estructura cerebral está desplegada en tres módulos o niveles diferentes y superpuestos: el cerebro reptiliano (instintos básicos), el cerebro mamífero (emociones) y el cerebro humano (pensamiento lógico).

En el quinto, se presentan los cambios biológicos.Todos los componentes del aparato fonador que participan en el lenguaje, son multifuncionales y sirven para funciones no lingüísticas, como si se hubiera «reciclado» el material disponible preexistente adaptándolo a una nueva función. El desarrollo del cerebro se produjo de modo simultáneo a otros cambios en el organismo. Se explica que los primeros humanos tenían las áreas de Broca y de Wernicke desarrolladas por lo que su cerebro estaba genéticamente preparado para hablar. Y si hablaban significa que su cerebro procesaba la información externa no sólo en sensaciones e imágenes, también en palabras. Esto hace retroceder espectacularmente el origen del lenguaje, que se remonta a cientos de miles de años y probablemente incluso más.

En el sexto capítulo, se expone la relación que las mutaciones o saltos evolutivos tienen con la morfología del hueso esfenoide. También se introducen conceptos como los dos niveles del ADN y la información que nos conecta a través de un campo mórfico.

Todos estos conceptos nos ayudan a comprender que la ciencia, convertida en una especie de religión que aplica sus dogmas —en los que se nos instruye desde la escuela y se nos programa desde la universidad—, marca los parámetros de lo que ha de ser nuestra concepción intelectual de un modo tan profundo que aceptamos las creencias dominantes sin cuestionarlas, defendiéndolas como propias.

El lenguaje está en la base de la transmisión del conocimiento; conforma el discurso público y funciona como un software (instalado en nosotros y que actúa a nivel consciente pero también inconsciente) que nos conmina a obedecer los intereses económicos de las élites; construye nuestros patrones cognitivos subconscientes con creencias y valores que nos llevan a acatar decisiones ajenas, incluso cuando van en nuestra contra. Estamos siendo manipulados a través del lenguaje hasta el extremo de haber relegado, olvidado y anulado nuestro potencial. Hemos de ser conscientes de ello y cambiar nuestro modo de pensar si queremos desprogramar los patrones que rigen nuestra existencia.

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• Jueves, Diciembre 17th, 2015

Carme J. Huertas

No hay minas de estaño en el Mediterráneo.  Iban a buscarlo por mar a Galicia y a las Casitérides. Por eso la importancia de Tartessos: tenían el control de las rutas marítimas. Se acaba Tartessos cuando se “descubre” el hierro.

El cobre se oxida rápido,  para evitarlo se le añade fósforo o arsénico. El primero es el mejor pero es muy difícil de manejar (es inflamable). El cobre de las minas de Riotinto contiene arsénico natural (aleación binaria) por eso era tan apreciado (mejor que el de Chipre, donde también hay minas de cobre).

El acero es muuuuy posterior. No tiene nada que ver con los iberos.

Por cierto, la mejor manera de añadir carbono es con fuego de leña (todo ser vivo contiene el elemento carbono) por tanto es posible que descubrieran por azar que el hierro de las armas de los guerreros incinerados adquiría mayor dureza…

Mi familia se ha dedicado a la venta de metales, he intervenido sólo para ayudar a entender cómo se comportan los metales.

Eduard Selleslagh

Las fuentes de cobre y estaño: de acuerdo; depende de cómo lo ves. En el territorio de los etruscos también había un poco de estaño, que se acabó pronto, y tuvieron que ir a buscarlo en la península ibérica.

El cobre lleva el nombre de Chipre (Kyprós), o viceversa, según algunos.

En mi post anterior, quería insistir en que el hierro siempre contiene carbono por el procedimiento de producción: la reducción del óxido de hierro por monóxido de carbono, mezclando el mineral con carbón. En tiempos modernos, con altos hornos, el acero se obtiene reduciendo la cantidad de carbono (en un ‘convertor’) del ‘hierro fundido’ primario (4% C), no por añadirlo. En la antigüedad se usaba ‘bajos hornos’ que no llegaban a fundir el hierro; este producto contiene muy poco carbono, y para hacerlo acero hay que calentarlo en presencia de carbón para aumentar su contenido en carbono (a menos de 2%). Así se obtiene piezas que contienen más carbono en la superficie (dureza) y menos en la masa (ductilidad, elasticidad), lo que es muy importante para p.e. espadas.

La producción de hierro en bajos hornos existió hasta el siglo 19 en Inglaterra (‘puddle oven’, que producía ‘wolves’ (trozos fibrosos de hierro) que flotaban en la masa, que había que ‘pescar’).

Por otra parte, el hierro fundido es muy duro y frágil (no se dobla, se rompe), pero resiste bastante a la oxidación, excepto en un ambiente ácido o con mucho cloruro.

Creo que es muy útil estar conciente de las tecnologías antiguas, porque han influenciado mucho la historia, como lo demuestra el caso presente.

Espero que me he explicado mejor esta vez.

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• Miércoles, Diciembre 16th, 2015

Eduard Selleslagh

Dos notas sobre el texto que segmentaría como:   USTAI-N ABAŔ AR BA-N

1. ABAŔ quiere decir ‘diez’ (vasco (H)AMAR) según la lista de números ibéricos y vascos análogos.

2. El hierro no necesita fundirse (a 1500ºC) para la fabricación: muy probablemente es forjado a unos 700-800ºC (rojo vivo).

Mi interpretación del texto sería más bien:

“Bajo/En el asa (USTAI-N BA-N) [hay] diez ‘ar’ ”

el ‘ar’ siendo una unidad de peso o su abreviación, quizás relacionada (???) con vasco ‘arau’ (regla) > unidad reglamentaria, oficial, estándar.

Me parece más lógico.

Antoni Jaquemot Ballarin

Cuando ví éste peso estaba entonces en la torre Baldovina de Santa Coloma de Gramenet  donde guardaban los hallazgos  de la ciudad ibérica del Puig Castellar. El peso es de 424 gr.y el escrito

USTAIN ABAŔ AR BAN. Abaŕ, además de diez, significa el peso de una libra. Es el sistema de peso AOI (libra, onza, unidad de peso, 400 gr., 40 gr. y 4 gr. abaŕ /otaŕ / iki) estudiado en numerosos casos coincidiendo con el peso real.

“Peso” en vasco es ‘astun’, lo cual en íbero aparece en metátesis; ‘ar’ es “oficial, legal”, vasco ‘arau’ y ‘ban’ “unidad”. UNA LIBRA DE PESO LEGAL (literal: unidad legal de libra de peso) ponderal al Servicio de la población.

IN ABAŔ AR BANUSTAIN ABAŔ AR BAN

Javier Goitia

Hola, Trino; solo quería decirte que coincido contigo en que ese elemento no tiene las características de las pesas tradicionales, por lo que su uso debió de ser otro. Estoy intrigado y en cuanto pueda le dedicaré un tiempo.

Carme J. Huertas

El hierro funde casi a 1600 º, temperatura que no se puede conseguir con un horno convencional. Requiere “altos hornos”. Por eso el hierro no se funde, tradicionalmente se trabaja a la forja, es decir, a martillazos: se calienta (ablanda) y se golpea (endurece) y se repite la operación un montón de veces. Por eso el herrero era un personaje muy bien considerado: necesitaba auténtica maestría.

Tienes razón, Trino, durante milenios las pesas y las armas se hicieron de bronce (aleación de cobre + estaño, aunque no suele ser una aleación pura, puede contener también Zn, Fe, Al, Ni en porcentajes variables). El salto al hierro se produjo por falta de estaño (no hay minas de estaño en el mediterráneo: había que ir a buscarlo al Atlántico y los viajes eran caros) lo paradójico es que el hierro adquiere mucha más dureza que el bronce, siendo además abundante y barato. ¿Su problema? La oxidación. Por eso hay que añadirle carbono, que le da, además de dureza, elasticidad, es decir, el carbono convierte al hierro en acero.

Victor Montañes

Aquí va mi pequeña aportación:

ustai-n: del aro (uztai)

abar: conjunto de partes de un algo

ar: articulo determinado: el-la

ban: parte, banda

lectura global:

“Parte del conjunto del aro”

No sé a qué puede referirse, quizás a algo que se colgaba de un aro, no sé si para pesar o para otro menester.

Eduard Selleslagh

De acuerdo en grandes líneas, pero sí tengo unos comentarios/información adicional:

1. ¿No hay minas de estaño en el Mediterráneo? Si había de cierta manera, p.e. en Iberia occidental, aunque esto no sea realmente ‘estaño mediterráneo’, pero sí conectado con el Mediterráneo por tierra (Tartessos). No sé si el ’salto al hierro’ se hizo por falta de estaño: tengo mis dudas aunque sí creo que pudo haber desempeñado un papel en esta historia. El acero es mucho más duro (corta mejor, en armas, cuchillos, buriles, cinceles, etc.) y fuerte, y pesa 15% menos. Tenía claras ventajas tecnológicas.

2. Es casi imposible producir hierro sin carbono porque se produce mezclando mineral de hierro con carbón – de cualquier origen – (también en altos hornos). El carbón, cuando arde con poco oxígeno, produce monóxido de carbono (CO) que se oxida hasta hacerse CO2 extraendo el oxígeno del mineral de hierro (que es óxido de hierro); siempre queda una parte de carbono en el hierro, en forma de cristales de carburo de hierro (que es super-duro: se usa en lija de ‘carborundum’). El ‘hierro fundido’ contiene muchísimo de este carburo. El acero contiene bastante menos carbono y se obtiene quitando carbono al hierro fundido. El hierro puro es bastante blando y no se puede endurecer excepto por deformación fria, p.e. por plegarlo.

Endurecer el acero se hace por calentarlo hasta más de 600ºC y después enfriarlo muy rápidamente, antes de que se reorganicen los cristales, p.e. sumergiéndolo en agua o aceite (‘quenching’). Calentarlo y enfriarlo muy lentamente, quita la dureza y la fragilidad.

3. La velocidad de oxidación del acero depende mucho de su uso y del ambiente: p.e. en ambiete salino (cloruro) o ácido se oxida más rápidamente; en un ambiente alcalino (p.e. como en presencia de estiércol en la agricultura – que contiene amoniaco y aminas) se conserva bastante bien, porque impide disolver la capa natural de (hidr)óxido; también si la superficie es grasienta – lo que impide el contacto con el oxígeno del aire. Se ha observado en la India que unas columnas muy antiguas de hierro fundido no se habían oxidado (en un ambiente agrícola) hasta la época industrial moderna, cuando empezó a acidificarse el ambiente (quemando productos que contienen azufre, p.e. crudo); después ya se oxidaron y se tuvo que tomar medidas para conservarlas.

No sé si se ha utilizado en la antigüedad, pero añadiendo un poquito de cobre al hierro, se oxida bastante menos rápido. ¿Alguien tiene más información?

Todo eso como información complementaria.

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• Miércoles, Septiembre 02nd, 2015

Otra de las ponentes que ha participado en Zaragoza en las jornadas del 27 al 30 de agosto es Carme J. Huertas. Carme licenciada en Filología Catalana, especializada en lingüística y tecnologías del lenguaje. Ha publicado una docena de títulos entre los que destacan los trabajos de investigación y divulgación Codificació informàtica del signari ibèric nord-oriental (2009) y  No venimos del latín (2013). Es administradora de la web ibers.cat

Ponencia: 1_Carme_J_Huertas

Para inscribirse en las Jornadas y ver el programa: Jornadas_lengua_iberica

Resumen de la ponencia

La situación de la lengua ibérica es paradoxal. A pesar de que disponemos de un amplio corpus de inscripciones que podemos leer con aproximación, no hemos logrado descifrar de modo fehaciente la lengua de los textos. Los estudios actuales se basan en la comparativa interna del léxico a partir de la transliteración de los caracteres ibéricos al alfabeto latino, método que, como hemos expuesto, plantea serios problemas. En los últimos años se han presentado dos propuestas de codificación, una global (Huertas) y otra parcial (Grupo Littera) que han de permitir una codificación compatible con el sistema Unicode.

Nuestra propuesta metodológica se basa en trabajar directamente con el signario ibérico, evitando las transliteraciones. La ventaja de disponer de un corpus informatizado lo más fiel posible a los textos originales puede hacer avanzar de modo exponencial las investigaciones.

Finalmente, no podemos olvidar que hay muchas cosas que todavía ignoramos de la lengua, la escritura y la cultura ibérica. Algunos glifos podrían ser más que letras, podrían ser determinantes, numerales o pictogramas evolucionados que todavía mantuvieran un valor simbólico. Esto podría explicar por qué, a veces, un trazo de más en un glifo que simbolizara una espiga de cereal, pudiera no tener en realidad un valor fonemático. ¿Quién lo sabe? De momento no lo sabemos, por eso un buen criterio es respetar los grafemas tanto como sea posible.

Como dijo Jacques Lacan, «el inconsciente está estructurado como un lenguaje» que opera con mecanismos como la metonimia y la metáfora. Por lo tanto, el inconsciente no está por debajo o subyacente a la consciencia sino, como en una Banda de Möbius, ambos forman una única estructura dinámica. Para Lacan, lo real, lo imaginario y lo simbólico están imbricados como un nudo borromeo y es a partir de la interacción y combinatoria de estas capacidades, que los humanos adquirimos el lenguaje. Es necesario tener en cuenta esta simbiosis entre los distintos niveles cognitivos si queremos superar la resistencia del ibérico para ser descifrado.

Arriba: escrituras ibéricas. Abajo: Lenguas ibéricas

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• Lunes, Octubre 29th, 2018
Carme Jiménez Huertas, filóloga especializada en lingüística y tecnologías de la lengua en

Hay una ley de la lingüística que dice que las lenguas divergen y que excluye cualquier posibilidad de evolución convergente. Si las lenguas romances derivaran del latín como se nos ha dicho, se separarían entre sí pero mantendrían una clara relación lingüística con la madre. Sin embargo no es eso lo que encontramos. Las lenguas romances se parecen entre sí llegando a idénticas soluciones convergentes que, en cambio, muestran una rotura con el latín. ¿Cómo se explica que una lengua madre no legue a sus hijas ni la morfología, ni la sintaxis, ni las leyes fonéticas, ni la estructura y el orden de los constituyentes de la oración y que además se pierdan las declinaciones, los verbos deponentes, los conectores….?

Esta convergencia de los romances sólo puede comprenderse si el parentesco es anterior a la llamada romanización. Serían por lo tanto lenguas derivadas de una lengua madre común de la que el latín también bebió, a través del etrusco y de las lenguas sabélicas que ya estaban en el territorio antes de la llegada de los romanos…

Cuando a principios del siglo VII a.C. la influencia de Roma fue más allá de la comarca del Lacio, la península itálica estaba ocupada por dos grandes culturas florecientes: la etrusca en el norte y la griega en el sur. Los distintos pueblos se dividían en tres grupos: los que hablaban las lenguas latino-faliscas, al norte de la ciudad de Roma y en la región central del Lacio; las lenguas osco-umbras o sabélicas, habladas en la mayor parte de la península itálica, y la lengua tirrena más conocida como etrusco, hablado en la Toscana. Además se hablaba el griego. Si situamos en un mapa la extensión de estas lenguas veremos que la expansión del latín era mínima. ¿De dónde surgió esta lengua tan poco afín con las de sus vecinos? Los latinos eran getas, una tribu de los dacios procedentes de la zona del Danubio.

Cuando Roma sometió a todas las poblaciones en sus campañas de conquista, sus contingentes hablaban lenguas sabélicas del tronco osco-umbras. Además, en el caso de las Guerras Púnicas, los ejércitos romanos emplearon a ciudadanos de Hispania, que no pueden considerarse agentes activos de la romanización. Por lo tanto, que el latín fuera la lengua oficial del imperio, no significa que todos los romanos hablaran latín y mucho menos que nos impusieran su lengua. De hecho, salvo los patricios, los romanos tenían que estudiar para hablar correctamente el latín.

Cuando analizamos sincrónicamente las lenguas, observamos una continuidad territorial con zonas de tránsito e isoglosas lingüísticas que actúan como fronteras. Al estudiar diacrónicamente el cambio lingüístico, podemos apreciar que los cambios internos de una lengua son lentos o muy lentos; no se producen en siglos, sino en milenios. Tenemos claros ejemplos con el español y el inglés de América que, después de 500 años, siguen siendo inglés y español. En ningún caso, se han deformado las lenguas ni se han desestructurado sintácticamente; mantienen sus reglas gramaticales a pesar de que puedan sufrir un trasvase importante de léxico.

Durante siglos, el latín fue considerado la lengua de la cultura. Sólo se escribía en latín. Su prestigio fue tan grande que las palabras nuevas se creaban a partir del latín o del griego, dejando de lado el método de la composición, tan productivo, con el que nuestras lenguas permiten crear cuantos términos necesitemos. Sin embargo, si realizamos un análisis un poco más profundo, nos damos cuenta de que muchos de los étimos utilizados para demostrar el origen latino de las palabras de las lenguas romances, pueden explicarse mejor desde nuestro conocimiento del ibérico que desde el latín. Para empezar, los elementos composicionales que en los romances están desemantizados, adquieren significado si se comparan con los cognados ibéricos. Pero incluso su supuesta evoluciónetimológica se desmorona si tenemos en cuenta las propias características de la fonética ibérica.

Por poner un ejemplo, la palatalización que se explica como una correlación de cambios sucedidos a lo largo de trescientos años por influencia de la yod (que se presupone una influencia celta) puede explicarse de manera simple a partir del ibérico. Porque precisamente la /i/, la vocal palatal anterior, es la vocal más presente en ibérico. Esto demostraría que más del 50% del cambio lingüístico que hasta ahora se ha atribuido a una influencia externa, podría tener su origen en el habla ibérica.

Otro caso interesante es el de la formación de las fricativas. Dado que la fricativa sonora /Z/ no existía en latín, su aparición se justifica diciendo que se formó a partir de la sorda /S/ en contacto con la glide yod. Bueno, pues está claro que en los textos ibéricos se representan, claramente, dos fricativas sibilantes distintas, consideradas S y Z respectivamente. También existen en ibérico dos róticas distintas, una simple /R/ y una doble /RR/. Sin duda lo más difícil de explicar es la aparición de los sonidos africados y lo mismo sucede con el resto del inventario fonético. ¿De dónde salen estas articulaciones, presentes en todas las lenguas romances, pero inexistentes en latín?

Si el tema de la fonética muestra un abismo entre el latín y sus supuestas hijas, la morfología y la sintaxis tampoco son las mismas que las de la supuesta lengua madre. Desaparecen los casos gramaticales y los nexos que establecen las correlaciones sintácticas; se establece el uso preferente de las construcciones perifrásticas frente a las analíticas; disminuye la voz pasiva; no hay verbos deponentes; se reducen las formas verbales no personales; no existen las oraciones de ablativo absoluto ni las oraciones de infinitivo; se amplía el paradigma de las categorías no léxicas: preposiciones, adverbios y conjunciones; y por último pero no menos importante, hay un cambio radical en el orden de los constituyentes de la oración y en la estructura de las oraciones interrogativas y negativas…

En gramática histórica se intenta justificar la enorme distancia que separa el latín de las lenguas romances hablando de vulgarización, de un retroceso que llevó a la parataxis, es decir, se volvió al estadio primitivo de usar al lenguaje no verbal, los gestos, para entenderse más allá de una lengua que sólo utilizaba oraciones simples o la composición elemental por coordinación. No hay ni una sola sociedad en todo el planeta tierra que no disponga de una lengua perfectamente estructurada, porque como demuestra la gramática generativa, el lenguaje forma parte intrínseca del género humano, no sólo sirve para la comunicación, es la base del pensamiento abstracto, ¡nacemos genéticamente preparados para hablar!

La realidad es que los lingüistas no pueden explicar este cambio estructural entre el latín y los romances. Y lo que es más difícil todavía, en este supuesto estado de confusión, los hablantes de regiones tan alejadas como Galicia y Rumania, que a la caída del Imperio no estuvieron jamás en contacto, llegaron a idénticas soluciones. ¿Casualidad? Nuestras lenguas actuales comparten muchas palabras; esta afinidad no respondería tanto a la latinización sino a un léxico común que se remontaría miles de años. Las diferencias serían resultado de la lenta evolución natural a partir de una lengua madre más antigua y compartida por los distintos pueblos mediterráneos.

Ante esta situación, deberíamos prestar una mayor atención a los más de dos mil textos epigráficos que nos ha legado la cultura ibérica. Deberíamos preguntarnos cómo es posible que, en pleno siglo XXI, su escritura siga sin descifrar. Por qué sigue explicándose en las escuelas que fueron los conquistadores romanos los que aportaron la cultura y la civilización. Por qué no se da a conocer el alto nivel de la cultura indígena que comercializaba desde tiempo antiquísimo con otros pueblos mediterráneos: minoicos, micénicos, helenos, fenicios. Y en lingüística, por qué sigue utilizándose un marco teórico complicadísimo de evolución fonética que ignora las características propias del ibérico…

Las múltiples preguntas que plantea este trabajo deberían ayudarnos a replantearlos estudios filológicos actuales. La lengua ibérica es nuestra gran esperanza para avanzaren la comprensión de nuestras propias raíces.

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• Martes, Febrero 06th, 2018

a) Parentesco sí. Filiación no

Hay una ley de la lingüística que dice que las lenguas divergen y que excluye cualquier posibilidad de evolución convergente. Si las lenguas romances derivaran del latín como se nos ha dicho, se separarían entre sí pero mantendrían una clara relación lingüística con la supuesta madre. Sin embargo lo que encontramos es justamente lo contrario: las lenguas (mal llamadas) romances comparten una misma tipología lingüística llegando a idénticas soluciones convergentes que muestran una rotura con el latín.

En gramática histórica se intenta justificar la enorme distancia que separa el latín de las lenguas romances hablando de vulgarización, de un retroceso que llevó a la parataxis, es decir, se nos dice que se volvió al estadio primitivo de usar un lenguaje no verbal que requería el acompañamiento con gestos, a fin de entenderse, porque la lengua había degenerado tanto que sólo utilizaba oraciones simples o la composición elemental por coordinación. Esta explicación no es correcta. La razón es simple: los lenguajes humanos no se comportan así. No hay ni una sola cultura en el mundo que no disponga de un lenguaje perfectamente estructurado que permita todas las funciones propias de la lengua: comunicativa, denotativa, referencial, representativa, expresiva, emotiva, etc. Pero además, la transmisión natural de una lengua se produce por vía oral de madres a hijos, aprendemos a hablar en los brazos de nuestra madre. Sin el lenguaje, los humanos no podemos desarrollarnos psicológicamente. Y esto sucede porque usamos el lenguaje para pensar y para organizar nuestro propio pensamiento.

El lenguaje permite la interconexión, intercambio y comprensión de la información entre los procesos cognitivos internos de la mente y el contexto familiar y social externo, estableciendo relaciones y asociaciones metafóricas y fonéticas. Por lo tanto carece de fundamento científico afirmar que durante varios siglos, y a causa de la fuerte presión del imperio romano, los habitantes que ocupaban nuestros territorios, incapaces de hablar correctamente el latín, deformaron sus hablas de tal modo que llegaron a no poder comprenderse entre sí. En pleno siglo XXI esta afirmación no puede sostenerse.

b) El latín vulgar no existió

El latín vulgar, entendido como una lengua hablada unitaria que degeneró a partir del latín y de la que derivarían los romances, no existió. Lo que encontramos siempre es latín clásico escrito con mejor o peor dominio. Podríamos compararlo a lo que sucede hoy con el inglés, la lengua de comunicación global utilizada por la ciencia y el comercio: no todos los usuarios lo hablan correctamente y eso no significa que exista un “inglés vulgar”. De idéntico modo, los textos escritos en latín medieval son indicadores de que la persona pretendía escribir en latín teniendo un conocimiento limitado de la gramática latina, y esto en absoluto debe interpretarse como que así fuera la lengua oral. Quien escribía mal el latín sencillamente lo hacía por desconocimiento del latín, y no porque ese fuera su modo de hablar habitual. La lengua escrita y la lengua hablada eran dos realidades distintas como lo siguen siendo hoy en día entre los estudiantes y los hablantes nativos de cualquier lengua.

El imperio romano, en sus diferentes etapas, incluyó a más de 67 países con un total de 270 comunidades étnicas con sus respectivos idiomas y dialectos. Los palestinos estuvieron bajo dominio romano 800 años; egipcios y griegos 400 años, y jamás se les impuso la lengua. De hecho, salvo los patricios, los romanos tenían que estudiar para hablar correctamente el latín. Volviendo entonces al surgimiento de los romances, no podemos justificarlos bajo una supuesta imposición del latín porque los agentes de unificación política habían desaparecido al caer el imperio, por lo que no existía presión sobre las hablas autóctonas. Por lo tanto, la gente siguió hablando la misma lengua que hablaban sus ancestros, con un lento proceso de cambio lingüístico interno que conformó las distintas lenguas manteniendo la estructura de la lengua madre de la que derivaban. La convergencia entre las lenguas romances sólo puede comprenderse si el parentesco es anterior a la llamada romanización.

Esta nueva aproximación a las lenguas romances está siendo compartida cada vez por más investigadores. Yves Cortez y Danielle Corbin lo defendieron desde el francés. Galicia Irredenta, desde el gallego. Jaume Clavé, desde el catalán. Ribero-Meneses, desde el castellano. Lo mismo está sucediendo desde el rumano con Lucian Iosif Cueşdean y Mihai Venereanu, entre muchos otros autores.

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• Sábado, Septiembre 03rd, 2016

Título

No venimos del latín. Los romances derivan de una lengua madre de carácter aglutinante

Resumen-Conclusión

Por todo lo expuesto, la lengua madre de la que derivarían los romances sería la lengua hablada en Europa y en otros territorios desde mucho antes de la romanización. Las similitudes responderían al valor simbólico de los formantes que, mediante idéntico proceso de composición, establecieron la base de un montón de lenguas. Si entramos más a fondo en el estudio de la fonética y la morfosintaxis vemos que, de acuerdo con los universales lingüísticos establecidos por Greenberg, el latín y las lenguas romances pertenecen a tipologías lingüísticas distintas, por lo que la relación no puede ser de filiación. En este proceso, el latín fue una lengua más y no la lengua madre.

Hemos hecho una breve presentación de nuestra línea de investigación. Es evidente que cada uno de los temas apuntados merece una explicación mucho más amplia. Creemos que una etimología bien hecha que buscara el estadio antiguo de las palabras, no tanto basándose en la evolución diacrónica de su fonética o morfología, como en su semántica, nos acercaría a una lengua de carácter composicional.

Ponencia

3_Carmen_J_Huertas

Comentarios

La ponencia de Carmen es muy interesante por muchos motivos:

Habla de cómo el rumano tiene el artículo detrás de las palabras como el euskera y quedan dichos restos en el castellano, catalán: delant-al…:

Habla de cómo  los sufijos con una muestra del antiguo carácter aglutinante de la lengua porque tendrían significado propio y porque el significado final de la palabra compuesta recáe en ellos:

“Lo que nos interesa remarcar es que, a nuestro criterio, la derivación actúa de modo similar a la composición, es decir, los afijos derivativos serían, en realidad, constructos desemantizados (de los que «hemos olvidado el significado»), y que nos muestran el camino recorrido desde una lengua madre de carácter aglutinante o composicional, de la que, en apariencia, nos hemos desconectado. Estaríamos, por tanto, ante una  característica estructural del estado histórico antiguo de nuestras lenguas.”

También habla de cómo tenemos que ir a esos lexemas iniciales para poder hacer una trabajo etimológico adecuado:

“Todas estas palabras tienen en su base una idea o concepto de grupo, de unión. Así, por analogía con una banda (agrupación de hilos que conforman una cinta flexible) se crea tanto el concepto de un bando de personas como el de una banda musical, y la tela que les representa es su bandera, y un conjunto de tablones unidos en el que, a diferencia de una silla, pueden sentarse varias personas, es un banco. Si nos fijamos entonces en la palabra abandonar y remitiéndonos a su sentido originario, significaría haber sido dejado fuera de su bando.

Esta nueva aproximación a la etimología pasa por identificar estos constructos de modo que puedan ayudarnos a detectar los procesos mentales que se reflejan a través de la evolución del lenguaje. ¿Tenemos alguna prueba de la existencia de esta lengua antigua, de carácter aglutinante, que unía unidades léxicas (monosilábicas) que correspondían a conceptos y a ideas? ¡Desde luego, estamos rodeados de pruebas! Muchos de los formantes de esta lengua han sobrevivido en las lenguas actuales. Pero donde mejor podemos verlos es en la toponimia.”

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• Miércoles, Junio 27th, 2018

Charla de Carme Jimenez Huertas en las II Jornadas Lengua ibérica (2016)

Video

https://youtu.be/wSS76W0TM8w

Ponencia

4-Carme_J_Huertas No venimos del latín. Los romances derivan de una lengua madre de carácter aglutinante

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