Josu Naberan acaba de publicar este nuevo libro.
Cada vez más investigadores-as vascos-as están poniendo el foco en el idioma que hemos tenido al lado y que no hemos querido ver hasta ahora: el ibérico, el idioma que se hablaba desde Canarias hasta Italia pasando por toda Iberia y Aquitania.
Aunque en ibérico tiene más de 4.000 textos escritos (monedas incluidas), es una lengua que el poder ha querido ignorar y mantener enterrada durante 2.000 años. ¿Por qué?
El Euskaliberismo no es nuevo y Humboldt le dio un gran impulso basándose en la toponimia, cuando puso de manifiesto la amplia relación entre ambas lenguas.
Luego en el franquismo se tapó esa teoría y después se ha querido seguir igual, pero la tendencia está cambiando. Han sido los catalanes los que han aclarado por completo algunas cosas, los números, y cada vez se ven más paralelismos entre ambas lenguas.
En esta nueva situación debemos situar el libro recién publicado por Josu Naberan. Basado en su conocimiento del origen del euskera (hay que recordar el libro que escribió sobre este tema), en los últimos años ha investigado el idioma ibérico y este nuevo libro es el resultado de dicho trabajo.
Presentación
Lo que llamo “el primer euskera” es la lengua que hablaron nuestros antepasados más antiguos en Europa Occidental. Palabras o expresiones de una sola sílaba de carácter onomatopéyico, apoyadas con signos, gestos, sonidos y numerosos movimientos de las manos. Aunque eran unas pocas palabras, eran capaces de expresar todos los conceptos básicos que entonces necesitaban: por medio de los verbos (in, an, on), por medio de la poderosa partícula de espacio-temporal UN y la partícula EN como genitivo/circunstancial.
Este lenguaje tuvo un salto decisivo hace unos 18.000 años en torno a los fuegos que hacían a las entradas de las cuevas paleolíticas: basándose en las raíces del primer euskera construyeron un lenguaje de dos sílabas. Aquel lenguaje desarrollado fue el vasco/ibérico y, hace 10.000 años, se extendió al mundo con la emigración magdaleniense.
Cuando se creó la agricultura, por el contrario, cada grupo vasco se afincó en diferentes territorios: unos en la amplia zona de los “pueblos vascos” de entonces, y otros en Levante y Sur. Por ello, se comenzó a diferenciar el euskera de la lengua ibérica, creando dos dialectos desde aquella lengua común. En cuanto a Iberia, el íbero desapareció hace 2.000 años, pero nos ha dejado muchas huellas.
Larramendi fue el primero, como en muchos otros campos, en darse cuenta de la similitud entre el euskera y el ibérico; luego el alemán Von Humbolt y el durangués Astarloa se basaron en él, y ambos influyeron en Sabino Arana.