Manuel Agud Querol (Argentina, 1914) Catedrático de Lengua y Literatura Griegas, vascólogo destacado e impulsor de la Universidad del País Vasco. Hijo de padres aragoneses emigrantes, nació en Argentina en 1914; la familia regresó a Zaragoza unos años después y él pasó la mayor parte de su vida en San Sebastián donde falleció a los 90 años de edad.

Estudió Filosofía y Letras en la Universidad de Zaragoza, interrumpida por la Guerra Civil, en la que combatió del lado franquista. Finalizada la contienda asistió regularmente a los cursos de verano que la Universidad organizaba en Jaca. Allí conoció a lingüistas como Manuel Alvar y Antonio Tovar, con los que seguiría en contacto toda la vida porque la lingüística fue su gran afición.

En 1943 obtuvo la cátedra de griego en el Instituto de Santander y en 1946 se trasladó a San Sebastián. Allí se casó al año siguiente con su novia vasca Marichu Aparicio a quien había conocido en Zaragoza y se incorporó al Instituto Peñaflorida donde permaneció 37 años. En él, ocupó cargos de responsabilidad en la dirección del centro, “Todo lo que hice lo hice a gusto, me gustó dar clases y me sentí pagado con creces con el placer de hacerlo y con la amistad que me une a muchos de mis antiguos alumnos”, decía modestamente con motivo de la concesión de la Gran Cruz de Alfonso X que le fue impuesta por la ministra de Cultura, Dª Pilar del Castillo, en el Palacio Miramar de San Sebastián.

Su labor estuvo marcada por una enorme vocación por la enseñanza. No se limitaba a enseñar la lengua porque creía firmemente en la necesidad de formar ciudadanos. Lo hacía encontrando la relación entre los textos griegos y latinos y la sociedad de su tiempo.

Agud aprovechaba sus clases de griego en el Instituto Peñaflorida para hablar de la vieja democracia de la polis griega y sus alumnos sabían que podían debatir sobre cualquier cosa con el maestro, quien debatía y, si es caso, hasta imponía. Porque cultura es tener conocimiento acerca de lo que ha sido el hombre a lo largo del tiempo, sin inventos ni mixtificaciones. Supone trabajar y trabajarse para dejar de lado el odio y la intolerancia, pero no la ética ni la sensibilidad. Y educar así supone siempre esfuerzo; requiere paciencia, comprensión, diálogo y, a veces, también plantarse y decir: “hasta aquí hemos llegado”. O sea, no caer en la adulación facilona al alumno ni en las mentiras al uso.

A su llegada a San Sebastián vio la negra situación en la que ha quedado la cultura donostiarra  arrasada tras la guerra y  el primer franquismo. Hombre inquieto, íntegro, de una educación y cortesía exquisitas, encontró tiempo para promocionar también otras instituciones científicas y educativas. Se sumó a las tertulias que tenían lugar en la rebotica de la biblioteca de la Diputación, primero con  Fausto Arocena como bibliotecario al que sucedió José de Arteche, tertulias a las que asistían intelectuales de todas las tendencias políticas (Mitxelena, Bernardo Estornés Lasa, Manuel Lekuona, etc). Fue precisamente a esa institución a la que donó Don Julio de Urquijo su importante biblioteca  de temática vasca, y que sería el germen del Seminario de Urquijo creado, en 1953, por iniciativa de Agud, Tovar y Mitxelena y del que este último sería nombrado director técnico. Desde el primer momento siguió contando con la ayuda prestada por el que fue Gobernador Civil de Guipúzcoa, señor Barón de Benasque.

La relación de amistad entre Agud y Mitxelena  había surgido a pesar de sus profundas diferencias políticas. En la cárcel Mitxelena llegó a aprender  ocho idiomas y en dos años completó la Licenciatura en Filosofía y Letras. Al ser excarcelado sobrevivió gracias a las clases que le proporcionan amigos como Agud.

En 1942 Manuel Agud comenzó a colaborar regularmente con La Voz de España, El Diario Vasco, y más tarde con El Correo, la revista Oarso, Gure Lur, etc. Fue una voz disidente con el régimen, y en sus artículos abordó temas sociales y sobre todo educativos, en los que se mostraba beligerante, reivindicando la necesidad de una educación superior para Guipúzcoa. Como hombre independiente mantuvo su espíritu crítico también en democracia.

En el año 1944, gracias al impulso entre otros de Don Leandro Martín Santos, padre del escritor Luis Martín Santos, se había reinaugurado el Ateneo, proscrito por Franco,  ahora con el nombre de Círculo Cultural Guipuzcoano. Fue uno de los focos culturales que cobraron importancia. Como socio del mismo, Manuel Agud se implicó en la organización de un cineclub; de un Centro de Estudios Europeos suscitado por José Miguel de Azaola que trataba temas relacionados con el europeísmo y otras actividades igualmente sorprendentes para la época,como certámenes de pintura o fotografía, o cursos de idiomas: francés, inglés y  euskera (impartido éste por Koldo Mitxelena).

A pesar de las dificultades que entrañaba la aprobación por los gobernadores franquistas de cualquier iniciativa,  Manuel Agud  junto con otros intelectuales, puso en marcha   unos cursos de verano en San Sebastián a los que acudirían personalidades como María Elena Gómez Moreno, Camón Aznar, Azaola, Tovar, etc. Siguieron para ello el modelo de los Cursos de Verano de Jaca organizados por la Universidad de Zaragoza, en los que Agud ya había participado en su día.

Pero más allá de su implicación como dinamizador cultural, su tarea más ambiciosa fue la elaboración del Diccionario Etimológico Vasco. En 1951 se celebró en Donostia el  Primer Congreso Internacional del Pirineo, bajo los auspicios del CSIC. Antonio. Tovar presentó una ponencia sobre la relación del vasco y el ibérico; Mitxelena, una Introducción a la fonética onomástica vasca, y Agud  “Alba, topónimo europeo” .Durante ese congreso se conocieron personalmente Tovar y Koldo Mitxelena.. Los tres decidieron esos días iniciar la elaboración de un Diccionario Etimológico Vasco, algo que no se había intentado hasta entonces. Más tarde contarían con la colaboración de Corominas. Las actividades relacionadas con la política de normalización lingüística del País Vasco fueron apartando a Mitxelena de esta empresa. En 1968 se encargaría junto con Luis Villasante de dirigir el proceso de la unificación literaria del euskera y, a partir de principios de los 70 se fue alejando de su trabajo en el Diccionario Etimológico Vasco. Esto obligaría a los Dres. Agud y Tovar a asumir la plena responsabilidad de la investigación. Tras el fallecimiento de Tovar (1985) y poco después de Mitxelena (1987), todo el trabajo de redacción del Diccionario quedó en manos de Agud que lo continuó solo, sin apoyo ni reconocimiento institucional hasta que cedieron sus fuerzas en la letra “o”. Se publicó, incompleto, en la revista del Anuario del Seminario de Urquijo; el primer tomo en 1988. Ya jubilado, iba con cada nuevo tomo de su Diccionario al Instituto Peñaflorida donde seguía siendo profesor “extraordinario”. No lo pudo completar…

En los años 60 logró agrupar a una serie de profesores entre los que se encontraban él mismo, Koldo Mitxelena y Juan Amorós para impartir en los EUTG unos cursos comunes de Filosofía y Letras que permitieran a los alumnos guipuzcoanos realizar los primeros cursos de la licenciatura. Se examinarán como libres en la Universidad de Zaragoza

En 1963 consiguió, junto con Ignacio Barriola, Francisco Yarza, Santamaría, Olarán, Amorós y otros pocos y no sin muchas dificultades, que se creara el Patronato Pro-Estudios Superiores de Guipúzcoa, aunque su idea maestra era la creación de una Universidad para toda Vasconia. Ese año, invitado por el ayuntamiento donostiarra participó en la celebración de las Conmemoraciones centenarias, fruto de la cual fue el libro San Sebastián. Curso breve sobre la vida y milagros de una ciudad (1965) en el que Agud escribe sobre “La vida intelectual y docente de San Sebastián: su presente y su futuro”. Ese mismo año publicó Causas de nuestro atraso y, en 1973 incidíó sobre el problema universitario vasco en la revista Gure Lur.

Tardíamente, ya en 1978, se doctoró en la Universidad Complutense de Madrid con la tesis Elementos de historia material del País Vasco y un año más tarde se incorporaba a la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación de la Universidad del País Vasco (Zorroaga, San Sebastián) como profesor de Latín y Griego, puesto que desempeñó hasta el curso 1984-85. Atraídos por su amplio saber, a sus clases de Griego llegaron a acudir destacados profesores de la propia facultad, como Félix de Azúa o Ferrán Lobo.

López de Landatxe, director del “Koldo Mitxelena” testifica la “veneración” que le profesaban alumnos, amigos, catedráticos y profesores. “En las Jornadas sobre la Antigüedad”, el ciclo con más solera del KM, gozaba enormemente de los encuentros. Era un gran enseñante del clasicismo unido a una enorme altura intelectual”.

Entre los tardíos reconocimientos que recibió figuran la concesión de la Medalla de Oro de la Universidad del País Vasco en 1993, la del Mérito ciudadano de San Sebastián, el Homenaje de la Diputación de Gipuzkoa en 2002, y en el año 2003 la Gran Cruz de Alfonso X otorgada por el Ministerio de Cultura.

Particularmente emotiva fue la creación de la Residencia Universitaria Manuel Agud Querol, en 2006, un homenaje póstumo a su contribución a la creación de la Universidad del País Vasco. Como él mismo había dicho, “para mí, la mayor satisfacción es la de haber contribuido de forma positiva a la creación de la Universidad Pública Vasca”.

Diccionario

El Diccionario Etimológico del Euskera, elaborado bajo el nombre de Manuel Agud y Antonio Tovar, es un resultado de muchos años. La obra se publicó en 1994 bajo el nombre de Materiales para un Diccionario Etimológico de la Lengua Vasca». La publicación fue incluida en el Anuario del Seminario de Filología Vasca “Julio de Urquijo”.

https://www.paleolingua.net/

Este diccionario es fruto del trabajo realizado durante muchos años por Agud, todos los días por la tarde, en su txoko de la biblioteca de la Diputación. No pudo terminar y lo hizo desde la letra A hasta la letra O.

Tal y como se recogió en la introducción del diccionario, la idea de hacer ese diccionario fue de Antonio Tovar en 1951 y Mitxelena y Agude asumieron el reto de responder a ello, quedando la mayor parte de la obra en manos de Agud.

Características del diccionario

Los materiales que hoy presentamos y los que en sucesivos números de este ASJU se irán publicando, corresponden a los recogidos para la elaboración de un Diccionario Etimológico de la Lengua Vasca, trabajo que se realiza en el Seminario de Filología Vasca «Julio de Urquijo», de la Diputación Foral de Guipúzcoa.

La idea, sugerida en 1951 por el Prof. D. Antonio Tovar y aceptada por D. Luis Michelena y por mí, fue tomando cuerpo con la acumulación primero de vocablos, de teorías y de hipótesis, con su lenta y repetida redacción luego. Se papeletearon cuantas obras, artículos y publicaciones estuvieron directa o indirectamente a nuestro alcance, y en las que se registrase cualquier opinión sobre etimología de la lengua. Luego se aplicaría un criterio selectivo al elaborar el material.

Esa enorme cantidad de elementos, si bien resulta deleznable en buena parte (ya que estaban guiados por la «moda» del momento), podían aportar, sin embargo, algo válido, o dar pistas que llevaran a suposiciones próximas a la realidad.

Hemos establecido un orden de preferencia en la valoración de las hipótesis, de mayor a menor probabilidad, y, según él, son clasificadas las opiniones recogidas, con la correspondiente mención bibliográfica. Dicho orden es como sigue:

1- Variantes dialectales y testimonios históricos.

2- Explicación interna: es decir, por la propia lengua (incluido el aquitano en inscripciones de época romana, y la onomástica medieval).

3- Préstamos latinos de las primeras épocas, de la Imperial y del latín eclesiástico.

4- Préstamos románicos, de lenguas en contacto (romances hispánicos: nav., arag., cast.; o franceses: gasc., bearn., etc.).

5- Préstamos árabes (a través del romance, por lo general).

6- Préstamos prerrománicos de tipo indoeuropeo (principalmente celto- germánicos).

7- Posibles elementos hispánicos, que podríamos llamar ibéricos y de sustrato.

8- Como final, se incluyen cuantas hipótesis han sido emitidas fundándose en ciertas razones fonéticas aparentes, fruto de homofonías y coincidencias fortuitas, la mayor parte.

En este último apartado entra lo caucásico, camitico, semítico (salvo algunas hipótesis discutibles) y otras lucubraciones hechas sobre infinitas lenguas africanas, asiáticas o americanas, que entran en el terreno de la fantasía más desbocada.

. Nos proponíamos recoger en una especie de Corpus (que no aspiraba a ser exhaustivo), las opiniones de los más variados autores sobre etimología vasca, con la intención de tener agrupado lo escrito hasta el … Aspiramos a poner en manos de los interesados en la historia de la lengua vasca, para lo sucesivo, unos elementos que les sirvan de punto de arranque; un material previamente seleccionado con criterios objetivos, con opiniones válidas, en lo posible, a la luz de la lingüística actual.