• Viernes, Diciembre 06th, 2013

Fonética y grafía:

ENEAS: A juzgar por las tres piezas de Eneas (las únicas que diferencian tres Es por su cantidad vocálica), se deduce que los nombres griegos (en realidad troyanos) han exigido por algún motivo  una distinción cuantitativa de las de facto tres Es etimológicamente distintas presentes en los textos, distinción que se ha conseguido muy aceptablemente aunque no sin errores de ortografía (los mismos que se documentan ya en los grafitos de Pompeya, por otra parte).

Por todo lo cual se hace evidente que aunque los hablantes de latín del siglo III no distinguieran tres vocales de cantidad diferente y de igual timbre e, eran sin embargo bien conscientes de que el latín había tenido tres vocales e diferentes entre sí y de que la escritura en griego de ciertos nombres establecía una distinción cuantitativa en la grafía de la e (ē / ĕ: η /ε) (y también de la o/ω, mas es en relación a la primera el que pueda constatarse tal conciencia en los tres grafitos veleyenses vistos, lo cual tiene también su lógica: era la e y no la o la vocal que creaba confusión en latín desde antes de nuestra era). Esas tres piezas en concreto, en fin, parecen un ejercicio de escritura en el que se practica con el alfabeto latino la distinción vocálica cuantitativa gráfica al modo del griego.

ANQUISIIS-AQUILES: Tomando en cuenta todo lo observado en el apartado anterior acerca del sonido velar sordo en el latín vulgar y atendiendo a las grafías erróneas de las formas veleyenses SIICVANO, SEQVND, CVO y MARCVVS se deduce que los grabadores de esos grafitos confundían la secuencia velar CV con la de la antigua labiovelar latina QV porque sonarían igual al haber perdido esta última el apéndice labial.

Por tanto, las formas ANQVISIIS Y AQVILES no se leerían /Ancuises / o /Acuiles /. Ni tampoco pronunciarían estos nombres griegos que el latín culto y literario transcribía Anchises y Achiles al modo griego /Ankhises / o /Akhiles /, puesto que los romanos no pronunciaban la velar sorda aspirada χ del griego al carecer su lengua de aspiración.

LETRA J: Hemos visto cómo CAYO con Y en lugar de Caius, una forma imposible en latín para la comisión científica, está documentada epigráficamente en el Algarve. También cómo, según el experto en latín vulgar Veikko Väänänen, esta vocal griega adoptada por el alfabeto latino (o semivocal, o semiconsonante: su misma clasificación es compleja) era problemática para los romanos, que la confundían desde antiguo con la iota griega y con la u latina. Y cómo aparece en posición inicial seis veces en Iruña-Veleia en el nombre del dios judío Yahvé, aparentemente palatalizada, como en CAYO.

Teniendo en cuenta que Yahvé aparecería escrito también con I y con J respectivamente en otros grafitos, y aunándose esto a lo observado en torno a la J en el apartado anterior, que parece notar asimismo una i consonántica (aunque solamente delante de u, concretamente en Julio y Jupiter, existiendo al mismo tiempo en Veleia las formas Iulio y Iupiter : y IVNO), debemos llegar a la conclusión de que la palatalización de la vocal i delante de otra vocal, fenómeno que habría comenzado a darse en el siglo I d.C., ya requeriría de una grafía ex profeso en el III y que ello habría provocado incertidumbre acerca de cuál emplear para el nuevo fonema, encontrando por ello en los grafitos veleyenses para dicho sonido a veces J (delante de u) -que no es otra cosa que el alargamiento de una i o lo que se llamaba i longa, es decir, una innovación caligráfica requerida para una variante de la i-, a veces Y -una letra griega que hasta entonces sólo servía para los préstamos griegos, por lo que se prestaba a ser empleada para ello-, y a veces la antigua o clásica letra I.

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Malagako idazkuna: Quimera (qu erabiliz)

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