Recuerda que este domingo, 2 de octubre, habrá una visita guiada gratuita a Iruña-Veleia. Comienza a las 11:00 horas y finaliza en torno a las 13:30 horas. Si vas a venir llama antes al 663 901 248.
Aquí tenéis el último invento de Alberto Santana. Se ven dos cuestiones importantes. Por un lado nos ha cambiado el cuento que nos contó en el documental de ETB, y ahora nos dice que en Navarra nunca perdieron el euskera. Es decir, el euskera sólo es una lengua invasora en Álava, Bizkaia y Gipuzkoa, ya que aquí se hablaba “la lengua celta o alguna lenguas indoeuropea”. No aporta ninguna prueba al respecto y la única que tienen es el hidrónimo “Deba”, que ya hemos explicado que se entiende perfectamente desde el euskera, ya que nos la puede aclarar el topónimo “Fuente De” existente donde nace uno de los Deba de la península (manantial nacido en una hendidura de la roca: DE manantial y BA de EBA cortar).
¿Y por qué Santana ha cambiado su versión? Por un lado, el objetivo principal es hacer creer a los vascos que el euskera no es la lengua de siempre de aquí y que también es invasora, es decir, como el castellano y el francés. En segundo lugar, quiere hacer más creíble su invento. Saben que políticamente y sociolingüísticamente era imposible euskaldunizar ninguna parte de los tierritorios cuando dominaron los romanos (hasta el siglo V). Nos dice que entonces en Navarra (donde actualmente hay una minoría de euskaldunes) lo mantuvieron ahí, pero sigue diciendo que el euskera invadió los otros territorios.
Pero antes se coge al mentiroso que al cojo y seguimos teniendo muchas pruebas de que esa versión light de la euskaldunización tardía sigue sin tener sentido: la toponimia, hidronimia, lápidas de epoca romana en Álava, Soria, Burgos, La Rioja. con inscripciones en euskera…
Y seguramente ha retrocedido porque también estamos denunciando su teoría y ha tenido que hacer un movimiento. Por lo tanto, tenemos que seguir duramente, antes de que esta agresión cultural pase a los libros de texto y a la sociedad.
Y claro, a los opresores les sigue poniendo la alfombra roja y nos dice tambien que los romanos no persiguieron las lenguas y las religiones. Por lo tanto, ya saben, si el euskera se perdió en toda Aquitania y en toda la cuenca del Ebro es porque los vascos de la época romana fueron indiferentes hacia su lengua y lo de crucificar a miles y miles de cristianos en las cruces es una invención. ¡Alberto, no nos tomes más el pelo, por favor!
Facebooken Alberto Santana (la negrita hemos puesto nosotros) /story.php?story_fbid=pfbid0wZvidupTjwcVgA3LchjApzA99Xt7yg3wvBPMdam7Wt43efzn9rBdGnzWtPHfZ3cZl&id=100007122210895:
Leopoldo Bárcena Rojí no le des demasiada importancia, es solo un titular periodístico que busca llamar la atención del público de manera un poco sensacionalista, aunque en el contenido de la entrevista el euskera antiguo sea solo un tema muy secundario. Sin embargo es cierto: el imperio romano no “reprimió” ni persiguió, ni prohibió nunca las lenguas y religiones indígenas de los territorios conquistados.
En el caso vasco no hay casi ninguna evidencia de época romana de que los pueblos várdulo, cariete, beron o autrigon hablasen una variante antigua del euskera, y sí hay numerosos indicios de que hablaban alguna lengua céltica o indoeuropea, que desapareció sustituida por el latín. Así que si en la Alta Edad Media, al menos en el siglo X, en estas mismas regiones que habían estado ocupadas por estos pueblos con identidad étinca extinguida bajo el Imperio Romano, es decir los actuales Gipuzkoa, Araba y Bizkaia, se hablaba un rico y abundante euskera, es lícito suponer que habían sido “euskaldunizados” tardíamente, o sea, después de la caída de Roma. Por el contrario, hubo áreas de Aquitania y la actual Navarra, que habían sido profunda y completamente romanizadas durante siglos, en las que sus élites locales siguieron siendo euskaldunas de lengua, sin ser molestadas nunca por la administración pública romana, y algunos expertos sospechan que pudo ser desde estas regiones de las que surgió el impulso y la oportunidad tardía de euskaldunización de los territorios occidentales de la actual Euskal Herria, después de la caída del Imperio.