Don Domingo Fletcher y Jürgen Untermann son la cima todavÃa hoy de la epigrafÃa ibérica y su legado no ha sido superado. Sobre el edificio por ellos construido empieza ahora una nueva ciencia, la de la filologÃa ibérica, que no hubiera sido posible si antes no se hubiera llevado a cabo la publicación y recopilación de textos.
Don Domingo Fletcher (1912-1995) fue toda su vida desde la juventud arqueólogo, investigador diligente de todo lo concerniente a la arqueologÃa valenciana y especialista reconocido internacionalmente de la cultura ibérica. Investigador sistemático cuya jornada laboral comenzaba a las 8 de la mañana y continuaba hasta bien avanzada la noche, muchas veces toda ella con breves intervalos para dormir. La excavación del yacimiento primero, la clasificación y etiquetado de los materiales, la documentación exhaustiva hasta agotarla en la presentación de los resultados es una faceta bien conocida de su labor investigadora a la que se sumaba la organización y mantenimiento del Museo del Servicio de Investigación Prehistórica de Valencia y la edición cuidadosÃsima de las publicaciones del Servicio.
El mismo cuidado y minuciosidad puso en el estudio de los textos ibéricos que llegaban a sus manos, hasta llegar al asombro, por parte del ilustre Antonio Tovar, por el trabajo dedicado a los plomos de Pico de los Ajos. Consciente de la necesaria colaboración de los estudiosos Don Domingo ponÃa en sus manos los descubrimientos, recogÃa opiniones y bibliografÃa y daba a la publicidad las inscripciones. Su preocupación por recopilar materiales y preservarlos le llevó a ser reconocido como máxima autoridad en el tema y a que al SIP afluyeran los descubrimientos, tantas veces ocasionales, que iban apareciendo, pues se consideraba un honor firmar un trabajo con Don Domingo o tan solo colaborar con él.
La filologÃa puede ser considerada el polo opuesto de la arqueologÃa, aquella trabaja con palabras, esta con restos materiales, pero tienen en común la epigrafÃa, es decir, las inscripciones que la arqueologÃa da a la luz. Jürgen Untermann (1928-2013) fue un consumado epigrafista. ExpertÃsimo no sólo en la lectura y calco de los textos sino además excelente fotógrafo. Los intereses de Untermann, como los de Don Domingo Fletcher, fueron variados, como la filologÃa indoeuropea, la de las lenguas itálicas o la epigrafÃa prerromana de toda la PenÃnsula Ibérica. Metódico y constante sus Monumenta Linguarum Hispanicarum son una de esas obras recopilatorias, y por tanto extensÃsimas, que han dado esa reputación a la ciencia germánica. De ahà también que entre el inicio de sus investigaciones y la aparición del primer volumen de los Monumenta transcurrieran veinte años, signo evidente del trabajo incansable de clasificación, recopilación y estudio de los materiales que se completó con los voluminosos Ãndices de formas de signos, lexemas o elementos antroponÃmicos que acompañan a los Monumenta.
Los grandes conocimientos filológicos de Untermann sirvieron además para dar pasos antes impensables, como fue la identificación de nombres galos en las inscripciones ibéricas del Sur de Francia, el descubrimiento del ergativo ibérico –ka, el estudio modélico del semisilabario de Espanca o el desciframiento de algunos de los signos del semisilabario meridional o, finalmente pero primero en cronologÃa, su contribución a la delimitación de los dominios lingüÃsticos de la PenÃnsula mediante cuidadosos mapas que elaboraba personalmente. Esto, solamente por lo que se refiere al ibérico, pues sus intereses y descubrimientos afectaron también, como se ha dicho, a otras áreas lingüÃsticas.
Era natural que Don Domingo y Untermann mantuviesen una Ãntima relación investigadora y de amistad que se traduce en la copiosa correspondencia mantenida entre ambos. El firmante de este homenaje es también testigo de la alta estima que uno y otro se profesaban y cómo su trabajo fue en gran parte fruto de la colaboración, como no podÃa ser menos.
Ahora, al redactar estas lÃneas, no podemos terminar nuestra aportación sin mencionar otro aspecto fundamental en la obra y personalidad de Untermann y Don Domingo, y esta es su labor de maestros. Ambos tuvieron abundantes discÃpulos, el uno en filologÃa y el otro en arqueologÃa, y esta labor se extendió al campo del iberismo. Todos cuantos hoy trabajamos en esta disciplina somos deudores más o menos directamente pero siempre intensamente, de la enseñanza de estos dos grandes investigadores.