Aukeratutako atala ◊ Joseba Lakarra ◊

• Astelehena, Apirila 29th, 2013

Hamairugarren atalburuan zenbait proposamenen anakronismoak aipatu dira:

13. Algunas etimologías incurren en serios anacronismos

Según Lakarra la palabra bazter proviene del latín praesepe ‘pesebre’ por intermedio del castellano antiguo presepre, con una evolución presepre > *barzepre > *bazper > bazter (Lakarra 2011:105). Solamente por razones semánticas resulta problemática esta propuesta, ya que bazter tiene el significado principal de ‘esquina’, ‘orilla’, de los que se derivan los secundarios de ‘rincón’, ‘campo’, ‘tierra de labor’. Es verdad que en latín praesepe tenía las acepciones de ‘establo’, ‘habitación’ y que de ahí cabría plantear una evolución hacia ‘lugar’. Esto plantea no obstante muchos problemas, porque los testimonios más antiguos en toponimia parecen apuntar que el sentido de ‘esquina’ es el primitivo.

Uno de los puntos más débiles de la hipótesis de Lakarra es un detalle cronológico. Se nos dice que presepre es un término del castellano antiguo sin darnos fechas exactas ni precisar en qué textos conocidos se utilizaba esa forma. A partir de una información tan exigua podríamos deducir que por «castellano antiguo» se estará refiriendo al hablado en la Edad Media entre los siglos X-XIV. Sin embargo, no hemos podido encontrar ninguna cita de presepre en el Corpus del Nuevo Diccionario Histórico del Español (CNDHE), base de datos de la lengua castellana más completa en este momento, y lo que más se registra es pesebre[1], cuya primera cita se produce en 1200 en La Fazienda de Ultra Mar de Almerich. Paralelamente, si acudimos al DGV observamos que la primera cita de un caso del vasco bazter procede de 1070, en un topónimo Bazterrecoa del archivo del monasterio de Iratxe.

Esto quiere decir que bazter ya estaba totalmente formado para el siglo XI y seguramente llevaba bastante tiempo así. Tenemos por tanto una incongruencia. ¿Cómo es posible que pesebre o su enigmática variante presepre entrase en el euskera y se convirtiera tan rápidamente en bazter sin dejar indicios de pasos intermedios, a través de transformaciones fonéticas harto complejas? La palabra vasca sería además 130 años más antigua en la documentación que su supuesto antecedente castellano. No se explica tampoco que en el riojano Gonzalo de Berceo, influido por el vasco, existiera también pesebre (CNDHE) sin experimentar grandes cambios respecto a su antecedente latino praesepe, y en el euskera se hubiese producido semejante transformación. Estamos ante contradicciones de extrema gravedad.

Pero nos queda la pregunta fundamental a la que el profesor vizcaíno no ha dado todavía respuesta: ¿cómo es posible que tras supuestamente un breve periodo de meteórica transformación, bazter lleve como mínimo un milenio entero sin haber modificado ni un fonema su estructura? ¿A qué se debe que los préstamos llegados del latín o el romance viviesen dramáticas modificaciones para integrarse en el léxico vasco, y que a continuación se quedasen congelados sin alterarse apenas hasta ahora? A nuestro juicio ésta es una de las irregularidades más injustificables de toda la teoría, suficiente para dudar de su coherencia lógica.

Tres cuartos de lo mismo sucede con *abedulki ‘trozo de abedul’ > *abeulki > *abulki > aulki ‘silla’ (Lakarra 2011: 105). En este caso no se aporta dato etnográfico alguno de que las sillas de los vascos primitivos fueran exclusivamente de madera de abedul, ni se ofrecen paralelos semánticos en otras lenguas. Tampoco parece factible una simplificación fonética tan radical sin dejar rastro de pasos intermedios en la documentación. Además el castellano abedul es una palabra tardía, que no aparece hasta mediados del siglo 1745 en el Viaje a Galicia de Fray Martín de Sarmiento (CNDHE), y que desciende del latín betulla. Aunque abedul existiera desde mucho antes, *abedulki sólo se habría podido formar recientemente y con escaso tiempo para evolucionar a aulki. Según el DGV aulki aparece desde los primeros textos vascos tal y como lo conocemos ahora, lo cual va radicalmente en contra de la propuesta de Lakarra.

Otro caso parecido es el de la etimología para aiher ‘propensión’, ‘inclinación’ y ‘odio’, que Lakarra hace venir del francés craindre (Lakarra 2009a: 580), sin aportar referencia alguna a si esta forma estuvo en uso en un momento anterior a la aparición de aiher, datos inexcusables para justificar la etimología. El DGV recoge por el contrario la teoría apuntada por G. Bähr y aceptada finalmente por Mitxelena de que aiher tuvo en principio el valor topográfico de ‘inclinación’, ‘pendiente’, citándose el topónimo aragonés Ayerbe. Esta interpretación es seguida por Morvan, quien señala que el nombre de la villa de Ayherre y otros topónimos parecen demostrar la anterioridad del sentido topográfico frente al pasional de aiher (Morvan 1988: 1199). Dado que tanto Ayerbe como Ayherre surgen en citas medievales, de nuevo nos encontramos ante una seria incongruencia.

¿Cómo es posible que palabras euskéricas estabilizadas desde hace un milenio desciendan de términos romances que como mínimo se empleaban en las mismas fechas, o que incluso pueden ser posteriores? ¿Dónde están los pasos intermedios, y por qué en estos casos se produjo una evolución tan trepidante del romance al euskera, hasta el extremo de que bazter o aulki aparezcan antes que sus supuestos antecedentes románicos? Creemos que éste es uno de los puntos más inverosímiles de la teoría de Lakarra, que no tiene en cuenta principios diacrónicos elementales.

Las incongruencias temporales no se limitan al campo de los supuestos préstamos, sino que se extienden al léxico patrimonial, a veces con resultados —permítasenos la expresión— abracadabrantes. Para esne se ofrece la etimología *behi-seni-edabe (‘bebida o pócima del niño de la vaca’) > *(b)eh(i)-s(e)n(i)-e(d)a(b)e > *e(h)sn-eae > esne (Lakarra 2011: 106). Aparte de que a nivel fonético se propone un proceso de evolución extraordinariamente complicado y por tanto poco probable, a nuestro juicio se está cayendo en el abuso de mezclar palabras de diferentes épocas.

Behi aparece desde los primeros textos y la toponimia medieval en todos los dialectos, seni se observa solamente en la onomástica aquitana hace dos mil años, siendo sehi/sein sus descendientes en euskera moderno, y edabe es una palabra sólo del área occidental, cuya primera cita según el DGV se registra en el diccionario de Landuchius a mediados del siglo XVI. Creemos que en este caso se está intercalando una palabra bimilenaria del léxico aquitano entre dos que pertenecen a fechas más recientes. Es poco probable que las tres formas convivieran en un mismo momento temporal. Si admitiéramos tal extremo, nos encontraríamos ante el insólito hecho de que behi y edabe no habrían experimentado cambio alguno a lo largo de los milenios y seni por el contrario sí. La incongruencia de la propuesta salta a la vista. Además, ¿en qué tiempo y estado de la lengua se sitúa *behi-seni-edabe? ¿En el preprotoeuskera, protoeuskera, euskera arcaico, euskera medieval?


[1] Las búsquedas nos han aportado también presebre en 1276 y 1467, y presepe en 1411.

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• Asteartea, Apirila 16th, 2013

Lehenengo atalburuan Lakarraren  “erro monosilabikoa” aztertu da:

1. La teoría del (pre)protovasco de Lakarra, conocida también como la de la «raíz monosilábica», resulta con los conocimientos actuales demasiado atrevida

Según propone el profesor de la UPV, sus investigaciones permiten conocer el estado de la lengua vasca y su evolución a lo largo del primer milenio a.C. Se postula un modelo de evolución diacrónica preprotovasco (muy anterior al año 500 a.C.) > protovasco (anterior a la romanización) > euskera arcaico (la lengua de la onomástica aquitana). En su favor se han formulado leyes fonéticas, procesos de gramaticalización, esquemas de construcción de palabras, y en general muchos otros aspectos.

Por nuestra parte discrepamos que algo así sea posible con los conocimientos de que dispone la comunidad científica en este momento. Los trabajos realizados hasta ahora no han podido resolver decenas preguntas acerca del euskera arcaico o aquitano, y las líneas de investigación se han limitado al estudio de raíces y sufijos. Los hallazgos de palabras vascas antiguas se reducen a la antroponimia y teonimia, siendo gran parte de sus componentes de interpretación opaca, por lo que no es posible establecer con seguridad una morfología del idioma para la época que discurre entre los siglos I y IV d.C.

El sistema verbal, por ejemplo, permanece en la total oscuridad. Carecemos también de datos esenciales acerca de la evolución del euskera durante la mayor parte de la Edad Media, periodo para el cual sólo contamos con la ayuda de la toponimia y onomástica que, aun teniendo gran utilidad, no aportan todos los datos que serían deseables. A nuestro juicio resulta sorprendente que con tan pobrísima información el profesor Lakarra y sus colaboradores crean conocer con precisión el estado del idioma hace tres milenios. La defensa de una serie de reconstrucciones que no tienen el apoyo de textos reales, sino que se basan en exclusiva en estimaciones teóricas, esgrimidas como si fueran un modelo fiable, no nos parece una forma sensata de proceder.

En tales condiciones, cualquier propuesta de descripción de la lengua para épocas anteriores a la romana, en las que se carece de textos escritos, sólo puede considerarse como una teoría sumamente arriesgada. Desconocemos cuál será la marcha de la filología vasca en el futuro, y se debe tener en cuenta la posibilidad de que descubrimientos arqueológicos no previstos o incluso nuevos métodos de análisis de la lengua, alteren la visión que tenemos en este momento acerca de los orígenes del euskera[1]. La actitud prudente de Larry Trask en su diccionario etimológico de etiquetar la mayoría de las palabras de etimología compleja bajo el rótulo OUO (Of Unknown Origin) ‘de origen desconocido’, es con mucho la posición más razonable a seguir, aunque a algunos les pueda resultar frustrante. La ciencia se basa en pruebas y certezas, no en hipótesis todavía sin probar.


[1] El propio Lakarra se ve obligado a reconocer en una de sus obras que: «Puede suceder, incluso, que haya quien -provisto de una teoría más productiva y explicativa de los datos allegados y de otros- fulmine minuciosamente todo el análisis aquí hilvanado desde la primera a la última línea;» (Lakarra 2008: 330).

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• Igandea, Apirila 28th, 2013

Hamabigarren atalburuan Lakarrak proposatutako hitzen bilakaera ulergaitzak jarri ditu mahai gainean:

12. Algunas evoluciones propuestas son insólitas

Es tónica general que gran parte de las etimologías presenten problemas morfológicos, fonológicos y semánticos muy graves, que las convierten en improbables, por no decir virtualmente imposibles. Tenemos los ejemplos de *goi-bar ‘arriba-debajo’ > *gwibar > *bi-z-bar > bizkar (Lakarra 2011: 105).

La evolución fonética que se postula es muy violenta, aparte de no tener en cuenta que bizkar ya aparece desde antiguo. El DGV menciona su aparición en toponimia medieval: Lopp de Biscarra (1174), Mutilua vizcarra (1283), Asta Bisquarra (1284). Trask anota como opinión comúnmente aceptada que la palabra es la fuente del nombre Bizkaia (Trask 2008: 146). Insólita es también la evolución *goi-hegi > *gwi-egi > *biegi > begi. No se aporta explicación alguna de por qué el primer miembro del compuesto experimenta tan violenta deformación, mientras que el segundo queda prácticamente indemne.

Con todo, las etimologías de bizkar y begi se quedan en nada comparándolas con la de *goi-*dodani ‘poner encima’ > *gwi(d)odani > *bionani > *bonani > *banani > *bâhâhî > mahain (Lakarra 2011: 110). La cantidad de cambios fonéticos, la arbitrariedad de la que hacen gala, y por decirlo con rotundidad, lo retorcido en general de la propuesta, convierten esta etimología en un modelo de excesos etimológicos, si se nos permite la expresión.

Otro tanto podemos decir de cosas como *edun-heben-i > *ewhebeni > *efe.eni > efini, ibeni, imini, ipini (Lakarra 2011: 108), de supuestos compuestos entre préstamos y léxico patrimonial como ceruu-oin > orein (Lakarra 2011: 110), o de evoluciones defendidas para aparentes préstamos puros como timbal > *dilbal > *dibal > *di.al > *digal > gidal ‘pierna’ o herba > erbar > berar > belar/bedar (Lakarra 2009a: 579),  donde se encajan interminables cambios fonéticos trastocando lo que sea necesario con tal de legitimar las propuestas del profesor vizcaíno.

¿Y qué decir de etimologías tan increíbles como Siriu-za > izar (Lakarra 2009b: 44), por cierto sin rastro alguno del obligado asterisco * que indica formulación meramente hipotética, o la de Lat. timor > *tirmor > *dirmor > *dirbor > *birdor > *birdur/*berdur > bildur/beldur (Lakarra 2011: 105), cuya evolución fonética es tan truculenta que carece por completo de trazas de verosimilitud?

Hablando de préstamos y fonemas que gustan de cambiar de aspecto, no podemos pasar la ocasión sin citar el caso de caninu > *aninu > *âhîhû > *a.îhû > *agîhun (ala *ha.î.û?) > *hagiun > hagin (Lakarra, 2011: 107), que acumula tantas mutaciones de sonidos y tan poco probables que sólo por el principio de economía ya resulta sospechoso en cuanto a fiabilidad[1], y eso sin contar algunas conclusiones mucho más inquietantes que podemos obtener si tratamos de encajar su evolución con la seguida por compuestos de esta misma palabra.

Reflexionemos un momento sobre letagin/betagin ‘colmillo’. Siguiendo la opinión común, recogida en Mitxelena, Trask, Morvan y el DGV, Lakarra considera que procede de un compuesto *begi-hagin > betagin ‘muela del ojo’. Por nuestra parte nos parece una etimología lógica que aceptamos. Ahora bien, recordando que según el profesor vizcaíno hagin procede de caninu, primero debemos suponer que hagin es más antiguo que el compuesto letagin al que dio lugar. Esto nos sugiere un panorama en el que en época todavía romana se empezó a producir la transformación de caninu en hagin. Como Lakarra describe hasta cinco estados fonéticos intermedios entre uno y otro, debemos suponer que el proceso llevó un tiempo hasta cumplirse del todo, lo que nos coloca como poco en plena Edad Media.

No se sabe por qué extraños motivos, después de tan dramáticas transformaciones una vez llegados a hagin la palabra quedó completamente paralizada en el léxico vasco sin alterarse hasta la actualidad. A continuación debemos suponer que se juntó con begi, que también tras un breve periodo de cambios radicales, quedó paralizado en la estructura que ha llegado hasta nosotros. Más tarde ambas palabras se fueron fusionando, sufriendo una evolución b- > d- > l- hasta producir letagin, que vuelve a pararse en el tiempo, apareciendo en la literatura vasca desde 1627 en Etcheberri de Ziburu, en una variante telagin que presenta metátesis consonántica.

Si ya en aquellos años había sufrido esta alteración sobre letagin, esto quiere decir que la voz se usaba desde mucho antes, como poco en el léxico medieval vasco, así que caninu tuvo que correr mucho para transformarse en hagin, este último debió darse prisa para juntarse con begi haciéndolo mutar a bet- (aunque sin perder nada por el camino), y después la transformación b- > d- > l- tuvo que producirse a ritmo verdaderamente acelerado para llegar casi sin resuello al siglo XVII.

Sinceramente, no nos salen las cuentas temporales, y creemos que nos encontramos ante una incongruencia glotocronológica evidente. Acúsenos si se quiere de ignorancia, de falta de preparación filológica, de errores de cálculo o de lo que corresponda. El esquema que se nos ofrece no nos satisface, ni creemos que pueda satisfacer a muchos otros, entre otras cosas porque violenta el principio de economía, al defenderse un proceso evolutivo lleno de anomalías, con palabras que evolucionan meteóricamente durante una época para a continuación quedarse congeladas en el tiempo, recuperando enigmáticamente su vitalidad al juntarse con otras voces. Mucho tendrá que argumentar Lakarra en el futuro para que semejantes propuestas puedan ser admitidas como algo lógico y normal.

Después de todo lo visto, no nos extraña que el profesor de la UPV llegue al punto de desentenderse por completo no sólo de lo aportado por etimologistas anteriores, sino hasta de la misma lógica del idioma, proponiendo etimologías tan carentes de fundamento como *e-da-don-i > *edodani > *edonani > *eunani > unai(n) (Lakarra 2011: 111), cuando para Mitxelena, Trask y otros autores unai(n) es un bastante probable compuesto de zain ‘guardián’ con el mismo tratamiento fonético de igurai(n) y urdain (Trask 2008: 220, 356).

¿Sería demasiado atrevido sugerir que todas las críticas que Lakarra vierte sobre los comparativistas, acerca de su tendencia a manipular y falsificar la realidad, por deformar las palabras a su conveniencia para demostrar parentescos que no lo son, se podrían aplicar punto por punto a la metodología reconstructiva del propio profesor vizcaíno?


[1] Ya el primer paso, con la desaparición instantánea y sin dejar rastro de la c-, entra en conflicto directo con lo que sabemos de fonética vasca. Las c- suelen dar lugar en préstamos de cierta antigüedad a g- (corpus > gorputz, camara > ganbara), manteniéndose el sonido en los dialectos y rincones más conservadores en este aspecto (korputz, kanbara). En los pocos casos en los que la oclusiva sorda inicial termina desapareciendo (cupella > upel(a), cavea > abia), el proceso se culmina únicamente en puntos concretos del territorio, quedando ejemplos de situaciones intermedias con k-, g- y h- repartidas en la mayor parte de los dialectos. Ilustrativo es el extenso repertorio que nos aporta el DGV para upel(a) (kupel(a)/kupla/gup(h)el/dupel/kubel/kuel), que en el caso de abia es exhuberante: habia (V, Sal, S, R; Mic 8r, SP, Lar, Lecl, Añ, Gèze, Dv (S), H (+ abia (V)), habi (V, G-azp, S, R), kabia (det., Lar, Añ, H), kabi (G, AN; Is 174, Dv (V, G), Lh), afia (V-gip; Lcc), apia (V-och-gip; H (s.v. kafia)), api (G-goi, AN-gip), kafia (AN, L, BN-baig, Ae; Dv (L); det., SP, Lar, Añ (AN), Arch VocGr, H (L)), kafira, kafi (ANmer, B, BN-mix; Lh), aabia (V-gip), aapi (G-goi), aapia (V-gip), aafia (V-gip), abira, aubi (V-arr), gabia (Dv (gabi V, G), H (G)). Ref.: Bon RIEV 1909, 24ss.; VocZeg 287; VocPir 344; A (abi, abia, abira, api, kabi, kafia, aapi, aubi); Lrq; Iz ArOñ (aabixa, aafixa, aápixa), Als (kafiya); Etxba Eib (abixia, kabia); Izeta BHizt2 (kafi); Elexp Berg (afixa, apixa). Esto choca frontalmente con que hagin no tiene grandes variaciones, lo cual apunta a una palabra del léxico patrimonial común. Si viniera de caninu existirían seguramente variantes *kagin / gagin. El resto de evoluciones que propone Lakarra para caninu, donde observamos que a mitad del camino se queda la voz en esqueleto, sólo con vocales y aspiraciones, para a continuación migrar una h a la posición inicial, restituyéndose al final una n que termina tragándose la u, resulta inverosímil. Puestos a especular con los cambios fonéticos, caninu habría dado lugar en euskera a *gahi(ñ)u o algo parecido, no a hagin.

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• Astelehena, Uztaila 15th, 2019

a) Liburua ezin eskuratu

Aste eta erdi pasa da Euskaltzaindiak bere Hiztegi Historiko Etimologikoa aurkeztu zuenetik. Berari buruz azterketa bat egin nahi genuen, baina, liburu bati buruz hitz egiten hasi baino lehen irakurri behar denez, arazo bat dugu. Hiztegia ez dute interneten jarri eta liburudendan esan digutenez, eskatu dute baina liburua ez da heltzen.

Liburu bat lehenengo aldiz egiten duten askori horixe gertatzen zaie: liburua inprimategitik hartu eta segituan publikoki aurkeztu eta banaketaz ahaztu. Gero liburua liburudendetara heltzen denean jendeari jada ahaztu zaio eta gutxiago saltzen da. Baina Euskaltzaindiak liburu asko argitaratzen ditu eta ondotxo daki aurkeztu baino lehen liburudendetara heldu behar dela, saldu nahi baldin badute.
(Mezu hau pasa den astetik prest genuen baina irakurle batek esan berri duenez, Euskaltzaindiaren webgunean eskatu daiteke liburua).

Zer gertatzen da hemen? Eta batez ere, horrelako hiztegi berezia izanik, salmenta gutxi edukiko duena, zergatik ez dute interneten jarri nahi?`Beste hiztegi batzuk liburudendetan salgai egon ondoren, epe bat pasatuta, interneten jarri dute. Agian gauza bera egingo dute baina 10 urte hiztegia egiten egon ondoren, lehenago jarri beharko zuten ez?

b) Liburuaren sorrera

Liburuaren zain gauden bitartean beste gaiei buruz hitz egin dezagun. Euskaltzaindiak euskera batua egin zuenetik 40 urte pasatu ondoren, 2009an, Lakarrari hiztegi hori egiteko agindua eman zion, oker ez bagaude (Euskaltzaindian egon ginen bilera batean hiztegiari buruzko informazioa eskatu genuen baina ez zigutenez eman daturen bat oker egon daiteke).

Vahan Sarkisian armeniarrak zioen bezala, euskera batua egin baino lehen jatorria landu behar izan zen, hitzak erabakitzeko orduan jatorria ere kontuan hartzeko. Eta hasieran egin beharrean amaierarako utzi du, batua amaitu duenerako. Alderantziz alegia.

https://sustatu.eus/1286661164

Gainera Lakarrarengandik zer espero zuten zekitenean agindu zioten, hau da, Iruña-Veleiako 2008ko azaroaren 19ko prentsaurreko lotsagarriaren ondoren eta “Adituen” Batzordearen aktak, txostenak eta grafitoen argazkiak 2009ko urtarrilean publiko egin ondoren. 2009ko otsailerako Euskaltzaindiak, eta jakin nahi zuen guztiek, bazekiten Lurmen kanporatzeko “argudioak” iruzurrak zirela: “Descartes” ez zela agertzen, akats ortografikoak ez direla faltsukeriaren frogak… eta garrantzitsuena: Eliseo Gili debekatu ziotela 100 grafito datatzera bidaltzea eta kata kontrolatuak egitea, etab.

Eta orduan zergatik Euskaltzaindiak agindu zion hiztegia egitea eta gainera euskaltzain oso izendatu?

Gure uste apalean Lakarraren izendapen hori eta hiztegia egitearen ardura Iruña-Veleian izandako jarreraren oparia izan ziren. Lurmen kanporatzeko lanean egon diren guztiek saria jaso duten bezala: Lakarrak bi gauza horiek, Gorrochateguik Real Academia Española sartu dute, Pilar Cipres eta Alicia Canto Historiaren Akademian, EHUko arkeologoek urtero 200.000 euro jasotzen dute Lurmenen lekua hartu ondoren,  Espainiako Industria Ministerioak EHUko Euskal Filologiako 25 soldata ordaintzen ditu (15 irakasle eta 10 bekadun: Espainiako Gobernuak Euskal Filologian dituen langileak), Alberto Barandiaran kazetari hutsa izatetik euskal komunikabideen zuzendaritzara pasatu da…

Informazio osagarria:

Lakarraren sarrera hitzaldia Euskaltzaindian, Venneman kritikatuz, Euskeraren Jatorria kritikatuz…: “oraintsuagoko friki samaldak bazter utzirik.” “…anekdotazaleen biltzarra…”

https://www.euskaltzaindia.eus/dok/plazaberri/2009/maiatza/lakarra_sarrera.pdf

Gure erantzuna:

https://sustatu.eus/1248105849

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• Astelehena, Otsaila 25th, 2013

Aurreko post batean Mª Pilar Alonsoren eta Roslyn M. Franken txostenak aipatu genituen, Joseba Lakarraren aintzineuskeraren teoria hankaz jartzen hasi direlao.

Ondoren, Maria Pilarren txostenaren zenbait puntu laburtuko ditugu:

a) Hitzen jatorrizko egiturak Mitxelena eta Lakarraren arabera. Mitxelenaren iritziz, euskeraren hasierako hitzek  egitura desberdinak izango zituzten: bisilabak, monosilabak, trisilabak. Joseba Lakarraren iritziz egitura bakarra zegoen: kontsonantea-bokala-kontsonantea. Ondorioz, bestelako egiturak dituzten hitzek (ama, ata, oso…. ) ez dira euskeraren egitura kanonikoak.

Puntu hau garrantzitsua da, Joseba Lakarrak une oro bere burua Mitxelenearen jarraitzaile gisa aurkezten badu ere, puntu askotan bide erabat desberdinetatik doa.

b) Zipf-Mandelbrot Legea. Lege honen arabera, hizkuntza batean hitz batek gero eta egitura desberdinagoa eduki (beste hitzekiko) gero eta gehiago errepikatzen da testu batean. Pilarrek lege hau nola sortu zen eta denboran zehar nola joan den garatzen azaldu du bere txostenean. Ondoren, lege hori Lakarrak egindako egiturei aplikatu die eta Lakarrarentzat jatorrizko euskal hitzak ez direnak, lege honen arabera, izango lirateke sarrien errepikatzen diren berbak direlako, eta beraz, jatorrizko eusakl hitzak ere.

c) Ondorioak. Maria Pilarrentzat Mitxelenak proposatutako hasierako egitura anitzak (bisilabak, monosilabak, trisilabak) askoz egokiagoa da Lakarrak proposatutako egitura bakarra (K-B-K monosibalikoa) baino.

b) Ley de Zipf-Mandelbrot. ” Y, por poner un ejemplo más cercano, nos estamos refiriendo al mismo tipo de curva hiperbólica quese dibuja si, en lugar de empeñarnos en eliminar las excepciones a la norma de la categoría de fósiles del estudio de la muestra de 2004-2005 por no significativas, consideramos que sus aportaciones son esenciales y las incorporamos de pleno derecho al estudio de las raíces lexicales del PV (protovasco).

Es este cambio el que permite poner en evidencia que si en lugar de empeñarse en excluir de la categoría de fósiles de la tabla “a” todas las raíces documentadas que no responden a lo que Lakarra denomina forma canónica, la combinación monosilábica CVC, incluimos en el análisis las “excepciones” tal y como aparecen en los datos correspondientes a la categoría de fósiles que aparecen en esta tabla, dicha Ley sí se cumple; evidenciando estadísticamente que independientemente de cual sea la forma o modelo más frecuente, el que más aporta al conjunto del léxico, todas los modelos y todas las aportaciones son necesarias para mantener el desequilibrio (de probabilidades o frecuencias) que los sistemas de comunicación organizados necesitan para poder transmitir la información con éxito.

Todo ello mucho es mas acorde pues con la diversidad que proporciona el polimorfismo de Mitxelena que con la uniformidad que introduce la forma única deLakarra. Y aunque para explicar el motivo de nuestra objeción resultaría secundario que los datos delestado del trabajo en 2004-2005 siguieran esta ley o no, el que la cumplan otorga un valor e interés extra a la muestra de origen; además, nos ha evitado utilizar ejemplos artificiales creados “ad hoc”, ahorrándonos muchas explicaciones.

En esta ocasión, no encontramos tampoco mejor ejemplo para ilustrar por donde iría una propuestade reconstrucción del vocabulario basada en la diversidad que partir de los datos de Lakarra que acabamos de utilizar. Pero esta vez en lugar de ordenar los modelos radicales según el mayor o menor número de raíces lexicales diferentes que aportan al PV, tendríamos que ordenar estas diferentes raíces o palabras según el número de veces que los hablantes las utilizan; algo así como s ihiciéramos un diccionario en el que las palabras no estuviesen ordenadas por orden alfabético sino por la frecuencia con la que son usadas; tarea que, evidentemente, si estamos hablando de un estado de lengua del que no quedan vestigios es imposible.

Pero sabiendo como sabemos que en estos casos casos la ley de Zipf-Mandelbrot funciona no sería tan complicado hacer una primera aproximación: unas pocas palabras (las de composición fonética más sencilla por ser las más cortaso debido a alguna otras característica de su composición), que podrían ser perfectamente las que responden al modelo radical CVC, serían las que más se repetirían y muchas (más largas o másdificultosas), las que corresponderían al resto de los modelos (y en la misma proporción ), menos; siguiendo la tendencia a mantener alrededor de un valor constante

c) Conclusiones. Un estado de lengua en el que, como pretende Lakarra, todas las raices-palabras-formas del léxico tuviesen una sola forma, la que él llama canónica, sería, y no seremos nosotros los que digamos“imposible”, un estado improbable para un sistema de comunicación. A no ser que, como hemos mencionado en la introducción, Lakarra se refiera a un estado en el que el sistema de la lengua no estaba todavía organizado y tendría más en común con el relinchar de los caballos, los gritos de los monos u otros animales que comunican emociones o pulsiones en base a imágenes mentales todavía sin discretizar.
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• Asteartea, Apirila 30th, 2013

Hamabosgarren atalburuan proposamen batzuek euskal kultura, historia eta hizkuntzaren zentzuaren kontra doaz:

15. Algunas propuestas chocan frontalmente con la cultura vasca, la historia y hasta con el genio del idioma

Detengámonos un momento en la etimología de ogi ‘pan’. Según el profesor esta palabra viene de hor ‘perro’ y el sufijo -gi mediante un proceso *hor-gi > *hohgi > *ohgi > ogi (Lakarra 2011: 110). Como apoyo a sus hipótesis cita el refrán de fines del siglo XVI Ogiagaz ura, oragaz eroen elikatura ‘pan y agua, alimento de los locos y el perro’.

El estudioso no parece entender que se trata de una expresión jocosa, en la que en ningún caso se enuncia que el pan a secas sea el alimento por excelencia de los perros, sino por el contrario se enuncia que a los seres trastornados o subordinados por la sociedad se les condena una alimentación deficiente, que no se tienen muchas contemplaciones con ellos. No existe ninguna sociedad donde el pan haya sido considerado alimento por excelencia de los perros, sino que desde siempre se ha tomado como el alimento básico del ser humano.

Es inconcebible que los vascos antiguos definieran al pan como alimento perruno, cuando precisamente existe el dicho popular Ogiaren gastatzea bekatü da (Azkue 1935: 254). Por otra parte, si analizamos en profundidad la etimología de Lakarra a nivel filológico, aún resulta más inaceptable. Según el autor ese -gi procede de un antiguo prefijo gi- que significaba ‘materia, trozo, carne’, que se convirtió en sufijo evolucionando hasta -ki (Lakarra 2011: 77). El caso es que este último cuando se añade a un animal manifiesta un sentido concreto: con eper da lugar a eperki ‘carne de perdiz’, txerriki es ‘carne de cerdo’, oilaki ‘carne de gallina’, y xakurki ‘carne de perro’. Según este modelo, *horgi habría significado para los vascos arcaicos, protovascos o preprotovascos algo así como ‘carne de perro’. A menos que nuestros antepasados adulterasen los panes con restos de animales, ponemos en seria duda que se pudiese inventar semejante expresión para definir al pan.

Hay muchos más aspectos en los que la propuesta se demuestra muy poco creíble. El DGV cita la existencia de citas de (h)or en las que se presenta una -a constitutiva, por lo que parece que la forma primitiva fue (h)ora. Es posible por tanto que la palabra surgiera como deverbativo de oratu ‘morder’[1], como una raíz extraída del verbo, siguiendo un proceso oretu/oratu ‘hacer masa, hacer presa’ (cf. *lohi-tu ‘coger cuerpo’ > lotu ‘atar’, ‘sujetar’, ‘agarrar’) > (g)oratu ‘agarrar’, ‘asir’, ‘morder’ > ora- ‘mordedor’, ‘que muerde’ > (h)ora/(h)or ‘perro’.

Si así fuera, dado que el sufijo -tu, según la opinión más generalizada, procede del supino latino, no podríamos aceptar la existencia de hor(a) para épocas anteriores a la romanización, ni en el preprotoeuskera, el protoeuskera ni aun siquiera en el euskera arcaico. En este sentido ignoramos en qué marco cronológico clasifica Lakarra la formación de *horgi, ya que como de costumbre no indica nada al respecto.

El DGV indica que ogi en los dialectos septentrionales presenta la acepción de ‘trigo’, ‘campo de trigo’. Desde nuestro punto de vista consideramos que habría que investigar primero si no fue éste el significado original de la palabra, ya que la evolución semántica desde ‘trigo’ a ‘pan’ es mucho más razonable que la que se propone desde ‘carne de perro’. El mismo diccionario aporta la palabra ogitza ‘montón de granos de trigo’, según Azkue propia de Baztán y Roncal. En nuestras indagaciones hemos podido encontrar un caserío Ogitza en Elorrio, que existe como poco desde 1515 (Bidart 2006: 95), en el que existía un importante molino. Suponemos que esto sería una prueba contundente de que al principio ogi también significó ‘trigo’ en el extremo occidental, pues el caserío recibiría su nombre de los montones de cereal almacenados para la molienda.

No pretendemos dictar a nadie cuál debe ser la etimología correcta para ogi, ni mucho menos queremos jugar a ser mejores filólogos que los profesores de Gasteiz. Solamente tratamos de resaltar las graves deficiencias de la propuesta de Lakarra (que hace poco caso a infinidad de aspectos cruciales), recordando que existen vías alternativas que merecen ser estudiadas. Si no tomamos en consideración todos los datos que nos pueden ayudar a reconstruir la historia de cada palabra, de nada sirven las buenas intenciones vertidas en la memoria del proyecto Monumenta Linguae Vasconum acerca de la profesionalidad, toma en consideración de todas las variantes dialectales, periodización de la lengua, etc.


[1] Para oratu el profesor vizcaíno propone su derivación desde el castellano coger (Lakarra 2009b: 44), lo cual no pasa de ser otra etimología insólita y poco creíble.

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• Larunbata, Martxoa 15th, 2014

Elexpururen blogean Iparraldeko Radiokultura.com irrati digitalek Joseba Lakarrari eta Martin Elexpururi 2013ko abenduan egindako elkarrizketa bana entzun daitezke:

Iruña-Veleiaz: Joseba Lakarra ; Juan Martin Elexpuru

Euskeraren historiaz: Juan Martin Elexpuru ; Joseba Lakarra

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• Osteguna, Apirila 25th, 2013

Zazpigarren atalburuan bere teoria zuritzeko alderaketa tipologikoa gehiegi erabiltzea kritikatu da:

7. Para justificar la teoría se recurre en exceso al comparativismo tipológico

No suele haber trabajo o publicación de Lakarra que se inicie sin una buena dosis de duras críticas al comparativismo, en un tono que a veces roza lo insidioso por las acusaciones de que sus defensores esconden supuestas intenciones ocultas. Se afirma taxativamente que es una metodología ya agotada, incapaz de aportar nada de valor en el conocimiento del euskera primitivo. Según su criterio solamente la reconstrucción interna tiene futuro, ya que no existe lengua en el mundo que tenga parentesco con el euskera.

Entre los argumentos que se ofrecen, se nos dice que el comparativismo cae en deficiencias científicas, al tomar palabras de decenas de lenguas, en las que por una simple cuestión de probabilidades siempre encontraremos algún paralelismo en unas u otras, sobre todo si manejamos las palabras vascas a nuestro antojo. En palabras textuales:

“Lo aquí reproducido puede servir para ilustrar la osadía, el desconocimiento y la intención tramposa y claramente falsificadora de los autores y, en general, de la corriente a la que pertenecen (…) En resumen (cf. Lakarra 1997b y 2003b), nos hallamos frente a préstamos, onomatopeyas, acepciones equivocadas, segmentaciones morfológicas erróneas, formas dialectales o demasiado recientes, análisis sobre inspecciones oculares de poco-más-o-menos o de sonsonete y otras hierbas, pero sin el más mínimo intento de justificar las correspondencias fonéticas o morfológicas de los supuestos cognados. Pese a lo que pueda considerar alguien con vocación de estar à la page, todo esto no supone precisamente un avance en la metodología de la lingüística comparada, ni ayuda a establecer bases más firmes para el estudio de parentescos de la lengua vasca que, no hace falta decirlo, serían tan remotos que difícilmente podrán ser jamás establecidos; nada nos autoriza a creer en espejismos o autosugestionarnos con chapuzas de aficionados como ha mostrado Trask (1997 y trabajos anteriores) en su crítica a la teoría na-dene-vasca, aun mostrándose este autor bastante indulgente –en nuestra opinión– en el estricto campo amerindio (cf. Trask 1996 y Campbell 1997)” (Lakarra 2006: 244, 245).

Podemos convenir con el profesor vizcaíno que la investigación del euskera primitivo se ha visto lastrada por no pocos excesos metodológicos. A primera vista la propuesta de concentrarse en la reconstrucción interna nos parece muy atractiva y científicamente irreprochable, de tal modo que aplaudimos su interés por mejorar el análisis del euskera primitivo. Lo malo es que en cuanto echamos mano a su obra, nos resulta chocante encontrar en ella el recurso constante a otro tipo de comparativismo, esta vez no en forma de comparación de raíces con vistas a defender el parentesco con algún idioma remoto, sino en forma de comparativismo tipológico, con la intención de justificar sus propias ideas.

Es decir, no se admiten comparaciones que prueben parentesco alguno, pero sí se usa y abusa de cualquier comparación de estructuras de composición, raíz o frase de otras lenguas en las que considere que existe un paralelismo que apoya sus postulados.

Como el profesor de Gasteiz se ve obligado a desarrollar un aparato lógico-argumentativo que dé credibilidad a su modelo de reconstrucción del idioma, su práctica habitual consiste en iniciar sus trabajos con largos discursos teóricos, en los cuales repasa volúmenes muy amplios de literatura filológica, por lo general sin relación alguna con la lengua vasca. Allí donde cree encontrar un autor que defiende modelos de reconstrucción de las lenguas de su especialidad según los parámetros de la «forma canónica» de la raíz, no duda en tomarlo como referencia, como si la visión que el especialista correspondiente defiende para idiomas a veces a miles de kilómetros fuera enteramente aplicable a nuestro caso.

A esto suelen seguir los esfuerzos dedicados a la reconstrucción interna del euskera, en los que por lo general suele fundamentarse primero en una interpretación peculiar de las ideas de Mitxelena, para a continuación desplegar sus conocidas etimologías. A fin de reforzar la bondad de sus interpretaciones, no duda en recurrir a la comparación morfológica y semántica con lenguas de todo el planeta. Cualquier comparación con los idiomas más variados parece legítima (y da la sensación de que cuanto más lejos se encuentren mejor), aunque sean sistemas de comunicación situados en coordenadas geográficas, culturales e históricas a años luz del euskera. No deja de resultar paradójico que Lakarra critique tan duramente los intentos de emparentar el euskera con otras lenguas, para acto seguido lanzarse a una comparación masiva de sus estructuras con idiomas con los que no tiene la más mínima relación.

Actuando así creemos que el profesor de la UPV está practicando con entusiasmo la misma metodología arbitraria e interesada que tanto critica en sus rivales comparativistas. Es fácil deducir que si trabajamos con una base de datos de lenguas de todo el planeta siempre encontraremos alguna coincidencia morfológica o semántica debida a la pura casualidad, con lo que tendremos datos para justificar nuestras propuestas, pero que en ningún caso demostrarían nada serio por proceder de un «rastrillado» masivo entre cientos de idiomas sin relación cultural o genética entre sí.

Similarmente, si tomamos toda la gigantesca literatura filológica de las últimas décadas, seleccionando las escuelas que nos parecen más próximas a nuestras ideas y descartando las opuestas, recortamos las palabras de ciertos especialistas insertándolas descontextualizadas como citas autorizadas, y amalgamando todo ello con un tratamiento fonético y etimológico de las palabras vascas en base a reglas ad hoc, creadas por uno mismo y sin antecedentes hasta ahora, se pueden justificar tranquilamente las ideas que se quieran justificar…

Mal que le pese al profesor Lakarra, aunque es cierto que las lenguas tienden a organizarse según esquemas regulares, ninguna de ellas se atiene a un único esquema fonético. Las formas canónicas, raíces y estructuras puras sólo pertenecen al mundo de la especulación entre especialistas, y raro es encontrarlas en lenguas reales, que evolucionan en cambio constante, fragmentadas en dialectos diversificados, y llenas de excepciones, irregularidades, formaciones expresivas, etc.

El modelo de Lakarra para el preprotoeuskera basado en una única estructura de raíz monosílaba CVC (consonante-vocal-consonante), que encima no puede unirse a otras raíces y prefijos más que siguiendo unas normas extremadamente restrictivas, difícilmente pudo existir en la vida real, ni hace tres mil años ni en épocas anteriores. Menos aún cuando lo que nos ofrece es un panorama de raíces excesivamente regulares (sin asomo alguno de las variaciones dialectales que se esperarían para épocas en las que no existían academias), como si, utilizando la jerga al uso, los preprotovascos de hace tres milenios ya hubiesen sometido su preprotolengua a un proceso de «preprotonormalización».

Asimismo su sistema de deducción y extracción de raíces es altamente discutible, y pese a los esfuerzos que dedica para demostrar la fiabilidad de su propuesta, reivindicando supuestos paralelismos en lenguas indoeuropeas, semíticas, chino-tibetanas, amazónicas o de lugares remotos, no se conocen lenguas reales, documentadas en textos, que se ciñan tan restrictivamente a este esquema. Lo habitual es encontrar pluralidad de combinaciones, incluso en lenguas con una base tan regular como las semíticas (que se organizan en raíces trilíteras)[1], por lo que presumiblemente el preprotoeuskera también tendría diversidad de raíces, no un solo tipo, incluso aun en el caso de que dominase un modelo de sílaba CVC por encima de los demás.

Por todo lo dicho, no podemos admitir que el profesor vizcaíno, en base a sus discutibles esquemas, aparte del léxico vasco con tanta ligereza y vehemencia a palabras como negar, erne, orein, itsu, olde, hezur, ahur, oiher, ister, bazter, beldur, belaun, hagin, bider, o bizar, clasificándolas como supuestos préstamos llegados del latín o del castellano, y menos cuando él mismo reconoce que:

“casi todas esas voces tienen una extensión considerable en la geografía e historia de la lengua y pertenecen a campos semánticos como las partes del cuerpo, adjetivos, etc. que no hacen pensar en principio en préstamos; de hecho no parecen haber suscitado sospechas en ese sentido” (Lakarra 2009a: 586).


[1] No pueden ser más expresivas las palabras del gran lingüista Edward Sapir que Lakarra cita en uno de sus últimos trabajos (el resaltado en negrita es nuestro): «En hebreo, lo mismo que en otros idiomas semíticos, la idea verbal en cuanto tal se expresa mediante tres consonantes características (con menor frecuencia dos, o cuatro). Por ejemplo, el grupo sh-m-r expresa la idea de ‘guardar’, el grupo g-n-b la idea de ‘robar’, el grupo n-t-n la idea de ‘dar’. Naturalmente, estas series de consonantes son abstracciones de las formas que se emplean en la realidad» (citado en Lakarra 2011: 13). Con todo el respeto, pensamos que el profesor de Gasteiz debería tomarse más en serio esta última frase, antes de medir la vasquidad de una palabra en base a su restrictivo modelo CVC.

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• Larunbata, Otsaila 08th, 2020

Aste honetan bere anaia Gorka Knörrek salatu duenez, Henrike minbiziz hiltzorian egon zenean UPVko irakasleek Henrike presionatu zuten grafitoak faltsuak zirela baiezta zezan. Hala ere une oro Henrikek grafitoak egiazkoak zirela defendatu zuen, nahiz eta bere ustean, III-V mendeetakoak izan beharrean berantiarragoak izan zitezkeen (VI-IX mendeetakoak) San Juan komentuak mende hori arte iraun zuelako.

Henrikek argi esan zuen gai arkeologikoa zela eta arkeologiak bere metodoekin datazio zehatzak eman behar zituela eta gero hitz egingo zutela hizkuntzalari eta historialariek, ez alderantziz. Baina hemen hizkuntzalari batzuek esan diote arkeologoei zer agertu daitekeen eta zer ez, Mitxelenaren teoria aldaezina balitz bezala.

Hiltzorian egon zenean Henrikerekin jarrera onartezin hori edukitzeaz gain, hil ondoren, Lakarrak eta Gorrochateguik GEZURRA esan zuten, Henrikerentzat faltsuak zirela baieztatu zutelako. Berria egunkarian honela lagundu zien gezur hori osatzen Alberto Barandiaran kazetariak: “Eta, hil baino lehenago, mezu bat igorri zien bi kideei. Mezua, osorik, ezezaguna izan da gaur arte. Gaur, senideek publiko egitea erabaki dute. Mezu horretan, Arabako hizkuntzalariak bat egin zuen beste bi filologoen tesi nagusiarekin. Idazkunak ez dira, Gilek behin eta berriro defenditu bezala, III. mendearen ingurukoak. Beraz, faltsuak dira”. (2009-03-06).

Nola esan daitezke hiru gezur lau lerrotan???
- Eliseo Gilek ez zuen esaten grafitoak III. mendekoak zirela, III, IV eta V. mendeetakoak baizik .
- Henrikek ez zuen bat egin Lakarra eta Gorrotxategirekin.
- Henrikek ez zuen uste faltsuak zirela, geroagokoak baizik.

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• Ostirala, Martxoa 24th, 2017

Morvan

(s. XI ) Rama, arco, cuerno. Ha sido comparado con el antiguo irlandés adarc “cuerno”, lo que no es seguro. Cf. también dravídico adar “rebaño de vacas” (?), adaru “rama” (?), munda dar “id.”, checheno addar “arco”. Hay posible cruce con abar. No hay relación con burushaski tur, ltur y con el caucásico nakh kur como algunos investigadores afirman.

(XIe s.) Branche, arc, corne. A été comparé au vieil irlandais adarc “corne”, ce qui demeure incertain. Cp. dravidien adar “troupeau de vaches”(?), adaru “branche” (?), munda dar “id.”, tchétchène addar “arc”. Croisement possible avec abar. Pas de lien avéré avec le bouroushaski tur,ltur ni avec le caucasien nakh kur comme prétendu par certains chercheurs.

(XIth c.) Branch, bow, horn. Was compared with old irish adarc “horn” (uncertain). Perhaps cognate with dravidian adar “cows herd” (?), adaru “branch” (?), munda dar “id.”, chechen addar “bow”. Possible crossing with abar. No link with burushaski tur, ltur and with caucasian nakh kur as pretended by some scholars.

Lakarra


Zubiaga

Adar <UtU+RA “ekaitz,ada” m. adargo<adar+-ko, >adarga(gaz)

Naberan

Adar: adu-arre (- adu nabarmena)

Goitia

Alde batetik “at, ato” (Erderaren “atar” eman duena), “lotura, eutsia…” esangurarekin. Bestalde, “arr”-en  balio bat “aerroa”, “erroa” da, Erderaren “vástago, eje…”; horrela, “at arr” sonorizatua, egin du “adarr”: Vástago fijado.

Agud-Tovar


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