Carme J. Huertas
Estoy en total desacuerdo con José Fermín Peña Bueno cuando afirma que Íberria se pronunciaba con el acento sobre la “i” inicial. No se trata de un tema de opinión. Es un tema de comportamiento lingüístico que nada tiene que ver con valoraciones personales. Sin embargo le agradezco que me haya provocado porque deseo hacer una apreciación que considero útil para el estudio del ibérico.
El acento de las palabras se desplaza por la sencilla razón que recae sobre el afijo derivativo. Para simplificar: eso significa que la sílaba tónica determina la función y la categoría gramatical. Y eso no sucede porque lo digan los lingüistas, sino porque todos los hablantes de una lengua lo aplican al hablar de un modo natural, absolutamente TODOS, incluso los analfabetos. Los lingüistas se limitan a describir un fenómeno que han detectado que se produce de modo sistémico.
Pongo un ejemplo (la tilde indica la sílaba tónica, lleve o no lleve acento ortográfico):
Norma: ‘nor/ma es un sustantivo, palabra llana, el acento recae sobre la sílaba nor-
Normal: nor/’mal es un adjetivo, el acento se ha desplazado a la derecha al añadir –AL, afijo derivativo que de bases nominales crea adjetivos, que son invariables en género.
Normalizar: nor/ma/li/’zar es un verbo, el acento de nuevo se ha desplazado a la derecha al añadir un afijo derivativo verbalizador –itz(a)- que a partir de nombres o adjetivos forma verbos de la primera conjugación con un valor causativo, se trata de uno de los sufijos verbalizadores más productivos (82,8% del total). Es importante destacar dos cosas. La primera que al añadir afijos la estructura silábica se ha alterado, no decimos nor-ma-al-itz-ar sino nor-ma-li-zar. El castellano actual muestra una fuerte tendencia a las codas silábicas abiertas (la mayor sonicidad de la sílaba debe estar en la apertura por lo que la sílaba se rompe si, después de la consonante final de sílaba, la siguiente empieza en vocal). La segunda observación es que el afijo antiguo era –itz-, una consonante africada doble que todavía encontramos en el euskera actual y que se mantiene en el catalán. Sin embargo en el castellano se ha producido un reajuste fonológico simplificando la consonante TZ>Z. En cuanto a la “a” es una vocal temática impuesta por el afijo.
Volviendo a la palabra que nos interesa ahora, “Iberia”, es un sustantivo (nombre propio). En efecto en origen era una palabra esdrújula pero no por las razones que utiliza José Fermín. La pronunciación correcta debe situar la sílaba tónica sobre la “e” y partir en un hiato la sílaba final: I/’be/ri/a. La costumbre de convertir en diptongos las sílabas finales que presentan dos vocales contiguas es muy reciente. Esto no se produce en catalán, lengua mucho más conservadora, que mantiene los hiatos como tales.
Si del sustantivo, por derivación, creamos un adjetivo, tenemos dos opciones:
Ibero: i/’be/ro es un adjetivo. Se forma añadiendo el morfema de género o/a. No se desplaza el acento. Esto nos indica que “Iberia” probablemente es una palabra compuesta (iber-erria).
Ibérico: i/’be/ri/co es un adjetivo. Se forma añadiendo el afijo derivativo –ico- que crea gentilicios.
En ambos casos la sílaba tónica se mantiene inalterable, y es la /’be/. En el primer caso no se acentúa; en el segundo la sílaba tónica se acentúa, pero eso es por pura convención ortográfica. Pero el acento no se ha desplazado porque no ha cambiado la categoría gramatical. Si deseáramos inventar el verbo “iberizar”, automáticamente se desplazaría el acento a la derecha. Jamás el acento se desplaza hacia la izquierda. Por eso no puede estar sobre la sílaba inicial.
Esta es la razón por la que debe pronunciarse ibero o ibérico con la sílaba tónica sobre “be”. Y no lo defiendo porque sea mi opinión, sino porque así se comportan las lenguas y así se comportan sus hablantes.
Me he entretenido en explicar estas razones porque creo que es interesante conocer cómo funciona el proceso de derivación. El desplazamiento del acento y los cambios en la estructura silábica deben tenerse en cuenta al estudiar el ibérico, porque su escritura se basa en un signario semisilábico. Por lo expuesto anteriormente, la estructura de una palabra no siempre se escribirá del mismo modo, sencillamente porque al aglutinar distintos afijos el acento de desplaza, la estructura silábica cambia y el valor fonológico cambia, por lo tanto al escribir se pueden utilizar grafemas o signos distintos.
A este respecto deseo mencionar que Bienvenido Mascaray (mensaje del 17 de junio) se ha dado cuenta de que el ibérico es una lengua aglutinante y ha detectado estos fenómenos de elisión. No entro a valorar sus traducciones, pero deseo reconocer su acierto al comprender que no podemos buscar en las inscripciones “palabras” como las entendemos hoy, porque habrá alternancias. Y esto no sucede porque los iberos no supieran escribir y produjeran errores, sino porque la lengua estaba viva y las sílabas se modificaban al componer (aglutinar varios afijos) y crear nuevas palabras.
Por otro lado deseo avanzar que aunque en gramática se hable de afijos derivativos, nuestras investigaciones están cuestionando esta definición. Creemos que se trata de lexemas, es decir, formantes léxicos, unidades con pleno significado de una antigua lengua aglutinante. Este comportamiento ha sobrevivido (fosilizado) en la toponimia pero también se observan sus restos en el catalán y, con una distribución muchísimo mayor, en el euskera actual. Dejo el tema en este punto porque en las jornadas del próximo mes de agosto tendremos tiempo de sobras para debatirlo en profundidad.
Trino Mesenguer
Está muy bien lo que has puntualizado respecto a “ibero/íbero” porque las cosas, en ciencias, son como son y no de otra forma. Si queremos progresar en el campo del iberismo debemos evitar las disgresiones que en un foro se multiplicarían y darían lugar a pérdida de tiempo. Y esto no va en contra de la libertad de expresión sino a favor de la necesaria disciplina para progresar razonablemente.
Creo que en este foro se da una feliz coincidencia cual es la múltiple escala de edades de todos nosotros. Así, los más veteranos como yo podemos aportar la experiencia del lenguaje de nuestra niñez o juventud.
Durante mi bachillerato se decía “ibero”, no “íbero”. Lo último empezó a proliferar mucho más tarde y normalmente era usado por la gente con menor “educación”. Ahora se dicen indistintamente de una y otra forma y la gente joven ha perdido la clave del origen: así es como se transforma una lengua y no hay por qué llevarse las manos a la cabeza.
Antoni Jaquemot
Yo pregunté una vez por qué la diferencia entre ibero e íbero. Me dijeron que íbero se referia “a lo antiguo” y ibero es una expresión actual referente a la península ibérica. Tratado Iberoamericano, por ejemplo.
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