• Domingo, Octubre 30th, 2011

Las actividades humanas están condicionadas por las normas creadas por las leyes naturales. Cada manifesta­ción humana en el arte o en el color y sonido, viene determinada por la existencia de una ley natural. Se apoya en la existencia de los cuatro condicionantes de la vida humana que hemos llamado forma, vida, sensibi­lidad y consciencia.

Y así, la escultura imita a la forma física. La pintura utiliza el color que es manifestación de la vitalidad y de los campos magnéticos de los seres, para plasmar la figura en el lienzo. La música utiliza la vibración o sonido de los cuerpos y energías en constante movimiento. El músico y el compositor están en contacto, sienten esos campos vibratorios y los traducen en melodías y sinfo­nías de gran sensibilidad. Cada planeta, cada estrella que se mueve tiene su propio color o matiz, su propia vibración o tono y su propia velocidad.

La poesía y la lengua hablada utilizan la vibración de la naturaleza que se manifiesta a través del consciente diferenciando a cada ser o cosa y fenómeno natural, a través de un nombre determinado, siendo la escritura la fijación de esa idea a través de un símbolo que es la letra utilizada.

La dosis de sensibilidad que el hombre posee en esas manifestaciones, determina su relación estrecha con el alma o memoria de la naturaleza y verdad de las cosas, ya que mediante esa sensibilidad y en función de su campo magnético, podrá captar a través de una contem­plación el ser natural de cosas o entes. Y entonces es cuando se hace y aparece la ciencia y la filosofía, pues entra en acción el consciente humano imitando o dupli­cando la sabiduría natural, el iainkoa de la creación.

Tenemos así una humanidad con sabiduría, una huma­nidad científica y filosófica, que expresa sus estados emotivos a través de una lengua con contenido natural, de una poesía y una escritura de gran expresión sensitiva y anímica, que posee también una gran música, una rique­za pictórica y una magnífica escultura, expresiones de la vibración, de la vitalidad y de la forma.

Y todo ello, porque en esa humanidad florece y se desarrolla el individuo dentro de la libre determinación como manda la ley natural, que nos dará el regalo de sus creaciones, alimentando con ellas el hacer de las masas y llenando el vacío del no ser y el no poder de culturas e ideologías desviadas.

En este capítulo nos aplicaremos en analizar la vi­bración o el sonido, utilizando para ello uno de los medios más viejos y naturales que existen en la hu­manidad.

Ese sonido vibratorio que utilizaremos será la pala­bra y para analizar la palabra nos valdremos de la lengua basca como expresión de las más genuinas y que hoy día está presente en la humanidad y es estudiada en las universidades del mundo entero.

Platón nos dice en el Cratilo, que hay palabras hechas por los dioses (léase leyes naturales) y palabras hechas por los humanos. Nos indica que el valor de la palabra está en función de la vibración natural y no en función de la utilidad material.

Si hay palabras que fueron hechas por las leyes naturales, es porque los nombres de las cosas o los nombres puestos a las cosas, derivan de una vibración natural y funcional. En la lengua basca la palabra nombre es izena. Y la semántica de esta palabra es: de la (ena) luz (iz) o de la energia, ya que la raíz “iz” es una de las voces básicas de la lengua. Es una voz o fonema raíz. Y además de luz,  significa también agua, pero se refiere a las aguas o energías creadoras, ya que en la antiguedad se usaba mucho la frase “las aguas de la vida”.

Las lenguas primitivas que poseen raices propias, son de base fonética, ya que al hablar de las lenguas nos referimos a la palabra que es sonido. Y basados en ese fonema primitivo, debemos buscar su origen de la vibració natural. Pues de la misma forma que el pensamiento tiene su base de conscienca en la existencia de las leyes naturales, que el hombre traduce y aplica en su vida terrena a través del proceso mental, desarrollando lo que llamamos ciencia en la actualidad, las lenguas se inician a través de una reproducción o interpretación de las vibraciones naturales que nuestros antepasados percibían a través de los campos magnéticos de cada ser viviente.

Este campo magnético  le daba la cualidad y condición o forma de ser que había adoptado el ente a través de la evolución o transformación de la naturaleza, que el azti (mago) traducía y reproducía a través del fonema.

Así, cuando nuestros antepasados empezadon a poner nombres a todas las cosas del Planeta, cuendo empezaron a poner “izenas” a todos los seres con vida, desde la mineral o vitalidad y energía mineral, hasta los seres que tienen vida y alma o animacación vegetativa, sensitiva y racional. Y el izena que cada cosa tenía era aquello que es de la luz o energía de la divinidad y naturraleza, ya que lo divino y lo humano o natural van siempre juntos y su separación es sólo función consciente: es decir, lo natural es la ley en acción, y lo divino, es la ley entendida y hecha consciencia.

Y las leyes naturales se convierten en divinas, cuando la ley ha sido entendida a través del consciente y aplicada a nuestros componentes vitales o cuatro elementos que trabajan y se entrecruzan en la vida, formando la cruz de cada uno.

Fuente: Libro  “Iainkoa”, Imanol Mugika

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Apartado: Imanol Mugika
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