Jon Nikolasek erdi aroko onomastikaz ondorengo artikulua idatzi du:
Algunos de los estudios del origen familiar de quienes figuran en el origen de una construcción política vascona en el siglo VIII, son hipótesis de aproximación toponímicas; todas las referencias, donde se intenta fundamentar el lugar natal desconocido, se basan en el estudio y reflejo comparativo que ofrece la toponimia. La teoría que busca en la toponimia los documentos de una lingüística afincada en la geografía, incluso maltratada desde la conquista romana, puede ser el lazo de unión con el pasado.
Esta comprensión es un trabajo metodológico necesario para rastrillar el recubrimiento de las duras capas depositadas como barniz culto por presuntuosos latinistas, intérpretes de su ignorancia. Incluso es posible que se alcance a dibujar con mugas más extensas lugares dónde el euskara establece sus hitos en el territorio, profundizando en límites meridionales y septentrionales de la antigua Euskal Herria mejor definidos. De lo que no puede dudarse es que el contorno cultural y lingüístico de la familia del primer matrimonio de ONEKA se desarrollaba en euskara.
En este sentido parece oportuno analizar el significado del nombre ONEKA autóctono desde la propia escritura documentada como Onneca. Si en la doble /n/ intermedia (Onneca) se recoge el carácter palatal /Ñ/, inexistente en latín, debe considerarse el valor ideológico del sonido como diminutivo propio del euskara. El sistema onomástico femenino, como el infantil, es dado a verse sujeto por el afecto en la consideración graduativa del diminutivo. Precisamente el contenido de KA, como sufijo, cumple la función figurativa de lo pequeño, de lo que afectuosamente significa un halago: LELOKA (BN, ER), «tontuelo»; APURKA BAT (B), «pequeña cantidad»; BURUKA (NG, BN, ER, Z), «espiguita»; ZERUKA (B), «algo (sin valor) de las legumbres, del maiz», la vaina, la cáscara; desgranar alubias, habas, guisantes, mazorcas de maiz era una tarea pesada en la niñez. Según este análisis, KA, se identifica con la pequeña dimensión de lo minúsculo, diminuto, predilecto en lo afectivo y cantidad en la intensidad de la energía por su vigor.
La matriz de ONEKA se inicia con ON, ONEN, [en asociación con UN (B, BN, ER) HUN (BN, Z)], «bueno». Con el graduativo, el nombre a la niña puede responder como el término afectuoso que creció en la familia euskaldun: por su bondad, ONEKA, «bondadosilla», «cantidad de bondad», amable, de genio apacible.
Pero es más, en la transliteración del nombre recogido oralmente como Onneca, puede haber transposición de fonemas desde la traslación de letras en la palabra escrita: Onneca cuando, quizá, debería ser ONENKA, «la mejorcita», «con cantidad de bondad», la deseable; equiparable a la voz MAITAGARRI, «amable, encantador(a)», palabra de afecto y predilección documentada desde el siglo XVII. En el medioevo ONEKA, ONENKA, debe corresponderse con MAITE, «cariño, amor», en el presente; nombre ampliamente extendido en la actualidad en Euskal Herria, y fuera de nuestro territorio, como lo fue ONEKA en la Edad Media.
No puede existir duda alguna de que el pensamiento de la madre del primero de la relación Enneco Semen apellatio Arista (Eneco Semen llamado Arista) se expresaba en euskara, idioma que transmitió a sus hijos. El primero de los hijos de ONEKA adoptó directamente el nombre del padre, si se considera válida la genealogía de los cronistas árabes, Wannaqo ibn Wannaqo ibn Shemen; la referencia del antropónimo resulta comparable según Gómez-Moreno (Misceláneas, 251) con un nombre aquitano: Hanaco.
En “Estudio sobre la onomástica indígena aquitana”, Joaquín Gorrochategui cita: 198, HANACONIS, Nombre derivado por medio del suf. c(c)o(n)-,[…] sobre una base Hana-, considerada como tema. En 202, HANNAC, dice que puede tratarse más bien de una abreviación de Hannaco. Con otros antropónimos estudiados [en 205, HANNAXUS, estudia el nombre derivado sobre un tema Han(n)a-, que aislamos en Hanna (nom. 174)] por el que entra en la lectura de lo que antes se leía EIV[, pero como se observa en la fotografía (que no presenta en su tesis ¿?, al menos no aparece en la edición 84-7585-013-8), la lectura EN[ es clara. Tras la disertación parecería consecuente llegar a la conclusión oportuna sobre el tema y su significado; y, sin embargo, el bucle semántico no es capaz de sacar del análisis ninguna imagen que haga la elección del sentido necesario como alternativa de la cuestión.
El estudio de la onomástica prerromana como referencia a la documentación epigráfica de Euskal Herria se queda en niveles de interés simplemente eruditos, lejos de la orientación antropológica. A través del examen del corpus epigráfico era de esperar que el núcleo de textos en piedra, con inscripciones prerromanas, ofreciese un conjunto de llaves de alcance mayor sobre las constantes del propio euskara. Sin embargo, en la descripción de los patronímicos aquitanos de Joaquín Gorrochategui se buscan más los fenómenos conocidos en otras lenguas indoeuropeas que la estructura del propio euskara. En un baile de hipótesis poco consistentes del tema Han(n)a-, sin resolver, se salta al análisis de Enne-, radical del que Joaquín Gorrochategui dice: tenemos el frecuentísimo antr. medieval Enneco, gen. Enneconis, vasc.Ennecoiz como patronímico, formado con ayuda de otro suf. frecuentísimo en la onomástica aquitana [-c(c)o-] y vasco medieval (-ko). Es sabido que la evolución romance de este nombre ha dado Iñigo (<Yeñego; al parecer fem. Hueñega<Onneca). Cf. Gómez Moreno, Misceláneas, 251.
En asociación selectiva con los nexos del pensamiento de Euskal Herria, el nombre habitual, propio de la lengua funcional, respondería a los casos declinativos del propio idioma. Este aspecto que desarrolla las tareas constructivas de funciones complejas del pensamiento ofrece vínculos directos con las relaciones del significado de las palabras. Sin duda, el nombre ENEKO es anterior a Iñigo, donde prevalece la vocal /i/ (uno de los tres fonemas vocálicos fundamentales del pensamiento árabe) sobre la /e/ considerada vocal cero. Si Enneconis, es la forma de la declinación que adoptó el escribano latino del momento, la relación nominativa en los documentos públicos y privados –de arrendamiento, escrituras de propiedades, donaciones, testamentarías, impuestos de la administración, a partir de los siglos XI y XII– desarrollaría la relación de lugar con el genitivo -onis. Es el razonamiento establecido por Alfonso Irigoyen que le lleva a comprender, desde Ennecoiz, cómo entre hablantes vascos cayó la -n de -onis intervocálica y la -s se pronunció como -z, resultando la forma -iz.
Como se dice en “El surco de Babel”, a las matrices lógicas pertenecen estructuras con la relación de pensamiento donde los conceptos subordinados responden a la generalidad de la parte con el todo. Son relaciones formadoras de matrices donde el avance diacrítico establece sus propias deducciones del razonamiento en cada idioma a través de su pensamiento peculiar. En euskara o eskuara el pensamiento circunstanciado ha organizado su discurso desde la propia tipología de relación aislada con enunciados donde se aglutinan (relación aglutinada) dos o más palabras. Decir Ennecoiz no es expresar la adaptación autóctona del genitivo latino, impuesto de forma externa, porque no denota juicio en el pensamiento aun cuando haya hecho dichas transformaciones. Se habla como se piensa. En los documentos escritos sería una palabra aislada, simplemente léxico, sin información.
Sin embargo, para el pensamiento euskaldun o eskualdun ENEKO ITZ, deja de ser esa palabra aislada para formular un enunciado: «palabra de ENEKO». La rúbrica o signatura es la prolongación de la mano como acto consciente en una proposición que ratifica una garantía personal ante un suceso, reconociendo un acontecimiento. Es coherente con la relación nominativa en los documentos de arrendamiento, escrituras de propiedades, donaciones, testamentarías; porque allí, donde anteriormente un apretón de mano era palabra de vasco, en los documentos ante escribano se convirtió en la nueva fórmula de compromiso. Es una posibilidad entre distintas combinaciones como relación aislada que debería comprobarse con otros patronímicos.
Otra contingencia nada descabellada es que del nombre Ennecoiz, ENEKOIZ, ENEKOITZ, los escribanos latininistas dedujesen a través de su genitivo Enneconis, la existencia del nominativo Eneco. Entre como hablaba el pueblo y el léxico acomodado al escribano ilustrado mediaba el proceso creativo del pensamiento euskaldun o eskualdun ajustado a su lengua natural.
Sin embargo, para el patronímico –aplicado de forma personalizada por un padre orgulloso de su nuevo vástago–, a no dudar, el símbolo de su descendencia sería ENEKOIZ, ENEKOITZ, según una expresión de compresión en el idioma funcional. Se trataría de la metáfora aglutinada en torno a una relación aislada con raíces propias del euskara o eskuara: ENE EKOIZ, ENE EKOITZ, «fruto mío, producto de mí», con el reconocimiento de la paternidad o de la maternidad, resultado de la fecundidad.
En “Morfología Vasca”, Azkue dice que el posesivo ENE «de mí» se oye en todos los dialectos. En algunas zonas vive únicamente en exclamaciones como ¡ENE AMA! ¡madre mía!, ¡ENE ERRUKARRIA! ¡pobre de mí!, ¡ENE BADA! o ¡AI ENE! ¡ay de mí!. Como en este caso, los enunciados más simples son expresiones de un pensamiento elemental donde se omite la forma verbal, la mayoría de las veces, dando paso a sentimientos y emociones. Una nueva vida siempre es un estado de ánimo que invita a la alegría y se manifiesta en la elección del nombre con un sentido simbólico. Esto ha sido así en todas las culturas. Con anterioridad a la influencia de la Iglesia en la Edad Media el nombre no era un pegote encerrado en el mimetismo asignado por el santoral cristiano.
Eneko Arista
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