Ed. Selleslagh
Toda tu lista (con c-) se reduce a derivados directos e indirectos de dos raíces indo-europeas, con significado 1. ‘cabeza’, 2. ‘hueco, concavo, cavar…’
No se puede separar la consonante inicial del resto de las raíces: es totalmente arbitrario. Sí es verdad que existe una raíz IE *ab-, pero esta se refiere a ‘agua, río,…’.
No existen raíces IE u otras europeas de una sola letra consonante o vocal (sí p.e. en sumerio: é = ‘casa, templo…’; a = ‘agua, río,…’), o dicho de otra manera: las letras no tienen contenido semántico (é sumeria es una palabra de una sola letra, no ‘una letra’). Es una teoría muy vieja inventada por unos aficionados a la lengua vasca hace muchas décadas. El mismo L. Michelena ya aniquiló esa teoría. No obstante reaparece regularmente, p.e. en algunos escritos de Bittor Kapanaga (ya difunto). Es como el monstruo de Loch Ness.
Jabier Goitia
Es un placer recibir correos tuyos con resúmenes de tus avances, porque lo tuyo si es investigar y no se limita a lo que hace casi todo el mundo, que es rebuscar en lo escrito por otros y darlo por suyo y por bueno si hay eso que llaman “consenso” y aburrirnos con sus referencias que las sabemos desde hace décadas.
Te felicito, porque aunque apenas coincido contigo en los significados concretos, la búsqueda y el contraste es lo único que nos puede sacar de este “pantano”.
Como sabes, publiqué hace tres años un libro con más de 1500 raíces sustantivas verbales adjetivales, afijos, desinencias, etc. y te voy a adosar abajo lo que escribí para “kab”. Por eso te decía que coincidimos en poco, pero tampoco el Moises de Miguel Angel parecía lo que es cuando le quitó al bloque los primeros ripios de un martillazo.
Kab (Kab, Kam, Kap): Cuenco, receptáculo. Contenedor.
Raíz de cabida, capacidad o contención, ha dado lugar a voces variadas desde “kabi”, nido, hasta “kapatza” o “capazo”. Es muy probable que la cómica explicación que da la etimología oficial para un verbo castellano genuíno como “escapar”, se haya fraguado como en muchas otras palabras, con una “feliz idea” del maestro de turno, explicando el “escape” como el alivio que sufre un atontado que se ha enredado en su capa. Más aún; la “cama” del Castellano y Portugués, que ya en Gallego es “leito”, en Catalán “llit”, Italiano “letto”, etc., procede del “kam”, “kame” (encame) Euskériko, hoyo mullido con hierba. Volviendo al “escape”, una explicación así, no es que sea pueril, es cercana a la oligofrenia. El hombre antiguo sabía muy bien lo que significaba perder el contenido de un cuenco “ ez – kapa”, mucho antes de inventar la refinada capa de los romanos pudientes…
No estoy de acuerdo con algún comentario que se te hace sobre que no hay raíces con un sonido simple. Las ha habido y quedan sus huellas. Las cinco vocales del Euskera han tenido y algunas aún tienen valor radical. Especialmente la “i” que fue el sonido elemental y universal para el agua y que en un anexo te adjunto cómo ha evolucionado hasta “ur”. Varias consonantes también gozan de este poder catalizador en la creación de frases coherentes, pero su valor no es absoluto, sino que puede cambiar con su localización en la voz, con el acento, con la longitud y hasta con el sentido de la futura frase.
Tampoco estoy de acuerdo con la rigidez en los cortes para separar las raíces. Puede que los que manejan cuarenta no puedan cortar a discreción, pero ya cuando disponía de 900 raíces, hace quince años, las posibilidades de corte se multiplicaron de forma nada traumática, abriendo todo un caleidoscopio de opciones.
Si hay personas a las que es imposible verles algún mérito, una de ellas es Michelena. Yo mismo le oí un comentario en voz baja, en un congreso sobre el Nomenclator Vasco en Vitoria (hacia 1984) menospreciando a Astarloa. Sus escritos se desarman sin esfuerzo para quedar en nada.
Así funcionamos, creando mitos que nos mantienen en el pantano al que me refería antes y que permiten que la memoria siga ganando a la inteligencia en esta larguísima partida de ajedrez y los agentes de la memoria quieren enterrar a los que proponen cosas que hacen tambalearse a su edificio.