Las actividades humanas están condicionadas por las normas creadas por las leyes naturales. Cada manifestaÂción humana en el arte o en el color y sonido, viene determinada por la existencia de una ley natural. Se apoya en la existencia de los cuatro condicionantes de la vida humana que hemos llamado forma, vida, sensibiÂlidad y consciencia.
Y asÃ, la escultura imita a la forma fÃsica. La pintura utiliza el color que es manifestación de la vitalidad y de los campos magnéticos de los seres, para plasmar la figura en el lienzo. La música utiliza la vibración o sonido de los cuerpos y energÃas en constante movimiento. El músico y el compositor están en contacto, sienten esos campos vibratorios y los traducen en melodÃas y sinfoÂnÃas de gran sensibilidad. Cada planeta, cada estrella que se mueve tiene su propio color o matiz, su propia vibración o tono y su propia velocidad.
La poesÃa y la lengua hablada utilizan la vibración de la naturaleza que se manifiesta a través del consciente diferenciando a cada ser o cosa y fenómeno natural, a través de un nombre determinado, siendo la escritura la fijación de esa idea a través de un sÃmbolo que es la letra utilizada.
La dosis de sensibilidad que el hombre posee en esas manifestaciones, determina su relación estrecha con el alma o memoria de la naturaleza y verdad de las cosas, ya que mediante esa sensibilidad y en función de su campo magnético, podrá captar a través de una contemÂplación el ser natural de cosas o entes. Y entonces es cuando se hace y aparece la ciencia y la filosofÃa, pues entra en acción el consciente humano imitando o dupliÂcando la sabidurÃa natural, el iainkoa de la creación.
Tenemos asà una humanidad con sabidurÃa, una humaÂnidad cientÃfica y filosófica, que expresa sus estados emotivos a través de una lengua con contenido natural, de una poesÃa y una escritura de gran expresión sensitiva y anÃmica, que posee también una gran música, una riqueÂza pictórica y una magnÃfica escultura, expresiones de la vibración, de la vitalidad y de la forma.
Y todo ello, porque en esa humanidad florece y se desarrolla el individuo dentro de la libre determinación como manda la ley natural, que nos dará el regalo de sus creaciones, alimentando con ellas el hacer de las masas y llenando el vacÃo del no ser y el no poder de culturas e ideologÃas desviadas.
En este capÃtulo nos aplicaremos en analizar la viÂbración o el sonido, utilizando para ello uno de los medios más viejos y naturales que existen en la huÂmanidad.
Ese sonido vibratorio que utilizaremos será la palaÂbra y para analizar la palabra nos valdremos de la lengua basca como expresión de las más genuinas y que hoy dÃa está presente en la humanidad y es estudiada en las universidades del mundo entero.
Platón nos dice en el Cratilo, que hay palabras hechas por los dioses (léase leyes naturales) y palabras hechas por los humanos. Nos indica que el valor de la palabra está en función de la vibración natural y no en función de la utilidad material.
Si hay palabras que fueron hechas por las leyes naturales, es porque los nombres de las cosas o los nombres puestos a las cosas, derivan de una vibración natural y funcional. En la lengua basca la palabra nombre es izena. Y la semántica de esta palabra es: de la (ena) luz (iz) o de la energia, ya que la raÃz “iz” es una de las voces básicas de la lengua. Es una voz o fonema raÃz. Y además de luz, significa también agua, pero se refiere a las aguas o energÃas creadoras, ya que en la antiguedad se usaba mucho la frase “las aguas de la vida”.
Las lenguas primitivas que poseen raices propias, son de base fonética, ya que al hablar de las lenguas nos referimos a la palabra que es sonido. Y basados en ese fonema primitivo, debemos buscar su origen de la vibració natural. Pues de la misma forma que el pensamiento tiene su base de conscienca en la existencia de las leyes naturales, que el hombre traduce y aplica en su vida terrena a través del proceso mental, desarrollando lo que llamamos ciencia en la actualidad, las lenguas se inician a través de una reproducción o interpretación de las vibraciones naturales que nuestros antepasados percibÃan a través de los campos magnéticos de cada ser viviente.
Este campo magnético le daba la cualidad y condición o forma de ser que habÃa adoptado el ente a través de la evolución o transformación de la naturaleza, que el azti (mago) traducÃa y reproducÃa a través del fonema.
AsÃ, cuando nuestros antepasados empezadon a poner nombres a todas las cosas del Planeta, cuendo empezaron a poner “izenas” a todos los seres con vida, desde la mineral o vitalidad y energÃa mineral, hasta los seres que tienen vida y alma o animacación vegetativa, sensitiva y racional. Y el izena que cada cosa tenÃa era aquello que es de la luz o energÃa de la divinidad y naturraleza, ya que lo divino y lo humano o natural van siempre juntos y su separación es sólo función consciente: es decir, lo natural es la ley en acción, y lo divino, es la ley entendida y hecha consciencia.
Y las leyes naturales se convierten en divinas, cuando la ley ha sido entendida a través del consciente y aplicada a nuestros componentes vitales o cuatro elementos que trabajan y se entrecruzan en la vida, formando la cruz de cada uno.
Fuente: Libro “Iainkoa”, Imanol Mugika