En Ama-Ata Miguel Thomson ha publicado un post sobre la paleografía de los grafitos de Iruña-Veleia y concluye que hay un gran parecido entre dichas letras con otras de su época: S, R, J, A…
En este post se muestran numerosos paralelos en la Antigüedad de las formas de las letras de los grafitos de Iruña-Veleia, al parecer desconocidos para los miembros de la comisión constituida por la Diputación Foral de Álava. Estos paralelos se añaden a los lingüísticos (4,12), epigráficos (1,13), iconográficos (14) e incluso microscópicos y mineralógicos en los depósitos de los grafitos (15) señalados en diversos informes y escritos.
Mientras algunos miembros de la comisión solo hablan de falsedad, imposibilidad, “impensabilidad”, etc., tres profesores universitarios latinistas que evaluaron conjuntamente los grafitos latinos solo hablan de la existencia de paralelos lingüísticos en la Antigüedad, muchos y descritos en la literatura (16). Paralelos y más paralelos, que se acumulan sin cesar, algunos de ellos descritos posteriormente a los hallazgos de Iruña-Veleia y por lo tanto no susceptibles de haber sido imitados por un falsificador.
La pregunta obvia es ¿por qué no los encontraron los miembros de la comisión? La repuesta parece sencilla: porque no los buscaron, ya que se encuentran sin dificultad. Y ¿por qué no los buscaron? La respuesta es algo más complicada. Por la forma en que están redactados algunos informes, da la impresión que sus autores hubieran partido de la premisa de que los grafitos eran falsos, por lo que en vez de buscar paralelos en la Antigüedad, se dedicaron con afán desmedido a buscar cualquier argumento, por absurdo, retorcido, o “cogido por los pelos” que fuera, para apoyar esa idea preconcebida. ¿Por qué partieron de la premisa de que eran falsos? Tampoco es fácil responder a esta pregunta y la respuesta puede no ser la misma para todos los casos: algunos, quizá, por motivos interesados (que, siendo bien pensados, se debe suponer que influirían de forma inconsciente o no totalmente consciente), otros porque fueron persuadidos por los primeros (algo parecido a lo que ocurrió en el comité de expertos que analizó el osario de Santiago y la tablilla de Joás en Israel) (17), otros por la excepcionalidad de algunos hallazgos unida a alguno de los otros factores mencionados arriba. Y aquí entra en juego cierta dinámica de grupo que hace que un grupo de personas pueda llegar unánimemente a una creencia errónea, persuadidas por uno o más miembros del grupo, como ocurrió en casos conocidos de juicios mediante jurado que resultaron en la condena, incluso a muerte, de personas inocentes. Pero esto queda para estudio de psicólogos y sociólogos.
Lo cierto es que los paralelos son innegables y muy abundantes y variados, de manera que quien quiera seguir manteniéndose inamovible en su absoluta seguridad en la falsedad de los grafitos de Iruña-Veleia, sin dejar ni siquiera un resquicio a la duda o al escepticismo, va a tener que enfrentarse a situaciones muy difíciles, ya sea en el ámbito judicial o en el científico. A quien se mantenga en tal actitud, solo cabe decirle que para ver la realidad basta con abrir los ojos, porque, como dice el refrán, no hay más ciego que el que no quiere ver.