Aukeratutako atala ◊ Relaciones: íbero-euskera... ◊

• Lunes, Abril 02nd, 2018

Un lector le comenta a Bernat: “Sospecho Bernat que las voces “ARRE” y “SO”, implicadas para dar órdenes a los animales de caballería en la Península Ibérica, son más antiguas que las mismas piedras que pisan los caballos, es un presentimiento>>.

Y Bernat responde:

Sobre la antigüedad de las palabras “ARRE” y “SO”. Que pueden significar lo que parecen, ARRE = “vamos” o “ir” y SO = “bajar” o “parar”. La palabra ibérica ARRE y la vasca ARRE tienen el mismo nombre y significado, y el mismo origen le veo también a la palabra vasca ARREATU = “arrear”.

Y a la palabra SO, le he estado dando vueltas, y me decanto por BAJO o ABAJO. Como en SORIA de SO-ORIA, de SO = “bajo”, ORIA = “el río”. Con el significado de “bajo el río”.

Y en el diccionario español encontramos SO = / prep., “bajo”, “debajo de”, y ¡SO! Interj. Que se usa para hacer que se detengan las caballerías.

Particularmente me inclino a creer, que ¡SO! significara “bajo” o “abajo,” porque cuando uno va montado en un animal, las acciones de “parar” y “bajar” son inseparables, uno no suele bajar de la montura sin parar.

Por fin en la página 222 del segundo tomo del diccionario de R. M. de Azkue, vemos:<<-3 (AN, B, G). SO, voz con que se hace detener a los animales de carga. En otros dialectos existen palabras que acusan la presencia en ellos de esta palabra en otros tiempos>>.

Vemos claramente que ARRE y SO, están aquí, y en el País Vasco y Navarra, desde la época prehistórica, hasta la actualidad, con el significado de “arre” y “para” o “baja”. Lo que es una prueba más, de que ni el árabe ni el latín, tuvieron la importancia que se ha creído, en la lengua materna de los habitantes de nuestra península.

Porque supongamos que, si aquí hubiésemos hablado el latín o el árabe, como lengua materna, en las respectivas épocas dominantes de estas culturas, ahora no estaríamos usando estas palabras ibéricas, para dirigirnos a nuestras caballerías. Estaríamos usando palabras que tendrían su origen en la lengua latina, o en la lengua árabe. ¿O es que los romanos y los árabes, usaban para estos menesteres palabras vascas de origen ibérico? Esto no se lo cree, ni el que asó la manteca.

Otra cosa es, la importancia indudable del latín y del árabe, como lenguas de cultura, religión y administración, o sea, como lenguas oficiales en sus respectivas épocas de influencia.

Los que son de mi edad, hemos llegado a conocer, que las misas se hacían en latín, esto puede desviar en el futuro, a algún historiador poco informado, a creer, que el latín era una lengua importante todavía en nuestra época, cuando en no pocos casos, el cura que decía la misa sólo conocía la música, pero algunas veces no tenía ni idea de la letra.

Vamos a ver también, las voces que se da a los animales de caballería en valenciano, para hacerles retroceder. Estas palabras son AIXA ARRERE, que se ve claramente que son ibéricas, o sea vascas, que traducimos por AIXA = “la peña”, “la piedra”, y casi con toda seguridad también “cueva”, y ARRERE = “atrás”, “acogida”, “al refugio”.

ARRERE en el actual vasco, lo escriben HARRERA y en el diccionario de Azkue, viene como ARRERA. O sea, qué AIXA ARRERE, con los datos que tenemos, no sería descabellado que pudiéramos traducirlo por, “atrás a la cueva”. Con el significado de  “volver a la cueva”.

Y como dato curioso a la “azada” en valenciano la llamamos también AIXA, y esta misma palabra AIXA, significa en vasco “piedra”. Y sabido es, que las azadas en la antigüedad las hacían de piedra.

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• Domingo, Enero 19th, 2014

En la revista Paleohispánica, Eduardo Orduña publicó un artículo sobre este tema en el 2005, planteando una posible relación entre los numerales ibéricos y euskaldunes. Posteriormente, en otro artículo avanza en dicha relación.

Así resume el artículo:

Resumiendo, de ser ciertas las identificaciones propuestas, tendríamos dos numerales ibéricos correspondientes a las decenas (aba´r y o´rkei, «diez» y «veinte» respectivamente), que combinados forman el numeral correspondiente al treinta, aunque sin partícula de unión en ibérico. Las demás decenas parecen formarse siguiendo un sistema decimal, por multiplicación de la unidad por 10 (al menos las decenas impares), frente al sistema vigesimal vasco.

Las decenas se unen a las unidades mediante una partícula -ke-. Como unidades tenemos laur, borst y quizás sisbi, sorse (cuatro, cinco, siete y ocho, respectivamente). Con muchas más reservas podrían mencionarse
bi(n), ´sei («dos, seis»).

No puede dejar de señalarse la coincidencia perfecta en la distribución de las sibilantes entre borste, sisbi, sorse, ´sei y sus posibles correlatos vascos bortz, zazpi, zortzi, sei, más digna de consideración por el alto número de sibilantes implicadas, y prescindiendo, por supuesto, de la africación en zortzi, para la que no hay forma de expresión en ibérico, suponiendo que existiera.

Además, la correspondencia es la esperada (<s> ibérica para la dorsal vasca, <´s> para la apical) a partir de un trabajo reciente de J. de Hoz que considera probable una oposición entre sibilantes ibéricas similar a la que existe entre <z> y <s> en vasco, dorsal y apical respectivamente.

Por lo que respecta a las vibrantes, la correspondencia también es la esperada cuando se mantiene la oposición en vasco, es decir, por lo que a numerales se refiere, en posición final. Así, aba´r corresponde a (h)amar ((h)amarr- ante vocal) y laur a laur (con vibrante simple).

La posible coincidencia de algunos numerales en vasco y en ibérico no implica en absoluto un parentesco genético entre ambas lenguas. Es mucho más probable, dada la gran proximidad entre las formas de numerales coincidentes en una y otra lengua, que se trate de préstamos léxicos, y probablemente estos se darían del ibérico al vasco, teniendo en cuenta la mayor difusión del ibérico y su carácter de lengua de cultura.

Aunque los préstamos de numerales (especialmente en números bajos) puedan parecer extraños desde la perspectiva de las lenguas indoeuropeas, no lo son tanto en otros ámbitos lingüísticos. Por ejemplo, hay préstamos de numerales bajos del árabe a otras lenguas no emparentadas, como el swahili, donde hay sita y saba (seis y siete, respectivamente).

Por otra parte, Valeri afirma en su estudio mencionado que los aspectos estructurales de los numerales quizás estén menos sujetos a la interferencia lingüística que los aspectos etimológicos y semánticos, por lo que podríamos concluir más bien la falta de parentesco genético (al menos próximo) entre vasco e ibérico, pues las notables coincidencias en la materialidad de los elementos léxicos contrastan con las diferencias estructurales, especialmente en la que parece más básica, el uso de un sistema decimal o vigesimal.

En cualquier caso, de los posibles numerales mencionados aquí, tan sólo o´rkei estaría algo más allá de lo reconstruible en proto-vasco. En los dos casos en que es posible la comprobación (laur, bors/borste) hay  coincidencia perfecta con el aquitano (por ejemplo, Bors-ei, Laur-co).

Por último, es importante señalar que las comparaciones vascoibéricas expuestas se basan, en la medida de lo posible, en datos intraibéricos. Los segmentos ibéricos que aquí se comparan con palabras vascas aparecen en ibérico combinados entre sí, y mostrando una estructura similar a la que muestran los numerales en vasco. Además aparecen en contextos que apoyan de alguna manera su consideración como numerales, por lo que sólo la escasez de los ejemplos disponibles impide llegar a conclusiones más seguras.

Orduña Eduardo numerales

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• Miércoles, Marzo 05th, 2014

En el siguiente artículo Jesus Rguez Ramos escribe sobre la posible relación entre el íbero y el euskera tomando como base los verbos íberos ekiar / ekien, ebanen y iunstir. Estas son sus conclusiones finales:

Hemos expuesto un posible paradigma de predicado verbal que, a partir de los tres presuntos verbos íberos ekiar / ekien (equivalente a ‘fecit’), ebanen (equivalente a ‘curavit’) y iunstir (sin interpretación clara, muy especulativamente tal vez ‘dedit’), se puede extrapolar a otros segmentos íberos de estructura morfológica similar y posición sintáctica equivalente. De ello parece deducirse que estamos ante una serie de formas que, al menos en algunos casos, tienen una funcionalidad similar a la de verbos, constituyendo núcleos de predicados verbales.

Hemos procedido posteriormente a examinar si este presunto paradigma era compatible con la hipótesis de relación genética entre el vasco y el íbero. Los resultados resultan en general positivos, quizá excesivamente positivos, tanto en el plano morfológico (por más que los casos mejor explicables son minoría en íbero), como incluso en el semántico (donde en diversos casos raíces vascas coinciden extraordinariamente bien con el significado propuesto a partir del análisis interno de las inscripciones íberas).

Sin embargo, este éxito excesivo contrasta con los problemas para extrapolarlo a otros aspectos de la lengua íbera, lo que mueve a una cierta desconfianza justificada. Pese a todo, parece un terreno digno de ulterior investigación que se irá beneficiando de los lentos pero continuos progresos que se hacen en la reconstrucción del protovasco.

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• Jueves, Agosto 01st, 2013

En el sexto capítulo, Eduard Selleslagh-Suykens plantea diferentes puntos de vista sobre dos conceptos muy importantes: El rompecabezas de um(e) o mb(e) y iri/ili/uri/uli/üli/üri

1.      El rompecabezas de um(e), o ¿es  mb(e)?

En la dicusión acerca del sufijo –Yi mencionamos Ybar y U(m)mar (en alfabeto latino) como fuente de la hipótesis de que Y sea una nasalización inicial (como en  mbar) o una nasal ‘fortis’ o silábica. Pero hay más: La –mb- también aparece en aquitano (probablemente una forma antigua de euskera), en la palabra ‘sembe’ que se cree generalmente ser el equivalente de ‘seme’ (‘hijo’) en euskera. Siguiendo un razonamiento de Michelena, creo que en realidad viene de una forma ibérica ‘*sen(i)-mbe’, o al menos, que contiene el ibérico -mb-. Combinado con el euskera ‘ume’ (‘crío/a’), se puede concluir que mb(e) podría ser su origen ibérico.

Por otra parte, el euskera ‘sein’ quiere decir ‘niño’ (masculino), así que se puede interpretar ‘*sen(i)-mbe’como ‘niño-crío’, osea ‘hijo’ (masculino). Se complica algo más cuando se considera el euskera ‘senar’ (‘marido’): ¿realmente tiene sentido interpretarlo simplemente como ‘niño-hombre’? Mientras ‘*seni’ probablemente ya contenía un significado de ‘masculino’ (ver Michelena, p.e.) no es tan obvio que contenía también el significado de ‘niño, joven’; si fuera así, ¿por qué este ‘niño-crío’ parcialmente pleonástico? O ¿puede ser que ‘*seni’ se refería sólo a parentesco masculino, como se podría deducir de ‘senide’ – que sea por consanguinidad o por matrimonio? Esto tendría más sentido para ‘senar’ y‘seme’ a la vez.

Pero ¿qué decir del ibérico mbar’ ‘niño-hombre’ ? Sospecho que quiere decir algo como ‘hombre (-ar) de niño/as’, es decir ‘padre’. Esto nos llevaría a una interpretación del euskera ‘senar’ y ‘seme’ como ‘hombre emparentado’ (un hombre que se ha hecho miembro de la familia por matrimonio) y ‘niño emparentado’, respectivamente. Adicionalmente, el famoso aquitano ‘Ummesahar’(euskera ‘ume zahar’ o literalmente  ‘niño viejo’) significaría más bien ‘hijo mayor’ aunque el elemento de parentesco no sea explícito.

¿O puede ser que el parentesco formaba realmente parte del ibérico ‘mb(e)’, pero no en la mente de los vascos que lo heredaron de los aquitanos, quienes todavía estaban conscientes del significado que tenía para los iberos? Quizás porque los aquitanos ya tenían un vocablo o raíz indicando parentesco, ‘*sen(i)’, que se hizo el término preferido, mientras ‘ume’ perdió esta parte de su significado. El hecho de que algunos nombres aquitanos (muchas veces latinizados) siguiendo el molde ibérico contienen ‘*sen(i)’ no implica necesariamente que los iberos tenían tal palabra.

Conclusiones: 1. El vocablo euskera ‘ume’ es probablemente un préstamo del ibérico, y 2. la palabra ibérica ‘Ybar’ probablemente significa ‘padre’. Y ‘Ybar-Yi’ (como en la estela de Sinarcas) significaría ‘mi padre’, un significado muy plausible en su contexto.

Cabe notar que la discusión acerca de ‘*sen(i)-mbe’ y ‘ume’ es bastante vieja, pero espero haber sido capaz de esclarecer ciertos aspectos, especialmente en relación con el ibérico.

2.      El ‘Wanderwort’ iri/ili/uri/uli/üli/üri

El origen de la palabra ‘iri/ili/uri/uli’ en euskera (y variante con l en ibérico, en compuestos) parece ser un Wanderwort (palabra nómada) muy extendida en el este mediterráneo. Lo encontramos en varios topónimos y lenguas regionales:

- Griego Ilion (Troya), Hyría: Ambos han venido hasta nuestros días vía los antiguos griegos, pero probablemente de lenguas anteriores. El significado parece ser ‘ciudad (fortificada)’ (más bien como  el español ‘burgo’ derivado del germánico), un sentido  que se puede haber perdido más tarde en la mente de los griegos.

- Sumerio Ur que fue adoptado por los akadios/babilonios.

- Hebreo: ‘ir (forma larga yeru, cf. Yeru-shala’im, Jerusalén), acádico: ur (cf. Ur-salimmu, Jerusalén), el mismo significado en ambas lenguas semíticas.

La palabra aparece en euskera, a veces con un sufijo agregado ‘-un’ (muchas veces ‘-uŕ’ , en ibérico,  lo que podría deberse a la alternación  n-r frecuente que conocemos en euskera). Mi conjetura es que se trata de una especie de aumentativo; alternativamente, también podría significar algo en el campo semántico de ‘colina, sitio elevado’, como se ha sugerido para la etimologia de Baiona ((i)bai-o/una). En ese caso, ‘il(d)un/uŕ’’ podría referirse a una una fortaleza en una colina, e Ili-on podría ser derivado de ‘Ili-u/on(e)’ (consistente con Homero: ‘el empinado Ilion’, es decir en una colina escarpada, actualmente conocida bajo el nombre turco de Hisarlık, ‘sitio de fortalezas’).

Todo parece apuntar a un origen mediterráneo oriental de ‘iri/uri’ en euskera, vía los iberos. Lo menos que se puede decir es que tal hipótesis hace encajar las cosas.

Una cuestión diferente es la de la grafía -lt o -ld  cuando es seguido por ‘-uŕ’. Como sugerido por Michelena hace muchos años, esto podría ser simplemente una manera de codificar una l fortis, porque en escritura latina se escribe normalmente con l.

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• Jueves, Marzo 22nd, 2018

Un vallisoletano en Rumania

La teoria de Adrian Damsescu sobre la influencia del euskera en la lengua rumana

Rebuscando entre mis apuntes de rumano encontré una referencia a un artículo que en su dia ya me llamó bastante la atención, y de hecho, lo publiqué entonces (hace ya dos años, que parece que fue ayer) en este blog, provocando un debate bastante interesante entre los comentaristas.  Como ha pasado bastante tiempo y mucho de los seguidores han cambiado, creo que es interesante volver a compartirlo, ya que, repito, me parece una teori curiosa e interesante.

Es bastante conocido que entre el catalan, por ejemplo, y el rumano hay mas de 3000 palabras y expresiones exactas, lo que no sorprende partiendo de que ambos idiomas son románicos, herederos del latin, aunque cada uno haya tenido después en los avatares de la historia sus influencias propias. Mas asombroso es que, tras leer este artículo del profesor Domnescu, nos encontremos con la enorme relación del idioma de Rumania con el euskera, lengua de origen aun desconocida y sin relación alguna con las indoeuropeas (aunque no hay que olvidar que debido a su entorno ha tenido también grandes influencias de las lenguas latinas que le rodean, aunque, por otro lado, y a pesar de que esto no se suele recordar mucho ni por las academias de la lengua (ver artículo sobre la palabra “silueta” del blog La Basque Bodissante donde ademas aparecen otras palabras castellanas de origen vasco, como “bosque”).

Se trata de la hipótesis lanzada por Adrian Damsescu, profesor en la Universidad “Transilvania” de Brasov (Rumania), y doctor en Filología Románica por la Universidad Complutense de Madrid, y que relaciona el idioma vasco con numerosas palabras del rumano actual. El  profesor Damsescu encontró en un viaje a Euskal Herria en el 2004 grandes coincidencias entre el rumano y el euskaldun, y algunas costumbres folkloricas similares, lo que le hizo ponerse a investigar y proponer la siguiente explicación.

Algunos historiadores españoles como F.G.de Cortázar y J.M.González Vesga afirman que tras el período de máxima gloria de la Península Iberica dentro del Imperio Romano, cuando fueron emperadores Trajano y Adriano, originarios del sur de Hispania, tiene lugar un proceso gradual de decadencia, que se acentúa a mediados del siglo III, tras la muerte del emperador Caracalla, dando lugar a un verdadero éxodo hacia el este de los habitantes peninsulares, que conllevó casi un despoblamiento.

La teoria que se propone en el siguiente articulo es que muchos de estos emigrantes eran vascos, que se instalaron en las fronteras imperiales de Dacia, y que poco a poco se fueron integrando en el territorio y mezclando sus constumbres y su lenguaje con los habitantes locales.

En fin, es una teoria atractiva, aunque no se hasta que punto constrastada. Pero cosas por el estilo han pasado aunque la historia se haya encargado de ocultarlas. Por ejemplo leyendo anoche mismo el libro “El Danubio” de Claudio Magris, en el que el autor describe su viaje a lo largo del curso del gran rio europeo hasta el Mar Negro, descubri que en el Banato Serbio hay una ciudad,  Beckskerec, repoblada por el emperador tras la conquista de Timisoara a los turcos en 1716, y en la que se asentaron catalanes, que crearon en ella lo que se conocio como “Nueva Barcelona”, aunque hoy ni siquiera allí nadie se acuerde de ella (esa historia quedará para otra entrada).

En cuanto a lo que dice Damsescu del parecido entre la oina (tradicional deporte rumano, que se considera el origen del beisbol) y el “deporte nacional de los vascos”, que suponemos es la “pelota vasca”, la similitud no es tan enorme, aunque haya ciertas relaciones, o quizás el lingüista se refiera a otro deporte que desconocemos.

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• Viernes, Junio 19th, 2015

Jose Fermin Peña Bueno
Una de ellas, es ke el nombre original, o mejor, la voz original, de la tierra era IBERRIA, tal komo os comuniké en una de mis primeras intervenciones en este foro. Y además, debemos de tener en kuenta, ke IBERRIA, es una palabra esdrújula; por lo tanto, su acento es íBERRIA.

Kuando llegaron los griegos, le llamaron OLISSIPO, a esta tierra, debido a la kantidad de serpientes ke había, y debido a ke, todavía no habían entablado una komunicación y konexión fluída kon los nativos, es decir, kon los íberos. Sin embargo, kuando se percibieron de la voz ke los íberos utilizaban para nombrar a su tierra, y al mayor de sus ríos, komprendieron ke ellos mismos debían utilizar esa misma voz para referirse a esta tierra. Esa voz, era algo así komo ÍBERRIA. Del mismo modo ke al mayor de los ríos de ÍBERRIA, le llamaban IBER, es decir, ÍBER.

Y nosotros, komo investigadores, debemos de komprender y sobre todo, respetar la forma komo nuestros antepasados llamaban a las kosas. Por este motivo, la únika voz fiel a la forma genuina de hablar de los íberos, es precisamente, íberos.

Fué muy posteriormente, cuando la influencia de las gentes llegadas de otras tierras, suavizaron los acentos originales, llenos de fortaleza y kon sonidos esdrújulos, o llanos tónikos muy potentes.

Algunos topónimos de la Sierra Nevada y del resto de la provincia de Granada, ke han konservado muy fielmente la sonoridad íbera original, son:

- ZÚJAR

- BUSKÍSTAR

- DÍLAR

- DÓLAR (Palabrar original de donde se tomó el nombre de la moneda norteamericana- lo apunto komo curiosidad).

- GÓJAR

- GÜÉJAR

- TÁJAR

- LÁCHAR

- VÍZNAR

- VÁLOR

- UGÍJAR

- ÓRGIVA

- OTÍVAR

- HUÉTOR-TÁJAR

- CÚLLAR

- PÍÑAR

- GOR

Por lo tanto, en origen, fueron los griegos, los primeros ke plasmaron de forma eskrita el gentilicio ÍBERO, y lo tomaron del nombre del mayor de los ríos de esta tierra, el río ÍBER; hoy llamado EBRO, y conservando fielmente la fonética y la sonoridad de la palabra madre, Íber.

Por lo tanto, y en konsekuencia, expongo y proklamo kon total rotundidad, ke la forma respetuosa de llamar a nuestros antepasados, y por ende, a toda actividad derivada de este gentilicio, es ÍBERO; siento irrelevante lo ke esponga la R.A.E, dado ke también ha estado sujeta a errores, al dar kredibilidad a fuentes poko fidedignas.

La forma “ibérico”, es muy reciente y a mi, personalmente, me suena a afrancesamiento, de kuando Napoleón estuvo en España; dado ke los franceses no tienen en su lengua palabras esdrújulas.

Por otra parte, os invito a ampliar la linea de investigación en kuanto a la búskeda de la interpretación de los textos íberos, y os invito a ke vayais a la fuente, y no sólo al hijo. El hijo, se llama euskera, palabra inexistente hace doscientos años; por lo tanto, no digamos ya, hace cinco mil años. La fuente, la madre, es Granada, Sierra Nevada, la Montaña Sagrada; y todos sus topónimos. De allí sugió la fonétika íbera, ke se extendió por toda la Península y más allá.

La primera pregunta ke mi hice al komprender la extrordinaria importancia de ke GRANADA, se llamase ILIBERRI, fué: ¿los baskos bajaron a Granada, o los granadinos subimos al País Vasco?

Tardé en hallar la respuesta; sin embargo, ahora-orain, no tengo la menor duda de ke fueron los habitantes de ILIBERRI, los ke expandieron la lengua y la kultura de Iberia de Sur a Norte. Ninguna duda. Por lo tanto, las huellas mas recientes son las ke enkontramos mas fácilmente, es decir, los vascos, los navarros, los aragoneses, los Pirineos, Cantabria y demás; sin embargo, esas formas están muy distorsionadas con respekto a la fuente original; y es por ello, ke es muy importante, a mi entender, indagar en la toponimia de Granada y de su provincia, komo fuente original del íbero.

Voy a hacer una mención, kon todo respeto para Carme, dado ke habiendo llegado a la certeza de ke el kastellano viene del íbero y no del latín, me sorprende ke ahora defienda la forma “ibérico”.

Nuestra labor es grandiosa para llegar a desentrañar el alma de nuestros antepasados y para ello, debemos de dejar de komportarnos komo meros traduktores de símbolos, signos o letras.

Los íberos no le dieron nombre a la lengua ke hablaban porke era la únika ke tenían. Del mismo modo ke no se autodenominaban de ninguna forma. Eran simplemente, seres humanos. El gentilicio íbero inicia su aparición a raíz de los griegos, ke se vieron en la necesidad mental de llamar de forma determinada a los habitantes de esta tierra, por la únika razón de ke NO ERAN GRIEGOS.

Para los íberos, la lengua era komo el viento, el agua o la tierra. Sencillamente eran viento, agua, tierra y lengua.

Nuestros eskemas mentales del siglo XXI, akondicionan nuestro cerebro de forma ke no somos kapaces de pensar, percibir o komprender ke hace cinco mil años, no existían konceptos komo: PRODUCTIVIDAD, VACACIONES, INTERES GENERAL, POLÍTICA, FEMINISMO, MACHISMO, COMUNISMO, FASCISMO, POBREZA, TIENDA, COMPRAR, SUPERMERCADO, OCIO, PASARLO BIEN, HOSPITALES, CÁRCELES, ESTADO, NACIÓN, EXTRANJERO, DERECHO A LA INDEPENDENCIA, DEPORTE, DERECHOS DE LAS MUJERES, RELIGION, DINERO, PRISA, URGENTE, MUERTE  y muchos mas konceptos ke nos impiden sentir ke nuestros antepasados vivían en armonía kon la naturaleza y kon el Kosmos.

Veían salir el Sol y hacían rituales diarios a sus dioses, hasta ke se ponía el Sol. Kada individuo, fuera varón o hembra, konocía a kabalidad su misión en la vida, por lo kual, jamás se le okurría  poner en duda sus obligaciones komo parte de un TODO, llamado IBERIA, KOSMOS, VIDA, ETERNIDAD. No vivían pendientes de unas facturas ke pagar, ni de un crédito ke el banko les iba a “conceder”.

Eran HOMBRES LIBRES, en una tierra libre y no ponían nombres a las cosas ke son obvias.

El aire ke respiramos no tiene nombre, ni el agua ke bebemos, del mismo modo, la voz ÍBERRIA, no era en origen el “nombre” de una tierra; era un todo espiritual kon el ke los íberos estaban konektados veinticuatro horas al día. Eternamente.

A raíz de la llegada de los griegos, y después de los fenicios, romanos y demás pueblos, se empezó a escribir un supuesto nombre de esta tierra y escribieron IBERIA.

Los indios norteamericanos llaman WAKAN TANKA a la tierra, y estas palabras significan algo así komo EL GRAN ESPÍRITU. Los inkas llamaban PACHA MAMA a la tierra, o sea, la GRAN MADRE. Todos los pueblos antiguos tenían por sagrada la tierra, por lo tanto, no se les ocurría ponerle un nombre a la tierra.

IBERIA, ya signifika tierra, para ke nosotros nos entendamos, no hay ke ir mas allá, pues nos perderemos. Por lo tanto, kon todo kariño para Carme, expongo ke ibérico es una forma ajena a Iberia de denominar a los habitantes o la forma de hablar de nuestros antepasados.

Por otra parte y entrando ya, en el nombre de las Jornadas de este verano, siguiendo kon la linea argumental en la ke me sustento, konsidero ke la pugna, o dialéctica sobre el vasco-akitano-íbero-euskaldun-gascón, u otros derivados, en nada nos van a ayudar a acercarnos a la fuente, a la Madre.

Para entender la Biblia, hay ke leerla en hebreo.

Para entender el Corán, hay ke leerlo en árabe.

Para entender el Babavad Gita, hayke leerlo en sánscrito.

Para entender el Tao, hay ke entender los pictogramas chinos.

Para penetrar en el alma de Iberia, hay ke sentirse íbero hasta la médula.

Si no somos capaces de salir de nuestros eskemas mentales en los ke estamos metidos, en función del lugar de nacimiento, de la lengua de nuestra familia, del ekipo de fúlbol, del pensamiento polítiko, o de kualkier otro aspekto sujeto a moda, lo ke signifika a modifikación o kambio, jamás podremos komprender a nuestros antepasados, y en konsekuencia, seremos incapaces de descifrar los mensajes impresos en los plomos, piedras y estelas de todos los yacimientos arkeológikos, kon fidelidad.

Si hoy en día vemos escrita la palabra CASA; todos entendemos que se refiere a una construcción donde viven unos seres humanos. Esta es la forma material del mensaje CASA.

Sin embargo, esa palabra, para un niño, significa seguridad, cariño, calor.

Para unos recién casados, significa nuevos proyectos, ilusión, un camino en común.

Para un estudiante, significa una estación efímera en su camino de la vida.

Para un anciano significa paz, serenidad, trankilidad.

Es decir, ke el mismo kódigo, tiene muy diversas lekturas, en función del ser humano ke lo utiliza. En este caso, el kódigo es CASA.

Del mismo modo, kuando enkontramos unos símbolos iguales o parecidos en diversas estelas, plomos o piedras, debemos de ser muy prudentes a la hora de interpretar lo ke akel Ser humano kiso dejar plasmado.

Por este motivo, si no somos capaces de dejar de sentirnos andaluces, castellanos, catalanes, vascos, aragoneses, valencianos, y demás, haremos pequeños huertos íberos, en función de nuestro arraigo o apego a un determinado sentimiento de pertenencia y de distinción respecto al resto.

Los íberos eran seres TOTALES, igual ke lo eran los índios norteamericanos, por lo tanto, lo ke expresaban era su KOSMOVISIÓN, y no LA NUESTRA.

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• Lunes, Enero 27th, 2014

Viendo el artículo de Lakarra, Eduardo Orduña realiza un nuevo artículo:  Los numerales_ibéricos_y_el protovasco:

Este trabajo es una réplica al artículo de Joseba Lakarra (2010), publicado en Veleia 27. Se intenta aquí demostrar que no existe incompatibilidad entre los numerales ibéricos propuestos en orduña (2005) y Ferrer i Jané (2009) y el protovasco, al menos en lo que tiene de más sólidamente establecido.

Además, algunas de las etimologías propuestas por Lakarra son altamente improbables, por implicar una formación tardía, que choca con el carácter vasco común de todos los numerales vascos.

En un artículo reciente (Lakarra, 2010), J. Lakarra ha presentado un intento de refutación de la propuesta presentada en Orduña (2005), ampliada por Ferrer i Jané (2009). Esta propuesta consistía en la identificación de una serie de elementos léxicos ibéricos como léxico numeral, y tenía como apoyo, por un lado, el parecido o casi identidad de esos elementos léxicos con algunos numerales vascos, y por otro su aparición en contextos favorables a la presencia de numerales.

La principal novedad respecto a identificaciones anteriores de léxico numeral ibérico con el vasco era la identificación de las dos decenas, abaŕ y oŕkei (respectivamente con vasco (h)amar y (h)ogei), que al combinarse con las unidades en el orden decena-unidad esperado, hacían muy remota la posibilidad de un parecido casual. Por este motivo, en mi propuesta original me limité a los numerales complejos. Poco después, en Orduña (2006, 403) propuse una nueva unidad (ilun = 3) de las tres que faltaban (1, 3 y 9), además de proponer la identificación de alguna nueva secuencia metrológico-numeral, como ota-lau (G.7.2).

Posteriormente, Ferrer i Jané2  dedicó la mayor parte de su ponencia en el Coloquio de Lisboa a mejorar y ampliar mi propuesta, fundamentando el valor propuesto para algunas unidades en datos numismáticos. En ese trabajo se recogen exhaustivamente todos los posibles numerales identificados hasta el momento (salvo ilun), incluyendo esta vez numerales simples. Además, Ferrer i Jané identifica nuevas unidades (ban y irur, que corresponderían a bat y (h)iru(r), respectivamente, y obtiene nuevos numerales complejos gracias a lecturas mejoradas de algunas inscripciones, en algún caso a partir de autopsia. Es decir, que no sólo se trata de una hipótesis infinitamente predictiva, sino que además, a pesar de la escasez de textos ibéricos aparecidos desde entonces, ya ha empezado a ser productiva.

Una característica importante de los trabajos mencionados es que, pese a las evidentes dificultades, ambos cumplen con un requerimiento tradicionalmente exigido a las comparaciones vascoibéricas, esto es, presentan indicios dentro del propio ibérico que hacen no sólo verosímil sino hasta probable el  carácter numeral  propuesto. En orduña  (2005) intenté  además justificar  la compatibilidad de los numerales propuestos con el protovasco de Michelena, que es al que, por su cronología y por la solidez de su reconstrucción, debe atenerse un iberista.

Dado que Lakarra no hace mención en su trabajo de los argumentos intraibéricos que apoyan la propuesta, me limitaré aquí a hacer algunas observaciones a los argumentos que, según él, hacen imposible una relación, sea genética o de préstamo, entre los numerales de ambas lenguas, aunque en el apartado dedicado a hogei hago algunas nuevas propuestas de numerales ibéricos. No trataré el tema del ibérico como lengua vehicular, que Lakarra presenta como hecho establecido, pese a su evidente carácter hipotético, y que tampoco supondría, a mi juicio, un obstáculo insalvable para una relación vasco-ibérica.

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• Miércoles, Enero 29th, 2014

Carme Jiménez Huertas, filóloga especializada en lingüística y tecnologías de la lengua ha realizado el siguiente resumen de su libro  No venimos del latín, con el fin de entender los conceptos básicos que plantea en él. Hay que destacar que su libro ha tenido un gran éxito y se ha agotado en dos meses. En estos momentos esta preparando una nueva edición. Su video ha tenido muchas visita (22.500 a finales de marzo del 2014).

Hay una ley de la lingüística que dice que las lenguas divergen y que excluye cualquier posibilidad de evolución convergente. Si las lenguas romances derivaran del latín como se nos ha dicho, se separarían entre sí pero mantendrían una clara relación lingüística con la madre. Sin embargo no es eso lo que encontramos.

Las lenguas romances se parecen entre sí llegando a idénticas soluciones convergentes que, en cambio, muestran una rotura con el latín. ¿Cómo se explica que una lengua madre no legue a sus hijas ni la morfología, ni la sintaxis, ni las leyes fonéticas, ni la estructura y el orden de los constituyentes de la oración y que además se pierdan las declinaciones, los verbos deponentes, los conectores….?

Esta convergencia de los romances sólo puede comprenderse si el parentesco es anterior a la llamada romanización. Serían por lo tanto lenguas derivadas de una lengua madre común de la que el latín también bebió, a través del etrusco y de las lenguas sabélicas que ya estaban en el territorio antes de la llegada de los romanos…

Cuando a principios del siglo VII a.C. la influencia de Roma fue más allá de la comarca del Lacio, la península itálica estaba ocupada por dos grandes culturas florecientes: la etrusca en el norte y la griega en el sur. Los distintos pueblos se dividían en tres grupos: los que hablaban las lenguas latino-faliscas, al norte de la ciudad de Roma y en la región central del Lacio; las lenguas osco-umbras o sabélicas, habladas en la mayor parte de la península itálica, y la lengua tirrena más conocida como etrusco, hablado en la Toscana. Además se hablaba el griego.

Si situamos en un mapa la extensión de estas lenguas veremos que la expansión del latín era mínima. ¿De dónde surgió esta lengua tan poco afín con las de sus vecinos? Los latinos eran getas, una tribu de los dacios procedentes de la zona del Danubio. Cuando Roma sometió a todas las poblaciones en sus campañas de conquista, sus contingentes hablaban lenguas sabélicas del tronco osco-umbras. Además, en el caso de las Guerras Púnicas, los ejércitos romanos emplearon a ciudadanos de Hispania, que no pueden considerarse agentes activos de la romanización.

Por lo tanto, que el latín fuera la lengua oficial del imperio, no significa que todos los romanos hablaran latín y mucho menos que nos impusieran su lengua. De hecho, salvo los patricios, los romanos tenían que estudiar para hablar correctamente el latín.

Cuando analizamos sincrónicamente las lenguas, observamos una continuidad territorial con zonas de tránsito e isoglosas lingüísticas que actúan como fronteras. Al estudiar diacrónicamente el cambio lingüístico, podemos apreciar que los cambios internos de una lengua son lentos o muy lentos; no se producen en siglos, sino en milenios.

Tenemos claros ejemplos con el español y el inglés de América que, después de 500 años, siguen siendo inglés y español. En ningún caso, se han deformado las lenguas ni se han desestructurado sintácticamente; mantienen sus reglas gramaticales a pesar de que puedan sufrir un trasvase importante de léxico.

Durante siglos, el latín fue considerado la lengua de la cultura. Sólo se escribía en latín. Su prestigio fue tan grande que las palabras nuevas se creaban a partir del latín o del griego, dejando de lado el método de la composición, tan productivo, con el que nuestras lenguas permiten crear cuantos términos necesitemos.

Sin embargo, si realizamos un análisis un poco más profundo, nos damos cuenta de que muchos de los étimos utilizados para demostrar el origen latino de las palabras de las lenguas romances, pueden explicarse mejor desde nuestro conocimiento del ibérico que desde el latín. Para empezar, los elementos composicionales que en los romances están desemantizados, adquieren significado si se comparan con los cognados ibéricos. Pero incluso su supuesta evolución etimológica se desmorona si tenemos en cuenta las propias características de la fonética ibérica.

Por poner un ejemplo, la palatalización que se explica como una correlación de cambios sucedidos a lo largo de trescientos años por influencia de la yod (que se presupone una influencia celta) puede explicarse de manera simple a partir del ibérico. Porque precisamente la /i/, la vocal palatal anterior, es la vocal más presente en ibérico. Esto demostraría que más del 50% del cambio lingüístico que hasta ahora se ha atribuido a una influencia externa, podría tener su origen en el habla ibérica.

Otro caso interesante es el de la formación de las fricativas. Dado que la fricativa sonora /Z/ no existía en latín, su aparición se justifica diciendo que se formó a partir de la sorda /S/ en contacto con la glide yod. Bueno, pues está claro que en los textos ibéricos se representan, claramente, dos fricativas sibilantes distintas, consideradas S y Z respectivamente. También existen en ibérico dos róticas distintas, una simple /R/ y una doble /RR/. Sin duda lo más difícil de explicar es la aparición de los sonidos africados y lo mismo sucede con el resto del inventario fonético. ¿De dónde salen estas articulaciones, presentes en todas las lenguas romances, pero inexistentes en latín?

Si el tema de la fonética muestra un abismo entre el latín y sus supuestas hijas, la morfología y la sintaxis tampoco son las mismas que las de la supuesta lengua madre. Desaparecen los casos gramaticales y los nexos que establecen las correlaciones sintácticas; se establece el uso preferente de las construcciones perifrásticas frente a las analíticas; disminuye la voz pasiva; no hay verbos deponentes; se reducen las formas verbales no personales; no existen las oraciones de ablativo absoluto ni las oraciones de infinitivo; se amplía el paradigma de las categorías no léxicas: preposiciones, adverbios y conjunciones; y por último pero no menos importante, hay un cambio radical en el orden de los constituyentes de la oración y en la estructura de las oraciones interrogativas y negativas…

En gramática histórica se intenta justificar la enorme distancia que separa el latín de las lenguas romances hablando de vulgarización, de un retroceso que llevó a la parataxis, es decir, se volvió al estadio primitivo de usar al lenguaje no verbal, los gestos, para entenderse más allá de una lengua que sólo utilizaba oraciones simples o la composición elemental por coordinación. No hay ni una sola sociedad en todo el planeta tierra que no disponga de una lengua perfectamente estructurada, porque como demuestra la gramática generativa, el lenguaje forma parte intrínseca del género humano, no sólo sirve para la comunicación, es la base del pensamiento abstracto, ¡nacemos genéticamente preparados para hablar!

La realidad es que los lingüistas no pueden explicar este cambio estructural entre el latín y los romances. Y lo que es más difícil todavía, en este supuesto estado de confusión, los hablantes de regiones tan alejadas como Galicia y Rumania, que a la caída del Imperio no estuvieron jamás en contacto, llegaron a idénticas soluciones. ¿Casualidad? Nuestras lenguas actuales comparten muchas palabras; esta afinidad no respondería tanto a la latinización sino a un léxico común que se remontaría miles de años. Las diferencias serían resultado de la lenta evolución natural a partir de una lengua madre más antigua y compartida por los distintos pueblos mediterráneos.

Ante esta situación, deberíamos prestar una mayor atención a los más de dos mil textos epigráficos que nos ha legado la cultura ibérica. Deberíamos preguntarnos cómo es posible que, en pleno siglo XXI, su escritura siga sin descifrar. Por qué sigue explicándose en las escuelas que fueron los conquistadores romanos los que aportaron la cultura y la civilización. Por qué no se da a conocer el alto nivel de la cultura indígena que comercializaba desde tiempo antiquísimo con otros pueblos mediterráneos: minoicos, micénicos, helenos, fenicios. Y en lingüística, por qué sigue utilizándose un marco teórico complicadísimo de evolución fonética que ignora las características propias del ibérico…

Las múltiples preguntas que plantea este trabajo deberían ayudarnos a replantear los estudios filológicos actuales. La lengua ibérica es nuestra gran esperanza para avanzar en la comprensión de nuestras propias raíces.

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• Domingo, Enero 19th, 2014

En Wikipedia nos explican así los numerales ibéricos:  Wikipedia

Wikipedia (Agosto del 2016):

Aunque parece que para algunos no está claro. Por eso pusimos el post del artículo de Eduardo Orduña que lo volvemos a poner  junto a éste y en los próximos post vamos a publicar otros tres artículos al respecto.

Aun así, Orduña no reclama que la relación sea una prueba de relación de parentesco entre ibérico y vasco, sino consecuencia de un préstamo del ibérico al vasco. Por su parte, Ferrer considera que los parecidos detectados podrían ser debidos tanto al parentesco como al préstamo, aunque indica que el préstamo de todo el sistema de numerales es un hecho infrecuente.

Lakarra (2010) ha rechazado ambas hipótesis: préstamo o relación genética. Los argumentos de Lakarra se centran prácticamente en exclusiva en el campo de la gramática histórica vasca, pero también argumenta, siguiendo la hipótesis de Hoz (1993), que el préstamo ya resultaba inverosímil, debido a la extensión limitada y remota del territorio en el sureste de España, donde según esta hipótesis el ibérico se hablaba como primera lengua.

Hoz (2011) considera plausibles los argumentos internos contextuales y combinatorios que permitirían considerar numerales determinadas formas ibéricas. De hecho, en cuanto a los valores concretos, considera válida la equivalencia de ibérico ban con ‘uno’ y de erder con ‘mitad’, de acuerdo con las indicaciones léxicas de valor de las monedas, mientras que el resto de equivalencias propuestas no pasarían de hipótesis de trabajo. Respecto de la equivalencia entre los posibles numerales ibéricos y los numerales vascos, está de acuerdo con Lakarra (2010) en que las formas documentadas en ibérico no encajan con las formas reconstruidas en protovasco. Finalmente, considera que la mayor dificultad para aceptar esta hipótesis es paradójicamente su extensión y carácter sistemático, ya que de ser correcta conllevaría un parentesco cercano entre ibérico y vasco, lo que debería permitir identificar otros subsistemas tan claros como este, subsistemas que ningún investigador con argumentos lingüísticos razonables ha sido capaz de identificar.

Orduña Aznar (2011) insiste en que los elementos ibéricos propuestos como numerales no sólo son similares a los numerales vascos, sino que se combinan como numerales y aparecen en contextos en los que son esperables numerales, argumentos que Lakarra (2010) no rebate [tampoco Hoz (2011)]. En cuanto a la hipótesis del ibérico como lengua vehicular de De Hoz, Orduña remarca su carácter hipotético, pese a que Lakarra la presenta como un hecho establecido. Los problemas de esta hipótesis han sido recogidos en Ferrer i Jané (2013). Respecto de las dificultades fonéticas indicadas por Lakarra, Orduña argumenta que sus propuestas son compatibles con el protovasco de Michelena que es al que por cronología y por seguridad debe atenerse un iberista, mientras que la hipótesis de reconstrucción interna de Lakarra tiene una cronología imprecisa y un grado de seguridad mucho menor. Finalmente, en contra de su primera opinión favorable al préstamo, concluye que la hipótesis más económica para explicar las coincidencias entre el sistema de numerales ibérico y el el sistema de numerales vasco es la del parentesco genético.

Villar (2014) constata que las coincidencias entre los numerales ibéricos y los numerales vascos son del mismo orden que las documentadas entre las lenguas indoeuropeas y consecuentemente defiende que la única hipótesis sostenible en este momento es la del parentesco lingüístico entre ibérico y vasco. Villar considera también que si la reconstrucción del protovasco propuesta en Lakarra (2010) resulta incompatible con la evidencia derivada de los numerales, es necesario corregir la reconstrucción, puesto que como toda reconstrucción es hipotética y perfectible.

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• Viernes, Septiembre 27th, 2013

Eduard Selleslagh-Suykens nos ha enviado una posible relación entre estas lenguas:

1.    Sufijos personales y posesivos

En el indicativo los sufijos verbales de persona del quechua son supuestamente[1],[2]:

Sing.    1 -ni  / 2 -nki  /   3 -n

Plural   1 –n-chik  / 2 -nki-chik  /  3 -n-ku

Esto se basa en la idea de que la raíz del verbo es el infinitivo sin el sufijo de infinitivo -y. Examinándolo de más cerca, parece que la -n- inicial de las terminaciones son en realidad una marca de indicativo, y que no forman parte del sufijo personal. En cuanto a la primera persona, queda claro que en ese caso el sufijo personal, incluyendo la ‘-n- del indicativo‘, no debe ser –ni sino -n-ni.

Es obvio que los sufijos personales del plural en quechua son en realidad los mismos que los del singular seguidos por un sufijo pluralizante adicional:

1 -n-n(i)-chik   / 2 -n-ki-chik   / 3 -n-ku

Entonces, no nos ocuperemos más de ellos.

Conclusión: los sufijos verbales personales (del singular) son:

1 -ni  /   2 -ki  / 3 -ø (cero)

Es algo sorpresivo que los sufijos posesivos contienen también la -n-, pero esto podría ser simplemente una contaminación ‘vulgar’ por analogía con el entendimiento popular, pero probablemente falso, de que la -n- forma parte del sufijo verbal personal.

Todo esto es en total conformidad con los sufijos personales proto-urálicos-altaicos-etc. (eurasiáticos y amerindios) como descritos por M. Morvan[3]: singular 1 -m/ni, 2 k/ti, 3 -ø (zero), los plurales [1 -m/nu, 2 -k/tu, 3 -ø (cero)] habiendo sido reemplazados por los singulares más un sufijo pluralizante.

Los equivalentes vascos son los pronombres personales ni, hi, ø (cero) [Los ‘pronombres personales’ de tercera persona en euskera’ son en realidad demostrativos, como en español ‘él, ella, (lo)’ < Lat. demonstrativo distante ‘ille, illa, illud’].

Cabe notar que en otras lenguas amerindias muy distantes y diferentes como el lenape (Delaware), existe la misma serie 1 -ni, 2 –ki, 3 -ø (cero).

En ibérico, sólo el sufijo posesivo de primera persona es más o menos seguro: -Yi [Y es la letra ibérica para un sonido nasal incierto que puede variar según el contexto fonético].

2.    El agentativo –q

Este sufijo quechua se parece bastante al sufijo ergativo vasco –(e)k, el cual parece que también se usa en ibérico (probablemente como –ka), pero desgraciadamente no sabemos si ese último tiene el mismo sentido. En ibérico, parece apuntar en la dirección de un sufijo relacionado con el origen (de una acción, en este caso). En quechua, deriva un sustantivo de un verbo, describiendo un ‘actor’: rimaq (hablador, ….) del verbo rimay (hablar, …).

3.    El sufijo ilativo/alativo -man y el ablativo/elativo -manta

El sufijo ilativo/alativo  (hacia dentro, a) -man podría ser relacionado con el inesivo –ban (y el ilativo –ba) húngaro (es decir ugrio) y con el sufijo ibérico -ban que podría tener un significado similar, p.e. dentro del contexto de la inscripción en la estela de Sinarcas.

En proto-urálico, el sufijo -ta es la marca del alativo, pero en quechua es el sufijo del acusativo (alternativamente, del ablativo). No obstante, desde un punto de vista urálico, la secuencia –ba(n)-ta tiene sentido como un elativo/ablativo ‘desde dentro’. Por consiguiente, no se puede excluir una relación.

4.    Conclusión

Todo esto significa probablemente que estas analogías contribuyen al testimonio de un núcleo extremadamente antiguo y resistente de características comunes, más allá de las tipológicas, como las ya mencionadas por Morvan3 y Pagel et al.4, compartidas por los pueblos de cazadores-recolectores nomádicos (a larga distancia) subárticos del margen de la capa de hielo – y sus parientes americanos – durante la última glaciación.


[1] Coombs, D. : Sufijos nominales relacionales en el quechua ayacuchano, in Datos Lingüísticos Nº 30, Colección de los archivos del Iistituto Lingüístico de Verano, Lima, 2008

[2] http://www.aymara.ucb.edu.bo/html/diccionario/quechua castellano/sufijos quechuas.html

[3] Morvan, Michel :  Les origines linguistiques du basque, Presses Universitaires de Bordeaux, 1996

[4] Mark Pagel, Quentin D. Atkinson, Andrea S. Calude, and Andrew Meade:  Ultraconserved words point to deep language ancestry across Eurasia in Ultraconserved words point to deep language ancestry across Eurasia(PNAS-2013-Pagel-1218726110.pdf)

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