En la revista Paleohispánica, Eduardo Orduña publicó un artÃculo sobre este tema en el 2005, planteando una posible relación entre los numerales ibéricos y euskaldunes. Posteriormente, en otro artÃculo avanza en dicha relación.
Asà resume el artÃculo:
Resumiendo, de ser ciertas las identificaciones propuestas, tendrÃamos dos numerales ibéricos correspondientes a las decenas (aba´r y o´rkei, «diez» y «veinte» respectivamente), que combinados forman el numeral correspondiente al treinta, aunque sin partÃcula de unión en ibérico. Las demás decenas parecen formarse siguiendo un sistema decimal, por multiplicación de la unidad por 10 (al menos las decenas impares), frente al sistema vigesimal vasco.
Las decenas se unen a las unidades mediante una partÃcula -ke-. Como unidades tenemos laur, borst y quizás sisbi, sorse (cuatro, cinco, siete y ocho, respectivamente). Con muchas más reservas podrÃan mencionarse
bi(n), ´sei («dos, seis»).
No puede dejar de señalarse la coincidencia perfecta en la distribución de las sibilantes entre borste, sisbi, sorse, ´sei y sus posibles correlatos vascos bortz, zazpi, zortzi, sei, más digna de consideración por el alto número de sibilantes implicadas, y prescindiendo, por supuesto, de la africación en zortzi, para la que no hay forma de expresión en ibérico, suponiendo que existiera.
Además, la correspondencia es la esperada (<s> ibérica para la dorsal vasca, <´s> para la apical) a partir de un trabajo reciente de J. de Hoz que considera probable una oposición entre sibilantes ibéricas similar a la que existe entre <z> y <s> en vasco, dorsal y apical respectivamente.
Por lo que respecta a las vibrantes, la correspondencia también es la esperada cuando se mantiene la oposición en vasco, es decir, por lo que a numerales se refiere, en posición final. AsÃ, aba´r corresponde a (h)amar ((h)amarr- ante vocal) y laur a laur (con vibrante simple).
La posible coincidencia de algunos numerales en vasco y en ibérico no implica en absoluto un parentesco genético entre ambas lenguas. Es mucho más probable, dada la gran proximidad entre las formas de numerales coincidentes en una y otra lengua, que se trate de préstamos léxicos, y probablemente estos se darÃan del ibérico al vasco, teniendo en cuenta la mayor difusión del ibérico y su carácter de lengua de cultura.
Aunque los préstamos de numerales (especialmente en números bajos) puedan parecer extraños desde la perspectiva de las lenguas indoeuropeas, no lo son tanto en otros ámbitos lingüÃsticos. Por ejemplo, hay préstamos de numerales bajos del árabe a otras lenguas no emparentadas, como el swahili, donde hay sita y saba (seis y siete, respectivamente).
Por otra parte, Valeri afirma en su estudio mencionado que los aspectos estructurales de los numerales quizás estén menos sujetos a la interferencia lingüÃstica que los aspectos etimológicos y semánticos, por lo que podrÃamos concluir más bien la falta de parentesco genético (al menos próximo) entre vasco e ibérico, pues las notables coincidencias en la materialidad de los elementos léxicos contrastan con las diferencias estructurales, especialmente en la que parece más básica, el uso de un sistema decimal o vigesimal.
En cualquier caso, de los posibles numerales mencionados aquÃ, tan sólo o´rkei estarÃa algo más allá de lo reconstruible en proto-vasco. En los dos casos en que es posible la comprobación (laur, bors/borste) hay coincidencia perfecta con el aquitano (por ejemplo, Bors-ei, Laur-co).
Por último, es importante señalar que las comparaciones vascoibéricas expuestas se basan, en la medida de lo posible, en datos intraibéricos. Los segmentos ibéricos que aquà se comparan con palabras vascas aparecen en ibérico combinados entre sÃ, y mostrando una estructura similar a la que muestran los numerales en vasco. Además aparecen en contextos que apoyan de alguna manera su consideración como numerales, por lo que sólo la escasez de los ejemplos disponibles impide llegar a conclusiones más seguras.