Aukeratutako atala ◊ Eduardo Aznar Martinez ◊
Charla de Eduardo el pasado enero. Al final de la charla aparece el debate que sostiene con varios participantes: Martinez Aretain, Gorrochategui, Martinez de Jubera…
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¿Cuáles son las características del euskera que se hablaba en la Rioja y desde cuando?
Tal como comentamos en dicimbre Eduardo Aznar ha publicado su segundo libro: Tierras, gentes y voces. El legado del euskera riojano
Sobre el primero en Euskonews apareció este interesante artículo:
Aunque conocida para el mundo erudito como mínimo desde fines del siglo XVII, la presencia del euskera como lengua viva en el territorio riojano nunca ha recibido la atención que se merecía, pues durante mucho tiempo fue un aspecto del que solamente se conocían datos dispersos.
No obstante, a lo largo del siglo XX se fue avivando el interés por el tema, especialmente a partir de los años veinte y treinta, cuando el descubrimiento de las Glosas Emilianenses y la difusión de la «fazaña» de Ojacastro pusieron sobre la mesa pruebas que demostraban con seguridad que una modalidad del euskera, en concreto de tipo “vizcaino” u occidental, había sido empleada durante la Edad Media en los valles del Alto Oja y Tirón, con extensiones hacia otras áreas riojanas.
Durante las siguientes décadas del mismo siglo, destacó la figura de Juan Bautista Merino Urrutia, que dedicó buena parte de su vida a recolectar y divulgar amplias listas de toponimia riojana, mediante las cuales intentó demostrar que este idioma había sido utilizado en todo el territorio, y que debía de provenir de tiempos bastante antiguos, seguramente prerromanos.
Tales afirmaciones produjeron a veces cierta sorpresa, cuando no incredulidad, hasta el punto de que una larga lista de autores elaboraron distintas explicaciones para explicar el fenómeno, en general con el denominador común del rechazo a adjudicar fechas remotas a la presencia de la lengua, argumentándose que durante los siglos de la reconquista cristiana de la región, capitaneada especialmente por los reyes navarros, pudieron establecerse en La Rioja familias de pastores y campesinos del ámbito alavés, que serían los que habrían producido este conjunto toponímico, perdiendo el conocimiento del euskera en muy pocas generaciones. Otros incluso fueron aún más lejos, asegurando que estos elementos solamente procedían de simples fenómenos de infiltración léxica y contactos, sin que nunca llegase a emplearse como lengua viva.
Esta dinámica, que todavía se mantiene en la actualidad, empezó a resquebrajarse a partir de los años 80 del siglo XX, cuando empezaron a surgir en el área riojano-soriana diversas inscripciones sobre piedra, en su mayor parte en estelas funerarias, atribuibles sin duda a la época romana. Uno de los aspectos más llamativos del conjunto fue el hecho de que la mayor parte de los difuntos presentaban apelativos de tipo netamente indígena, en muchos casos pertenecientes a una lengua desconocida, y que aportaban pistas muy valiosas acerca de la situación étnica antes de la conquista.
A fines de los noventa algunos autores se atrevieron a sugerir que estos elementos onomásticos tenían relación con la lengua vasca, o al menos eran comprensibles en parte mediante sus raíces y componentes. Lo más interesante vino con la llegada del nuevo milenio, que nos aportó nuevos antropónimos, entre los cuales se encontraba uno tan transparente como Sesenco, que los autores de su descubrimiento, asesorados por el profesor Joaquín Gorrochategui, asociaron correctamente con el euskera zezenko = “torito, novillo, toro joven”. Efectivamente, la estela en la que aparecía presentaba en su base el grabado de un toro, que simbolizaba al joven difunto, fallecido a los 20 años. Pronto la mayor parte de las obras de carácter divulgativo sobre la historia de la lengua vasca a nivel general incluyeron el conjunto onomástico riojano-soriano como prueba de la presencia desde mucho antes de la Edad Media del euskera en La Rioja, idea que, no obstante, siguió siendo combatida por los defensores de las teorías repobladoras.
Los últimos años no han aportado grandes novedades, por lo que se hacía de alguna manera necesario realizar una exploración sistemática de todos estos aspectos, incluso asumiendo los riesgos de plantear nuevas propuestas sobre un tema del que se sabe más bien poco, y que se presta a teorías de corte diverso.
Dada la ausencia de textos de cierta extensión, El euskera en La Rioja como tal se centra en el análisis de todo el conjunto de restos de tipo indirecto (toponímicos, onomásticos, teonímicos, etc) de época anterior al siglo VIII d.C. que podemos documentar en territorio riojano con los medios actuales, junto a un repaso de los testimonios acerca de las poblaciones prerromanas que nos dejaron los escritores clásicos grecorromanos.
(continúa)
Eduardo Aznar: Tierras, gentes y voces, El legado del euskera riojano. (en el stand de Pamiela)
Jose Mari Ugaldea: Euskal Toponimia munduan. (en stand de Autoedizioa)
Juan Martin Elexpuru: Euskararen aztarnak Sardinian? . En el stands de Badihardugu
Jon Nikolas: Orígenes del lenguaje oral y del euskara/eskuara. (en el stand de Nabarralde)
Sobre Iruña–Veleia (en el stand de Nabarralde el 2. y 3.)
Paral comprar el libro en papel En ebook
El libro de Bittor Kapanaga que recopila 4 trabajos suyos (en Badihardugun 0 Gerediaga)