En el primer capÃtulo se habla sobre la teorÃa de la raÃz monosÃlabica de Lakarra:
1. La teorÃa del (pre)protovasco de Lakarra, conocida también como la de la «raÃz monosilábica», resulta con los conocimientos actuales demasiado atrevida
Según propone el profesor de la UPV, sus investigaciones permiten conocer el estado de la lengua vasca y su evolución a lo largo del primer milenio a.C. Se postula un modelo de evolución diacrónica preprotovasco (muy anterior al año 500 a.C.) > protovasco (anterior a la romanización) > euskera arcaico (la lengua de la onomástica aquitana). En su favor se han formulado leyes fonéticas, procesos de gramaticalización, esquemas de construcción de palabras, y en general muchos otros aspectos.
Por nuestra parte discrepamos que algo asà sea posible con los conocimientos de que dispone la comunidad cientÃfica en este momento. Los trabajos realizados hasta ahora no han podido resolver decenas de preguntas acerca del euskera arcaico o aquitano, y las lÃneas de investigación se han limitado al estudio de raÃces y sufijos. Los hallazgos de palabras vascas antiguas se reducen a la antroponimia y teonimia, siendo gran parte de sus componentes de interpretación opaca, por lo que no es posible establecer con seguridad una morfologÃa del idioma para la época que discurre entre los siglos I y IV d.C.
El sistema verbal, por ejemplo, permanece en la total oscuridad. Carecemos también de datos esenciales acerca de la evolución del euskera durante la mayor parte de la Edad Media, periodo para el cual sólo contamos con la ayuda de la toponimia y onomástica que, aun teniendo gran utilidad, no aportan todos los datos que serÃan deseables. A nuestro juicio resulta sorprendente que con tan pobrÃsima información el profesor Lakarra y sus colaboradores crean conocer con precisión el estado del idioma hace tres milenios. La defensa de una serie de reconstrucciones que no tienen el apoyo de textos reales, sino que se basan en exclusiva en estimaciones teóricas, esgrimidas como si fueran un modelo fiable, no nos parece una forma sensata de proceder.
En tales condiciones, cualquier propuesta de descripción de la lengua para épocas anteriores a la romana, en las que se carece de textos escritos, sólo puede considerarse como una teorÃa sumamente arriesgada. Desconocemos cuál será la marcha de la filologÃa vasca en el futuro, y se debe tener en cuenta la posibilidad de que descubrimientos arqueológicos no previstos o incluso nuevos métodos de análisis de la lengua, alteren la visión que tenemos en este momento acerca de los orÃgenes del euskera[1]. La actitud prudente de Larry Trask en su diccionario etimológico de etiquetar la mayorÃa de las palabras de etimologÃa compleja bajo el rótulo OUO (Of Unknown Origin) ‘de origen desconocido’, es con mucho la posición más razonable a seguir, aunque a algunos les pueda resultar frustrante. La ciencia se basa en pruebas y certezas, no en hipótesis todavÃa sin probar.
[1] El propio Lakarra se ve obligado a reconocer en una de sus obras que: «Puede suceder, incluso, que haya quien -provisto de una teorÃa más productiva y explicativa de los datos allegados y de otros- fulmine minuciosamente todo el análisis aquà hilvanado desde la primera a la última lÃnea;» (Lakarra 2008: 330).
Viernes, 18. Octubre 2013
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