MarÃa Magdalena en Iruña-Veleia
Paulo Arrieta Aizpuru:Â \I/ Maddi ala IVAN \I/
MarÃa Magdalena en Iruña-Veleia
Paulo Arrieta Aizpuru:Â \I/ Maddi ala IVAN \I/
Luis Azkona nos ha enviado la última versión de su libro para que cualquiera pueda acceder a él:
El_ibérico_lengua_Uskeike_Substrato_del_Español_versión_01_01_2019_Luis_Azkona
Consta de 650 páginas y de un diccionario (pág. 584).
Jabier Goitia después de 40 años estudiando la toponimia y profundizando en el euskera, ha publicado en Amazon su trabajo Diccionario etimológico crÃtico del castellano que consta de 18 libros:
Diccionario etimológico crÃtico del castellano
Tambien ha publicado la segunda versión de su libro: El ADN del euskera en 1.500 partÃculas
El conjunto de libros cuya descripción se puede ver en los videos que con gran detalle editó recientemente Alish y que a lo largo de los siguientes meses, espera atender en el Blog (http://eukele.com/ ) para quienes puedan desear cualquier tipo de aclaración o hacer observaciones a contenidos, procedimientos o carencias.
ArqueologÃa del lenguaje 1/3
La arqueologÃa del lenguaje 2/3
La arqueologÃa del lenguaje 3/3
Goitia espera que “la falta de apoyos institucionales y la negativa de publicación de las editoriales que deberÃan atender este tipo de ensayos, acabe siendo un factor positivo para que las personas que sientan verdadero interés por la búsqueda de las raÃces y de los comienzos de las lenguas, se encuentren a gusto al pensar que se abre una nueva opción.”
El informe “Lakarra a examen” elaborado por nuestra asociación sigue rompiendo todos nuestros datos de la web. Se ha triplicado el número de visitas, páginas vistas y clics y en abril y mayo ha habido 18.000 visitas, 240.000 páginas vistas y 500.000 ziztadas que decimos en euskera.
Prueba de ello es que si escribimos en Google Joseba Lakarra lleva más de un mes entre los primeros lugares. De los 19 puntos que tiene el informe, los más leÃdos son los siguientes:
15. Algunas propuestas chocan frontalmente con la cultura vasca, la historia y hasta con el genio del idioma: ogia = carne de perro?? http://euskararenjatorria.net/?p=8414
13. Algunas etimologÃas incurren en serios anacronismos. presepre > *barzepre > *bazper > bazter??
http://euskararenjatorria.net/?p=8406
12. Algunas evoluciones propuestas son insólitas. *goi-bar ‘arriba-debajo’ > *gwibar > *bi-z-bar > bizkar ??
En capÃtulo 13 se mencionan algunos graves anacronismos de algunas de sus propuestas:
Según Lakarra la palabra bazter proviene del latÃn praesepe ‘pesebre’ por intermedio del castellano antiguo presepre, con una evolución presepre > *barzepre > *bazper > bazter (Lakarra 2011:105). Solamente por razones semánticas resulta problemática esta propuesta, ya que bazter tiene el significado principal de ‘esquina’, ‘orilla’, de los que se derivan los secundarios de ‘rincón’, ‘campo’, ‘tierra de labor’. Es verdad que en latÃn praesepe tenÃa las acepciones de ‘establo’, ‘habitación’ y que de ahà cabrÃa plantear una evolución hacia ‘lugar’. Esto plantea no obstante muchos problemas, porque los testimonios más antiguos en toponimia parecen apuntar que el sentido de ‘esquina’ es el primitivo.
Uno de los puntos más débiles de la hipótesis de Lakarra es un detalle cronológico. Se nos dice que presepre es un término del castellano antiguo sin darnos fechas exactas ni precisar en qué textos conocidos se utilizaba esa forma. A partir de una información tan exigua podrÃamos deducir que por «castellano antiguo» se estará refiriendo al hablado en la Edad Media entre los siglos X-XIV. Sin embargo, no hemos podido encontrar ninguna cita de presepre en el Corpus del Nuevo Diccionario Histórico del Español (CNDHE), base de datos de la lengua castellana más completa en este momento, y lo que más se registra es pesebre[1], cuya primera cita se produce en 1200 en La Fazienda de Ultra Mar de Almerich. Paralelamente, si acudimos al DGV observamos que la primera cita de un caso del vasco bazter procede de 1070, en un topónimo Bazterrecoa del archivo del monasterio de Iratxe.
Esto quiere decir que bazter ya estaba totalmente formado para el siglo XI y seguramente llevaba bastante tiempo asÃ. Tenemos por tanto una incongruencia. ¿Cómo es posible que pesebre o su enigmática variante presepre entrase en el euskera y se convirtiera tan rápidamente en bazter sin dejar indicios de pasos intermedios, a través de transformaciones fonéticas harto complejas? La palabra vasca serÃa además 130 años más antigua en la documentación que su supuesto antecedente castellano. No se explica tampoco que en el riojano Gonzalo de Berceo, influido por el vasco, existiera también pesebre (CNDHE) sin experimentar grandes cambios respecto a su antecedente latino praesepe, y en el euskera se hubiese producido semejante transformación. Estamos ante contradicciones de extrema gravedad.
Pero nos queda la pregunta fundamental a la que el profesor vizcaÃno no ha dado todavÃa respuesta: ¿cómo es posible que tras supuestamente un breve periodo de meteórica transformación, bazter lleve como mÃnimo un milenio entero sin haber modificado ni un fonema su estructura? ¿A qué se debe que los préstamos llegados del latÃn o el romance viviesen dramáticas modificaciones para integrarse en el léxico vasco, y que a continuación se quedasen congelados sin alterarse apenas hasta ahora? A nuestro juicio ésta es una de las irregularidades más injustificables de toda la teorÃa, suficiente para dudar de su coherencia lógica.
Tres cuartos de lo mismo sucede con *abedulki ‘trozo de abedul’ > *abeulki > *abulki > aulki ‘silla’ (Lakarra 2011: 105). En este caso no se aporta dato etnográfico alguno de que las sillas de los vascos primitivos fueran exclusivamente de madera de abedul, ni se ofrecen paralelos semánticos en otras lenguas. Tampoco parece factible una simplificación fonética tan radical sin dejar rastro de pasos intermedios en la documentación. Además el castellano abedul es una palabra tardÃa, que no aparece hasta mediados del siglo 1745 en el Viaje a Galicia de Fray MartÃn de Sarmiento (CNDHE), y que desciende del latÃn betulla. Aunque abedul existiera desde mucho antes, *abedulki sólo se habrÃa podido formar recientemente y con escaso tiempo para evolucionar a aulki. Según el DGV aulki aparece desde los primeros textos vascos tal y como lo conocemos ahora, lo cual va radicalmente en contra de la propuesta de Lakarra.
Otro caso parecido es el de la etimologÃa para aiher ‘propensión’, ‘inclinación’ y ‘odio’, que Lakarra hace venir del francés craindre (Lakarra 2009a: 580), sin aportar referencia alguna a si esta forma estuvo en uso en un momento anterior a la aparición de aiher, datos inexcusables para justificar la etimologÃa. El DGV recoge por el contrario la teorÃa apuntada por G. Bähr y aceptada finalmente por Mitxelena de que aiher tuvo en principio el valor topográfico de ‘inclinación’, ‘pendiente’, citándose el topónimo aragonés Ayerbe. Esta interpretación es seguida por Morvan, quien señala que el nombre de la villa de Ayherre y otros topónimos parecen demostrar la anterioridad del sentido topográfico frente al pasional de aiher (Morvan 1988: 1199). Dado que tanto Ayerbe como Ayherre surgen en citas medievales, de nuevo nos encontramos ante una seria incongruencia.
¿Cómo es posible que palabras euskéricas estabilizadas desde hace un milenio desciendan de términos romances que como mÃnimo se empleaban en las mismas fechas, o que incluso pueden ser posteriores? ¿Dónde están los pasos intermedios, y por qué en estos casos se produjo una evolución tan trepidante del romance al euskera, hasta el extremo de que bazter o aulki aparezcan antes que sus supuestos antecedentes románicos? Creemos que éste es uno de los puntos más inverosÃmiles de la teorÃa de Lakarra, que no tiene en cuenta principios diacrónicos elementales.
Las incongruencias temporales no se limitan al campo de los supuestos préstamos, sino que se extienden al léxico patrimonial, a veces con resultados —permÃtasenos la expresión— abracadabrantes. Para esne se ofrece la etimologÃa *behi-seni-edabe (‘bebida o pócima del niño de la vaca’) > *(b)eh(i)-s(e)n(i)-e(d)a(b)e > *e(h)sn-eae > esne (Lakarra 2011: 106). Aparte de que a nivel fonético se propone un proceso de evolución extraordinariamente complicado y por tanto poco probable, a nuestro juicio se está cayendo en el abuso de mezclar palabras de diferentes épocas.
Behi aparece desde los primeros textos y la toponimia medieval en todos los dialectos, seni se observa solamente en la onomástica aquitana hace dos mil años, siendo sehi/sein sus descendientes en euskera moderno, y edabe es una palabra sólo del área occidental, cuya primera cita según el DGV se registra en el diccionario de Landuchius a mediados del siglo XVI. Creemos que en este caso se está intercalando una palabra bimilenaria del léxico aquitano entre dos que pertenecen a fechas más recientes. Es poco probable que las tres formas convivieran en un mismo momento temporal. Si admitiéramos tal extremo, nos encontrarÃamos ante el insólito hecho de que behi y edabe no habrÃan experimentado cambio alguno a lo largo de los milenios y seni por el contrario sÃ. La incongruencia de la propuesta salta a la vista. Además, ¿en qué tiempo y estado de la lengua se sitúa *behi-seni-edabe? ¿En el preprotoeuskera, protoeuskera, euskera arcaico, euskera medieval?
[1] Las búsquedas nos han aportado también presebre en 1276 y 1467, y presepe en 1411.
En el capÃtulo 11 se critita que no de importancia a la toponimia aquitana:
Para eihar se propone una evolución desde el latÃn cremare ‘quemar’ (Lakarra 2011: 106). No se dice nada acerca de la aparición en la Tabula Contrebiensis del antropónimo [ ]eihar, unánimemente aceptado como vasco arcaico por la presencia de H. La semejanza entre este nombre de persona y la palabra vasca al menos merecerÃa algún tipo de reflexión. Para admitir como posible la etimologÃa de Lakarra, como mÃnimo se deberÃa demostrar que este nombre, datable con seguridad en el año 87 a.C., no tiene relación alguna con el eihar vasco, ya que si hubiese alguna vinculación por pequeña que fuera, la hipótesis de un préstamo latino quedarÃa anulada al instante. Junto a todo lo dicho, ya sólo por razones fonéticas la evolución cremare > eihar es harto improbable.
El capÃtulo diez critica que Lakarra no tome en cuenta todas las variaciones de los dialectos:
Es costumbre sistemática que este investigador tome la palabra que procede a reconstruir atendiendo sólo a su forma batua, desentendiéndose de las diversas variantes empleadas en los dialectos. Por ejemplo, el verbo inarrosi se hace derivar de *e-da-ra-non-tz-i (Lakarra 2011: 108). Sin embargo, no se dice nada de la gran cantidad de variaciones que tiene este verbo, ni se explican las causas de tanta variabilidad.
Si tomamos el DGV encontramos las siguientes formas: iharrosi (ANerro, L-ain, BN; SP (-rroztea), Lar, VocBN, Dv, H), iharrausi (L, S; Arch VocGr, Gèze, H (BN)), inarrausi (iñ- H), iharrautsi (Lecl), inhaurretsi (-rrestea H (BN)), irardausi (V-ger-m; Aq 1440, H (G)), iardausi (Lar, Añ, H (V, G)), inarrusi (inh- Dv, iñ- Lar, Añ, H (V)), iharrusi, intarrosi (-th- BN-mix), inarrotsi (AN), iharrotsi, inhaurrosi, ilarrosi (AN; Aq 748 (-ll-, AN), LE Urt voc, H (AN)), idarrausi (Sal, R), idarratsi, inarrostu, irandausi (?), inaurrasi (Aq 1440 y 1470), illerrosi (AN-ulz), illorrosi, iñardausi (V, G, AN; Añ), igardausi (V-ger), igurdausi (V-arr-oroz), irdarausi (V-ple-arr-oroz), idarrosi (Sal; ZMoso 71), idardausi (V-m), jardausi (V-ger), ierrutsi (G-nav), iorrutsi (G-nav), iyerrautsi (G-nav), iyerrotsi (G-nav), ligurdausi (V-arr).
Consideramos que cualquier estudio etimológico debe tener en cuenta todas las presentaciones bajo las que aparece una palabra, y que cualquier protoforma que se postule debe poder dar explicación lógica a todas las variantes. De lo contrario estarÃamos cayendo en peligrosas simplificaciones, asà como en una falta de rigor cientÃfico inadmisible.
En el capÃtulo octavo se habla sobre la falta de coherencia con el estado del protoeuskera de hace 3.000 años:
Atendiendo al punto de vista histórico-semántico, el panorama que nos ofrece la reconstrucción de las raÃces CVC supuestamente genuinas no puede ser más llamativo por lo rudimentario. Según su modelo, el preprotoeuskera sólo disponÃa de un reducido número de palabras que expresaban ideas primarias: arriba, abajo, pequeño, negro, malo, crudo, poner, cerrar, macho, animal, etc. Ni rastro de conceptos complejos o abstractos, cosa que lo convertirÃa en un idioma apto únicamente para expresar mensajes elementales.
Si esta lengua reconstruida se habló según se propone mucho antes del año 500 a.C., quizás hace tres milenios, esto nos situarÃa en los tiempos que la arqueologÃa ha denominado «Bronce Final», con lo que el preprotoeuskera habrÃa sido contemporáneo del griego arcaico (hablado por los micénicos y continuado después en los poemas homéricos), el babilonio de Mesopotamia, o el egipcio de los Imperios Nuevo y TardÃo.
Por tanto disponemos de abundante información sobre el estado de lenguas en aquella época, que eran sistemas aptos para una comunicación precisa, disponÃan de abundante vocabulario, términos abstractos, construcciones de frase elaboradas, etc. El griego micénico, por ejemplo, sin llegar a la complejidad del clásico, era un instrumento de comunicación perfectamente útil para una sociedad desarrollada, y con unos cuantos añadidos serÃa aprovechable incluso para nuestra civilización.
Aunque la Europa atlántica en la que se situarÃan presumiblemente los (pre)protovascos no alcanzaba el nivel tecnológico del oriente mediterráneo, las investigaciones arqueológicas han demostrado que las sociedades pirenaicas y de sus alrededores fueron mucho más complejas de lo que se pensaba hace unas décadas. La fachada atlántica constituyó durante la Edad de Bronce un vasto espacio de comercio e intercambios por vÃa marÃtima, desde las Islas Británicas al Guadalquivir, lo cual demuestra un cierto desarrollo socioeconómico. Es la época en la que se construyeron los abundantes crómlechs pirenaicos, de los que se deduce la existencia de una religión con elaborados rituales y tradiciones acerca del mundo espiritual.
Los modelos reconstruidos de protoindoeuropeo y protosemÃtico se retrotraen hasta el 3000 a.C. aproximadamente, dos milenios antes del supuesto preprotoeuskera, y hasta para estas lenguas hipotéticas utilizadas en sociedades con menor nivel tecnológico que el de los preprotovascos, podemos reconstruir un amplio vocabulario para comunicar conceptos complejos.
Por el contrario, en el caso del preprotoeuskera no conocemos pistas de cómo se expresaban ideas tan cotidianas para gentes de aquellas épocas como espada, comercio, tratado, alianza, ley, castigo, delito, matrimonio, celebración, cerámica, guerra, paz, venganza, honor, estaño, cobre (ni siquiera la de metal en general), sacerdote, sacrificio, crómlech, ritual, oración, maldición, embarcación, dios, jefe, vasallaje, siervo, libre, artesano, orfebre, etc.
Una forma de garantizar la plausibilidad del modelo de (pre)protovasco reconstruido por Lakarra serÃa demostrar que al menos algunas de las raÃces reconstruidas eran aptas para elaborar discursos acerca de nociones complejas: un tratado comercial, una oración religiosa, una declaración de leyes, la fabricación de una herramienta de bronce… Las raÃces, derivados y compuestos del protoindoeuropeo y protosemÃtico presentan suficiente diversidad para ello, mientras que los preprotoeuskera y protoeuskera de Lakarra no cuentan ni siquiera con muchas pistas acerca de su gramática, sintaxis, aspecto y tiempo del verbo, etc. En tales condiciones, mientras no se dé explicación al problema de cómo expresaban los (pre)protovascos los conceptos habituales de la época, la lengua reconstruida por el profesor de la UPV es inadmisible por su exagerado primitivismo.