• Lunes, Julio 09th, 2018

Naiz

A quienes creen, y en su derecho están, que los grafitos de Iruña-Veleia son falsos

Solo tienen teorías y opiniones, pruebas no presentan ninguna. Lo que sí cometen es un cúmulo de irregularidades.

Nadie puede saber si los grafitos son auténticos o no; habría que analizarlos para descubrir su antigüedad, y nadie quiere que se haga. Solo Eliseo Gil lo lleva pidiendo desde el principio, y eso que es el acusado.

Los poderes político, académico y mediático se niegan a los análisis, pero dicen saber que no son auténticos y han convencido a buena parte de la ciudadanía de que los grafitos de Iruña-Veleia son falsos. Y solo tienen teorías y opiniones, pruebas no presentan ninguna. Lo que sí cometen es un cúmulo de irregularidades:

1. Falta de verdad. El escrito de conclusiones de la Comisión llamada «Científica», creada por la Diputación Foral de Álava y en el cual se basó para expulsar el 19-11-2008 a Eliseo Gil y dar la dirección del yacimiento a la Universidad del País Vasco, aquel documento decía que en la comisión hubo unanimidad, pero la propia acta refleja que no hubo unanimidad ni debate científico alguno (la historia se puede ver en el sitio www.veleia.fontaneda.net con los documentos que la acreditan). Decía además que el escrito se basaba en los informes de los miembros de la comisión, algo que no es verdad porque entraron en la diputación a partir de dos semanas más tarde. En aquella sesión solo estaban sobre la mesa dos informes, el de Eliseo Gil defendiendo la autenticidad y el de Joaquín Gorrochategui afirmando la falsedad.

2. Falta de custodia. El 24-03-2009 la diputación presentó en el Juzgado de Vitoria la querella contra Eliseo Gil. Los hallazgos arqueológicos, siendo las verdaderas pruebas de ese proceso judicial, no han tenido custodia judicial, sino que han permanecido desde el principio en manos de la parte acusadora, en poder de la diputación. Es más, el 16-11-2010 la propia diputada de cultura declaró en Juntas Generales de Álava que el museo las enseñaba a quienes iban a visitarlas.

3. Falta de imparcialidad. En 2012, 2015 y 2018 la universidad, que es la actual dirección del yacimiento, utilizó una excavadora para quitar tierra, con todo lo que pudiese haber dentro. Cuando las dos primeras veces SOS Iruña-Veleia presentó denuncias por ello, la juez pidió informes técnicos, y los pidió precisamente a la parte acusadora, a la diputación, que lógicamente contestó defendiendo la utilización de dicha máquina. Y claro, la juez no admitió las denuncias.

4. Falta de respeto. En 2012 la juez ¡por fin! envió unas piezas arqueológicas al Instituto del Patrimonio Cultural de España o IPCE para que entre otras cosas informara de “la antigüedad de las inscipciones”. Acudieron al museo de la diputación a recoger las piezas la ertzaintza y la diputación, la parte acusadora, pero se «olvidaron» de que también debería haber estado presente la parte acusada.

5. Falta de seriedad. La juez aceptó ese informe del instituto IPCE, aunque no informaba para nada «la antigüedad de las inscripciones». Solo decía que en la superficie había restos de metales modernos. Lo que haya en la superficie son rastros dejados por al menos las siete instituciones que las han manipulado las piezas. Y aún más, el informe dice que hay «tres posibles grafitos originales». Y punto final, como si no hubiera dicho nada, nadie investiga ese hecho.

6. Falta de pruebas. No hay razón para que un tema arqueológico se dirima en el ámbito judicial. Pero ya que este caso está así, al menos que el tribunal cuente con pruebas firmes, que acuda a la ciencia para analizar las piezas. Con tantas irregularidades, si se celebrase un juicio sin pruebas, sin haber analizado los hallazgos, solo con opiniones y teorías, sería un juicio de «titulitis», o sea, a ver quién tiene más títulos y por ello quién es más experto para que el tribunal escuche más a su pretendida autoridad. Véase lo que valdrían algunos títulos si fueran «base» de juicio.

El Doctor Martín Almagro, con 17 títulos y 35 publicaciones en su currículum [wikipedia], declaró el 01-11-2008 a “El Correo”; «Se intentaba demostrar [por quienes defendían la autenticidad] que había gente que hablaba vasco donde no se podía y, además, una lengua moderna que era imposible que se hablara en la Antigüedad». No se podía y era imposible porque lo digo yo. Quizá haya viajado al siglo III y, para acreditar esa opinión, estará preparando su 36ª publicación con las grabaciones que habría hecho a aquellos habitantes de la comarca veleyense.

El Doctor Joaquin Gorrochategui, con 21 publicaciones [wikipedia], en su informe de 25-06-2008 para aquella Comisión llamada Científica, declaraba: «El convencimiento de hallarse ante una falsificación es total, sin existencia de duda ninguna». Sin embargo, unas páginas adelante reconoce que «No sabemos cómo era el vasco del s. III d.C.». Es una falsificación pero no sabemos.

Nunca nadie, ni siquiera el mayor Doctor, ha escuchado hablar el euskera del siglo III. Escuchar será imposible, pero leer sí se podría, en los grafitos de Iruña-Veleia, puesto que solo hay que demostrar si son de aquella época o no lo son. Así de claro.

Las personas que quieran claridad y por tanto justicia, aunque crean que los grafitos son falsos, y en su derecho están, quedan invitadas a apoyar la petición de análisis científicos firmando el Manifiesto en favor del esclarecimiento del caso de Iruña-Veleia. Lo pueden leer y firmar en esta página: iruñaveleia.eus/manifiesto.

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