Jabier Goitia
Hola de nuevo Ed, quizás debiéramos charlar en alguna ocasión, sin prisa, para saber un poco más de los datos y las teorías en que cada uno andamos, porque este peloteo de cosas sueltas no me permite usar la artillería (voz que los chistosos dicen que viene de un monje llamado Jean Artillery) y presiento que sin contundencia no hay avance.
He de decirte que preconizo una revolución integral en lo que se refiere al Euskera, por lo que lo que hasta ahora ha sido referente en onomástica, toponimia y etimología, lo margino casi totalmente. Digamos que ni el 30% es válido. Llevo en esto desde 1968 y puedo decir que el rumbo está claro aunque aún no se en qué muelle del puerto podrá atracar este barco.
Esta tarde que no he ido a la granja, voy a dedicar media hora a tratar de responderte a algunas de las cosas que amablemente me dices. ¡Claro que no se puede decir que toda raíz simple es vasca!. Cuando selecciono un morfema como raíz, es porque éste interviene en numerosas voces complejas que ocupan un espectro amplio. Por ejemplo, el “bil” que mencionas –y que en los diccionarios (desde Astarloa hasta Larry Trask) figura como redondo, circular, no es la primera acepción de redondez, sino un tropo de la forma que adquieren los vellones al rodar.
La forma primigenia es “ola”, sí, la “ola” de aureola y de cacerola. Otra forma posterior es “obo”, el “obo” de ese globo que nos dicen que viene de una masa de personas…
O “bola” que es la evolución de “bi-ola”, es decir curvatura en dos planos.
No encontrarás nada en la toponimia con “bil”, porque bil (un ingeniero nunca confundiría una rueda con un círculo; eso es cosa de poetas), ese “bil” que antes fue “bir” y que cualquiera obsesionado con la primacía griega dirá que es una variante del “gyr” griego, es algo tardío para las cifras en que nos movemos (paleolítico profundo).
Sin embargo, veo una gran diferencia conceptual en que tu ves al Euskera como nos lo pintó Don Ramón copiado de Humboldt; es decir, aquí, en este territorio donde concluyes que ha recibido sus infinitos préstamos… Sin embargo mi teoría -y la de otros que trabajan con materiales pre documentales- es que esta lengua u otra parecida se formó y habló durante decenas de milenios en un cinturón climático de unos 2000 x 8000 kms. Desde Kamtchaka hasta Portugal (ver obra de M Rosenfelder’s) y no es que tengamos voces del Gujarati, del Eslovaco o del Alemán, sino que muchas de esas raíces que Pokorny y cía se precipitaron en publicar (y que muchos tomáis sin criticarlas), tienen su explicación dos pisos más abajo.
Con el “melanus”, idem eadem idem. La raíz original es “bæl” que en protovasco significa fango; el “bæl” de las docenas de “Bælencias” y “Pælencias” o el de “Bælaguer” que tenemos en España y países cercanos.
Así que un sustantivo para llamar al fango pútrido y negro ha acabado siendo un adjetivo como “negro”: “bal-bel”.
Pero, ¡cuidado!, que lo simplemente oscuro también tiene su raíz vasca en “lun-lug” de luna y de lúgubre.
Yo, de momento no me meto en estructuras; solo toco la semántica, así que apenas he trabajado con las reglas SOV. Estoy en la fase conceptual de la interpretación de fenómenos y asignación de nombres; algo verdaderamente ordenado, lógico y científico.
Estoy en las antípodas de lo que dices con referencia a lenición, ensordecimiento, etc. Todos esos mecanismos se han definido partiendo de una idea preconcebida de cuales eran las lenguas más antiguas. Simplemente, o no valen o son “circulares”, es decir hay circunstancias en que funcionan en un sentido y otras en otro, siendo siempre “seguibles” por sus rastros
No comparto las hojas de ruta que hacen un idioma en cuatro siglos o que borran del mapa a otro en doscientos años. Ciñéndonos a España, no hay duda alguna de que el latín no se habló nunca (me refiero al pueblo) y nada quedó en la toponimia: Ni “Finisterre” es el fin de la tierra ni “Santander” es san Andrés ni Zaragoza es “Cæsaraugusta”. Los llamados romances son muy anteriores a la llegada decidida de los romanos doscientos años antes de Cristo.
Tampoco he dedicado tiempo al Ibérico porque tengo la certeza de que las transcripciones de Gomez Moreno y otros, los alefatos, alfabetos, silabarios y semisilabarios tienen varios errores graves que deforman totalmente los sonidos.
Con respecto a “ili y briga” que tanta guerra dan, son voces irrelevantes. Ili, que se toma por “iri” y se supone es población, porque los idiomas antiguos nunca han usado otra cosa que topónimos para llamar a los asentamientos y esa forma solo se usaría en una conversación después de haber citado el nombre del lugar; es decir, no es algo epigráfico.
Es un tema conceptual que no lo pueden sintetizar quienes no hablen Euskera.
En cuanto a “briga”, es una voz vasca contracción de “bir-iga” o doble resalto; es la construcción que cualquier geógrafo sabe que se ejecutaba en lo alto de una colina, formando un muro de coronación. Aquí en España se hacía sobre oteros y en Siria en grandes “tells”. Construcción que supone una ventaja táctica ante ataques de otros grupos, de cuatreros o de simples fieras que quieren llevarse el ganado.